Él asesinó brutalmente a su hija, y ella, lejos de condenarlo, batalló para que no le impusieran la pena de muerte frente a la ley de los Estados Unidos. ¿Curioso? ¡Te lo contamos!
Luchó durante cinco años para librar al asesino de su hija de la pena de muerte
James Rhodes mató a su hija mayor en un homicidio que aún la hace llorar a diario. Pero a pesar de todo esto, Darlene Farah, 50 años de edad, dedicó años de su vida para salvar al asesino de su hija de la pena de muerte.
El homicidio
El asesinato de Shelby Farah ocurrió el 20 de julio de 2013, cuando la joven estaba trabajando como encargada en una pequeña tienda de teléfonos celulares en la ciudad de Jacksonville, Florida, Estados Unidos. James Rhodes entró para robar, exigiendo el dinero, ella hizo lo exigido, y aún así el perpetrador la asesinó disparándole, cuatro veces. Ella murió en el acto.
«La mató como si fuera una ejecución», fueron las palabras de Darlene Farah. Aunque Shelby colaboró, Rhodes «explotó de ira» y la mató. En aquel momento, el vídeo de seguridad mostraba una escena que parecía muy personal. Aunque no lo era, parecía que Rhodes tenía algo que reclamarle a Shelby. Y ante esa injusta situación Darlene Farah se obsesionó con la persona que le arrebató la vida a su hija. «Me metí tanto en el tema que no tuve tiempo de hacer el duelo por la muerte de Shelby. Tenía que entender el porqué», confesó.
De allí que procediera a contratar a un investigador privado, que luego le revelaría la verdad del joven, y sería tal, que ella dejaría de lado su ‘búsqueda de venganza’ para abogar por la vida de Rhodes.
La vida oscura de Rhodes
Nació en el seno de un hogar donde la adicción, el crimen y la desidia eran el pan diario. Cuando sólo tenía 8 meses, su madre, que era una mujer adicta a los estupefacientes, lo abandonó y quedó a cargo de su padre, un alcohólico y también drogadicto con problemas para mantenerse fuera de la cárcel. Nunca conoció el amor de la familia y vivió en un hogar del estado.
A los 9 años, fue abusado por un niño mayor que él, que vivía en el hogar, y luego, por una cuidadora. Sufrió bullying y maltrato físico. E incluso, ya había estado en la cárcel, sólo tres meses antes del asesinato de Shelby.
La petición de pena de muerte
Por sus antecedentes criminales, la fiscal estatal Angela Corey y el fiscal del caso, Bernie de la Rionda, pidieron para Rhode la sentencia máxima del estado de Florida: la pena de muerte.
«El Estado lo hizo tal y como es hoy», comentó Darlene Farah, en desacuerdo. «Él también es una víctima, pero no le tengo lástima». Y continuó: «Lo perdoné hace mucho tiempo. No me gustaba cómo me sentía por estar enojada con él».
Farrah entendió: La muerte de este hombre, a quién ya consideraba una víctima, le daría un sentido de justicia ni de cierre. «Matarlo no va a traer a mi hija de vuelta», explica. Sólo continuar con el círculo de violencia, generando nuevas víctimas.
Así fue cómo Farah se convenció de que la cadena perpetua era el mejor castigo. Pero la fiscalía no estuvo de acuerdo y siguió con su plan. Fue entonces cuando las noticias nacionales comenzaron a tomar interés en el caso de la madre defendiendo al asesino de su hija: pidiendo que no se le sentenciase a muerte, dando entrevistas a varios medios locales y nacionales, protagonizando un documental y hasta declarando frente a la corte en favor de Rhodes.
La semana pasada, después de casi 4 años de juicio, con una nueva fiscal general, Melissa Nelson, se conoció el veredicto final.
Rhodes se declaró culpable de homicidio en primer grado y otros cargos, y recibió dos sentencias de cadena perpetua más una de 20 años de prisión. En otras palabras, pasará su vida entera encarcelado, sin posibilidad de recibir libertad condicional ni de apelar.
«Quiero que salga algo bueno de algo malo. Habrá a mucha gente entrando a la cárcel y saliendo de ella. Quiero que hable con esos presos para que no terminen como él, que los ayude a cambiar».
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Imágenes: Jarmoluk;