En toda la historia y en cualquier empresa siempre han existido buenos y malos jefes. Si tú eres de las personas que no reconocen haber hablado mal de un jefe insoportable, lo más probable es que no te creamos. Incluso si el jefe que tienes actualmente es encantador y te hace la vida muy agradable, es más que probable que en algún momento de tu vida laboral te hayas topado con alguno que te cree frustración, e incluso odio, solo el hecho de pensar en el. Pues en Supercurioso hemos descubierto que todos esos jefes insufribles comparten una característica que les es común, algo que quizá ni imaginas.

¿Qué tipos hay de malos jefes?

malos jefes

Seguramente conoces a más de un jefe al que consideran horrible, lo hayas sufrido tu directamente o simplemente hayas oído hablar de él. La variedad de malos jefes es muy extensa, tanto como caracteres de personas existe pero sin duda pueden clasificarse, la mayoría de ellos, en tres grandes grupos. Los investigadores que han elaborado un estudio sobre el perfil de estas personas se han centrado en el término “descarrilamiento gerencial” que no es más que un nombre algo sofisticado para referirse al lado oscuro del poder.

Según la Harvard Business Review, las características principales y comunes entre estos malos jefes podrían clasificarse en tres grupos. A ver si te suena alguno de algo…

1. Comportamientos que se alejan: Este tipo de comportamientos suelen crear una distancia entre jefe y subordinado, una barrera infranqueable que, inevitablemente, llevará a una falta grave de comunicación, lo que hará perder la confianza de unos y otros.

2. Siempre en contra: Este tipo de malos jefes están en contra de cualquier comportamiento e incluso pueden llegar a la manipulación, algo que resulta, evidentemente, muy desagradable.

3. Siempre a favor: El tercer tipo de malos jefes es todo lo contrario que el segundo. Un jefe demasiado complaciente y agradable lo que provocará que se asuman pocos riesgos e incluso puede llegar a tener dificultades para defender a su equipo.

¿Qué tienen en común los malos jefes?

malos jefes

Si has padecido en alguna ocasión, un jefe de esos metomentodo que siempre se está metiendo en medio de lo que estás haciendo, seguramente la frase que se te ha pasado por la cabeza ha sido: “¡¿Por qué no me dejas en paz de una vez?!». Cuando se tiene un jefe pesado esa es una frase que viene a la cabeza una y otra vez. Pues tenemos que decirte que vayas con mucho cuidado con lo que deseas, como la famosa frase “ten cuidado con lo que deseas que puede cumplirse”.

De los tres tipos de jefes que te hemos mencionado antes, existe una característica única que se convierte en lo peor de lo peor, y seguramente ni te imaginas cual, como te decíamos antes, un jefe quisquilloso puede no ser lo peor que te puede tocar.

Según un estudio realizado, un jefe ausente puede ser lo peor. Este tipo de malos jefes te permiten hacer lo que quieras. Debes estar pensando “¿Y eso es un problema? ¡Suena maravilloso!», pues estás muy equivocado…

Este jefe de ensueño es, más que probablemente, un jefe de pesadilla. En una encuesta realizada en 2015 se identificaron 9 rasgos por los que los trabajadores se quejaban de sus jefes, de esos 8, 8 se referían a comportamientos ausentes. En esa encuesta, realizada a 1000 personas, el 63% dijo que el aspecto que más le molestaba de sus jefes era la falta de reconocimiento ante sus logros. Parece ser que le damos mayor importancia a las cosas que nuestros jefes NO hacen que a las acciones que nuestros jefes NO toman.

En otro estudio realizado en 2014, se extrajo que resultaba mucho más perturbador el hecho de ser ignorado que el hecho de que te traten mal, ya que esta última actitud implica el reconocimiento de que, al menos, existes.

Buen jefe, mal jefe

Si te encuentras con un mal jefe te vamos a dar un consejo que quizá te suene un tanto extraño: fabrica un muñeco vudú de él. Ya sabemos que suena algo oscuro y quizá un poco tenebroso, pero decirle lo que piensas, lo que te molesta de él o ella, te ayudará a descargar las malas energías con él y no poner en riesgo tu puesto de trabajo, además está demostrado que es una buena manera de aumentar de forma saludable nuestra moral. Claro está que deberás guardarlo para ti mismo y no enseñarlo en la oficina, obviamente.

Hemos hablado desde el punto de vista del empleado pero puede ser que tu posición sea la de jefe, si es así, aquí te dejamos algunos consejos para evitar lo mencionado anteriormente: fíjate y reconoce las contribuciones únicas de tus empleados, ten interacciones a diario, otorga reconocimiento público a tus subordinados, interésate de manera proactiva por la evolución de los proyectos y no esperes a una sesión formal de revisión para dar tu opinión sobre como se están llevando los trabajos. En definitiva, se un buen jefe.

A simple vista podría parecer que dejar que nuestros empleados hagan lo que quieran nos convierte en el mejor de los jefes pero no es cierto. La retroalimentación y el reconocimiento sincero y regular son realmente la clave para ser un buen jefe.