Esta terrible historia que te vamos a contar sucedió en 1959, en un paraje remoto de los montes Urales, y aún hoy no hay una explicación satisfactoria que aclare lo acontecido ni dé consuelo a los familiares de los chicos muertos.

Los hechos

Una expedición formada por 10 personas, dos mujeres y ocho hombres, se reunió en Ekaterimburgo a finales de enero para hacer una práctica de esquí de travesía por los montes Urales, en Rusia.

Todos eran esquiadores experimentados, como su líder Igor Diatlov, estudiante del Departamento de radio del entonces Instituto Politécnico de los Urales, hoy Universidad Técnica Estatal, y de apenas 23 años; en su honor, el Paso donde ocurrió todo lleva su nombre.

grupo

El objetivo era llegar a Otorten, una montaña de 1.234 msnm, y a 10 km al norte de la zona. La ruta estaba clasificada como “Categoría III”, es decir, la más difícil. El 28 de enero iniciaron la expedición, y uno de ellos, el único superviviente (Yuri Yudin) se enfermó y tuvo que quedarse, por lo que el grupo fue de 9 personas.

El 31 el tiempo, ya de por sí bastante malo, empeoró, y los jóvenes se vieron obligados a desviarse de la ruta y montar un campamento donde poder esperar a que el clima mejorase.

El 12 de febrero, día que Igor puso como meta para enviar un telegrama, pasó y como era corriente que este tipo de excursiones se retrasara un poco por el mal tiempo, nadie se preocupó. Pero ya el 20 los familiares estaban asustados, y dieron la voz de alarma por la falta de noticias.

Enseguida se movilizó un equipo formado por grupos de rescate, a los que se sumaron la policía y las fuerzas del ejército, con aviones y helicópteros. Encontraron el campamento abandonado, con la tienda de campaña destrozada (las evidencias señalarían que fue rasgada desde dentro)…

La tienda de campaña
La tienda de campaña

… y un rastro de huellas que se dirigían a un bosque cercano –en el lado opuesto del paso, a 1.5 km–, cubiertas abruptamente por la nieve a los 500 metros.

El terrible hallazgo

El equipo de rescate quedó horrorizado ante lo que vio: bajo un pino, justo al borde del bosque, encontraron los restos de una fogata y dos cadáveres, descalzos y vestidos sólo con la ropa interior. Mostraban señales de haber intentado trepar, pero al parecer las ramas cedieron y los chicos cayeron.

Más allá, entre los pinos y el campamento, hallaron otros tres cuerpos –el de una de las chicas, el de otro excursionista y el de Igor–. Igor sostenía una rama en una mano y con la otra parecía haberse defendido de algo. El otro muchacho presentaba un orificio de 1.8 cm en el cráneo, pero dictaminaron que no fue mortal, por lo que probablemente murió de hipotermia. Y cerca de la carpa estaba el cuerpo de la chica, que presentaba un extraño color anaranjado que nadie pareció notar.

Según las posiciones de los cuerpos, parecía que todos habían intentado regresar al campamento, sin lograrlo.

urales

La escena completa debió haber sido grotesca, además de espeluznante: el campamento abandonado, la carpa rajada y cubierta de nieve, todas las pertenencias guardadas y los cuerpos a medio vestir o descalzos, sin signos externos de lucha o violencia… en un paraje donde la temperatura llegaba a -30 grados…

La investigación

Inmediatamente comenzó una investigación, realizando una autopsia a los cinco cuerpos hallados. Desafortunadamente, ésta no aclaró mucho más lo sucedido: se corroboró que habían muerto por hipotermia, y que no tenían heridas mortales. En algunos de los cuerpos se midieron altas dosis de contaminación radiactiva, lo que en realidad enrareció más la cosa. Y quedaban aún cuatro cuerpos por encontrar.

Luego de dos meses de dura búsqueda al fin los hallaron, bajo 5 metros de nieve y cerca de donde se habían encontrado a los otros, en un pequeño barranco. Y aquí sí fue espeluznante lo que vieron.

El cráneo de uno de los chicos estaba destrozado por dentro, la otra chica y otro de los muchachos tenían varias costillas rotas y ella no tenía lengua. Lo escabroso era que aún con estas lesiones, por fuera no parecía que tuviesen nada. Y además estaban vestidos, al contrario de los otros.

Los diarios de viajes y las cámaras fotográficas ayudaron un poco a establecer cierta cronología de los hechos, pero después de tres meses de intenso e infructuoso análisis, la investigación se cerró no pudiendo dar ninguna prueba sustancial de lo que pudo haber ocurrido.

El veredicto final ruso fue: “los miembros del equipo murieron a causa de una desconocida fuerza irresistible”. El caso quedó bajo secreto sumario y se prohibió el acceso a la zona donde todo sucedió los tres años siguientes.

Hasta ahora se han desclasificado muy pocos documentos, por lo que el misterio aún persiste; sin embargo, tanto los compañeros del Instituto como los familiares de los jóvenes crearon una fundación dedicada a desentrañar los terribles sucesos, la Fundación Diatlov.

Posibles explicaciones

En un primer momento, se creyó que los habitantes originales de la región, los indígenas mansi, habían atacado a los excursionistas por entrar a sus tierras sin permiso. Pero pronto desecharon la idea, por un lado porque no se encontraron huellas distintas a las de los chicos ni evidencia de ataques; y por otro, porque las tierras de Otorten y Kholat-Syakhl (donde ocurrieron los hechos), no eran consideradas sagradas por estos indígenas.

Otra causa, no probada ni corroborada, es que se encontró un elevado nivel de radiación en Kholat-Syakhl, y que por eso los cuerpos presentaban contaminación radiactiva, pero la fuente de esta contaminación nunca fue encontrada. Además, en una fábrica de misiles cercana a la zona había explotado los primeros días de febrero un spray paralizante que probablemente afectó a varios de los excursionistas, de allí el índice de radiación.

La tercera posible explicación nos lleva a una película de espionaje en plena Guerra Fría: se encontraron entre los objetos dejados en la carpa unos anteojos de sol usados por los militares rusos y una especie de cinturón para las botas, un “obmotki”, que según el excursionista que no fue, no pertenecía a nadie del grupo.

En aquella época existía lo que se llamaba “entrega controlada”, en la que se llevaba a cabo una reunión encubierta con espías extranjeros para dar información clasificada falsa; los norteamericanos habían ideado un método para ubicar fábricas de armas nucleares sobornando a habitantes de las localidades donde sospechaban que hubiese, y elegían puntos bien alejados de cualquier asentamiento para efectuar la entrega de pruebas (que consistía, generalmente, en alguna prenda contaminada con radiación y la localización de la fábrica). La KGB descubriría el método, y desde entonces entregaba información falsa a los espías.

La siguiente teoría está ligada a la anterior: en algunos reportes se dio a conocer que tal vez en el área se habían localizado restos de chatarra, sugiriendo que los militares pudieron haber usado la zona secretamente y que los excursionistas fueron víctimas de algún experimento militar que querían encubrir. Por supuesto que no había registros de cronogramas de lanzamientos de misiles ni de pruebas nucleares de ningún organismo oficial. Pero de alguna manera ésta es la razón más verosímil, según Yuri Yudin, el sobreviviente:

“Hay cosas muy extrañas en el caso. Cuando me llamaron para identificar los objetos personales, hubo varios que no fui capaz de reconocer: un trozo de tela parecida a la de una capa militar, trozos de cristales y un par de esquís completos, así como otro partido en pedazos”.

Luces en el cielo y ovnis

Entre los pocos documentos desclasificados sobre este misterioso caso, hay uno que hace mención a unos excursionistas acampados a 50 km de donde ocurrió la tragedia. La noche del 2 de febrero (la última noche que pasaron con vida, según los diarios de viaje y las cámaras fotográficas), vieron unas extrañas esferas luminosas anaranjadas flotando en el cielo en dirección a Kholat-Syakhl, precisamente sobre las montañas de Otorten.

Yuri Yudin piensa que estas luces tuvieron que ver con algún tipo de explosión radiactiva que mató a sus amigos y les causó las terribles lesiones internas, además del extraño color anaranjado en los cuerpos y los altos niveles de radiación.

Pero otros sostienen que las luces fueron debidas a un encuentro extraterrestre, y que estos seres fueron los causantes reales de las muertes inexplicables de los jóvenes.

La Fundación Diatlov se ha dedicado desde mayo de 1959, con la ayuda de la Universidad Técnica Estatal de los Urales, a tratar de esclarecer lo sucedido, y a presionar al gobierno ruso para reabrir las investigaciones, cosa que hasta ahora no ha logrado.

lápida

Al día de hoy se han hecho algunos documentales, uno muy importante como Dyatlov Pass (en ruso Дятлова Перевал), que a pesar de su contenido de ficción constituye la mayor fuente de materiales documentales que se dispone del caso. Existe también el Museo Diatlov “para perpetuar la memoria de los excursionistas muertos”, donde se exponen documentos de los muchachos, fotos, diarios, ropas y otros objetos.

Pero la explicación sigue faltando, y por lo visto pasará aún mucho tiempo para desentrañar el misterio de esta tragedia. Si te interesa este tema, te invitamos a leer otro misterio sin resolver, el del Hombre pez.