Napoleón fue uno de los hombres más poderosos y relevantes de la historia. Brillante estratega y hombre de grandes miras a la hora de conquistar y de establecer un auténtico tablero de ajedrez en Europa, alzó su dominio en numerosos países, soñando además con extender su sombra a continentes como África o América del Norte. Todos sabemos que no pudo con Rusia, que el señor invierno tumbó sus esperanzas, y algo parecido le ocurrió cuando llegó a Nueva Orleans, allí donde quería empezar a crear nuevas colonias. Pero, ¿qué lo hizo detenerse esta vez?
Los pequeños enemigos que tumbaron las ansias de conquista de Napoleón
Todos conocemos las heroicas empresas iniciadas por Napoleón para extender su larga mano por múltiples rincones del continente Europeo. Pero ¿sabías que también llegó a África y a Norte América? Fue en año 1802 cuando decidió enviar un contingente de su ejército a EEUU para poner la discreta cerradura a una posible expansión. Para ello puso al mando al general Leclerc con el fin de controlar los dominios franceses, tomando en primer lugar la bella Nueva Orleans. El siguiente paso sería, cómo no, empezar a crear nuevas colonias. No era un mal plan.
Pero el primer escalón antes de llegara Nueva Orleans era restablecer el orden en Haití, ya que en esos momentos aquella zona era un punto conflictivo que les estaba haciendo perder el dominio francés. En vista de las continuas revueltas, Napoleón le pidió entonces a Leclerc que afilara su ingenio y su mando, y que controlara la zona para poder desplegar cuanto antes las estrategias posteriores. Haití debía ser controlada como puerta de entrada para Nueva Orleans. Y debía ser algo fácil, puesto que disponían de un gran y solvente ejército que no debía tener problema alguno para sofocar dichas revueltas. Pero algo ocurrió.
La tropas de Napoleón se encontraron de pronto con un sutil enemigo no esperado y muy efectivo. Más que efectivo, devastador: los mosquitos. La verdad es que confluyeron muchos factores, terribles factores que provocaron un largo número de bajas no esperadas: las lluvias de primavera originaron enormes nubes de mosquitos, insectos que traían en sus hambrientas entrañas la fiebre amarilla. Y los soldados franceses empezaron a caer y a caer presas de las picaduras… y la enfermedad. Puesto que como ya sabes, la fiebre amarilla se transmitía por las picaduras de mosquito. Ahora lo sabemos, pero en aquel momento histórico, se desconocía por completo.
Tantas pérdidas en el contingente del ejército obligó a Napoleón a enviar nuevas tropas de refuerzo desde Francia, pero el mosquito siguió imparable en su guerra particular: las muertes no dejaban de aparecer. ¿Y qué ocurrió entonces? Pues que los rebeldes haitianos combatieran a un enemigo cada vez más débil. De hecho, de las miles de bajas que sufrieron los franceses en aquella pequeña guerra, se sabe que la mayoría fueron causadas por la fiebre amarilla. Obviamente los nativos isleños también sufrieron su incidencia, pero en menor grado. Tal vez los haitianos conocían el origen de la fiebre amarilla, porque de hecho, no se sabe aún muy bien y con seguridad, cómo estos insectos se cebaron en especial con los soldados galos…
Finalmente, por éste y otros factores, Napoleón abandonó sus planes de conquista y colonia en Norte América.