La soledad, en ocasiones, se relaciona casi al instante con problemas psicológicos como depresión, necesidad de aislamiento, tristeza crónica, baja motivación, distimia… Aspectos todos ellos negativos que por lo general, han hecho que este concepto no sea bien visto.
Si uno decide viajar solo, es un temerario. Si te apetece pasar un fin de semana solo en casa, es porque tus amigos te han dejado plantado y no tienes otro plan. Más aún, si a tu pareja le comentas eso de que «te gusta disfrutar de tus instantes de soledad», es porque, sencillamente, no lo quieres.
Otro aspecto que no llega a entenderse es el caso de que muchas personas, lejos de buscar o necesitar tener pareja, encuentran en la soltería y en su complacida soledad una felicidad tan sutil que ni la propia sociedad llega a entender.
¿Son bichos raros? En absoluto, la soledad que complace, que libera y que entretiene no es patológica. En cambio, aquella que no se elige y que se sufre por aislamiento, como es el caso de muchos ancianos, sí es peligroso.
Hoy en Supecurioso queremos ahondar un poco en el concepto de soledad. ¿Nos acompañas?
Me gusta la soledad y no soy un «bicho raro». ¿Te identificas?
El placer de la soledad suele estar unido íntimamente con la personalidad introspectiva. Tanto es así que incluso como ya te explicamos en artículos anteriores, el cerebro de las personas introvertidas suele funcionar de un modo distinto, ahí donde los instantes de tranquilidad y equilibrio con uno mismo, actúa casi como el acto de «recargar pilas» o energía vital para poder funcionar con normalidad.
El estar rodeados de gente o vivir con muchas personas a nuestro alrededor nos sume en un estado de sobrecarga mental que nos aboca, casi irremediablemente, a desear escapar y disfrutar de nuestra preciada soledad. No obstante, veamos más datos a continuación, que nos pueden ayudar a entender que el placer de estar solos no es sinónimo de ser un «bicho raro».
Soledad igual a libertad
No todo el mundo lo ve de este modo, pero la soledad es oportunidad, es libertad de movimiento, de elección y de pensamiento. Ello no quita que a este tipo de personalidades les guste compartir tiempo, emociones y experiencias con otras personas, al contrario, les encanta.
Se trata solo de equilibrar ambos aspectos: el público y el privado, la soledad personal y la compañía «controlada» y ante todo «selecta».
Mayor autoconocimiento
Quien se pasa el día intentando gratificar a los demás, agradar, complacer, quien se pasa toda la jornada envuelto en conversaciones complejas, en debates, diálogos, escuchas, en discusiones o en críticas, tiene escaso tiempo para «escucharse a sí mismo».
La necesidad de disponer de tiempo para ordenar nuestros pensamientos, para escucharnos, entender nuestras necesidades, en soñar, en darnos el placer de «fluir» en nuestra propia mente, en soledad y disfrutando del entorno, es en ocasiones muy gratificante.
Más creativos y productivos
Las personas solitarias, por lo general, son muy creativas. Disfrutan leyendo, escribiendo, componiendo, dejándose inspirar por la naturaleza, por la música, por la pintura. Son cerebros relajados a la vez que iluminados porque tienen una gran conexión con su interior para canalizar cada día, cada sentimiento.
Ahora bien, llegados a este punto cabe concretar algo importante. El gusto por la soledad nunca debe llevarnos al aislamiento, a apartarnos por completo de la sociedad. En este caso lo que estaríamos haciendo es «huir» y los extremos nunca son buenos.
Lo ideal, es que combinemos ambos espacios. La soledad es libertad en muchos casos, es placer personal, pero somos criaturas sociales al fin y al cabo, y no hay nada como disfrutar de las buenas amistades de vez en cuando, de ir a alguna fiesta, algún evento, y de tener una pareja que a su vez, sepa respetar esos momentos de soledad.
No obstante, sabemos que no siempre es fácil, y que en ocasiones, hay quien aún piensa que los solitarios son «bichos raros». ¿Es tu caso? No olvides darnos tu opinión y recordar nuestro artículo sobre el curioso caso de las personas muy inteligentes: ¿sabías que no siempre son aceptadas?