Seguro que muchos de vosotros habéis pasado por esta experiencia o recordáis con asombro que en la adolescencia erais capaces de convivir con olores que hoy en día consideráis insoportables. En Supercurioso en el post sobre por qué no podemos olernos a nosotros mismos, os hablamos del fenómeno de la fatiga o acomodación olfativa, pero en el caso de los teenagers, según un estudio realizado por la Universidad de Aarhus en Dinamarca, no es ese el motivo. Entonces, ¿por qué a los adolescentes no les afecta el mal olor?
El mal olor y los adolescentes
El fenómeno de la aparente «diferencia» olfativa entre los adolescentes y los adultos, les ha parecido suficientemente interesante a los investigadores de la Universidad de Aarhus en Dinamarca como para hacer un estudio de sus posibles motivos.
Aparentemente los adolescentes son menos sensibles a olores como el sudor, el humo de cigarrillos o el jabón y, sin embargo, sus narices detectan rápidamente aromas a la llamada «comida basura» o a la salsa de tomate. Los investigadores escogieron más de 400 voluntarios menores de 50 años y los sometieron a diversos olores.
Los participantes en el estudio fueron sometidos a multitud de aromas diferentes y todos ellos, sin diferenciación por edades, fueron capaces de reconocer olores como el del café, la gasolina o el pescado, sin embargo a partir de ahí se abrió una brecha generacional. Los adultos tenían una «cultura de olores» que no poseían los jóvenes y eran capaces de distinguir entre diferentes especies aromáticas, o entre olores básicos de alimentos como el pan o el limón. También pudieron distinguir muchos más olores desagradables que los 172 voluntarios que tenían entre 12 y 18 años.
1 de cada 7 adolescentes no pudo identificar el olor a sudor y el 10% de ellos no notó el olor a cigarrillo, mientras que entre los adultos el porcentaje de no identificación de estos olores fue del 8% y el 3% respectivamente. También los jóvenes fueron menos sensibles al olor a jabón, aunque la diferencia no es tan significativa. Sin embargo, los porcentajes daban un giro cuando se trataba de distinguir el olor a tomate frito, chucherías diversas o refrescos de cola. ¡Estos olores los distinguían perfectamente y con una substancial diferencia respecto a los adultos!
El resultado del estudio dirigido por Alexander Fjaelstad, profesor de la Universidad de Aarhus, fue publicado en la revista «Chemical Senses» y en él Fjaelstad da una posible explicación al fenómeno de la imperturbabilidad ante el mal olor. Cree que se debe a que los jóvenes necesitan acostumbrarse a los olores durante años antes de empezar a registrarlos en lugares destacados en su lista mental de olores. Para él, los niños y los jóvenes, carecen de los conocimientos específicos necesarios para detectar determinados olores, ya que estos se adquieren y se van acumulando a lo largo de la vida.
Por tanto, hasta que los adolescentes adquieren la habilidad de detectar y nombrar esos «malos olores», sus familias, lamentablemente, tendrán que soportar los efluvios de sus habitaciones si no son capaces de educarlos y hacerles entender que su cuerpo ha cambiado y deben extremar la higiene, tanto corporal como de la ropa y calzado que utilizan.
¿Te ha parecido que el estudio puede tener razón? ¿Crees que hay otra explicación? ¡Compártela con nosotros! Y, si te ha interesado este artículo, quizá quieras leer el post: