El Ártico realmente lo tiene todo en contra. Estamos quemando todas nuestras reservas de combustibles fósiles, el calentamiento global está poniendo en peligro los polos, provocando la desaparición de muchas especies… Pero estos no son los únicos desastres hay uno que parece inofensivo pero que debería empezar a preocuparnos: La Nieve de Sandía.
La bella pero peligrosa nieve de sandía
Un nuevo estudio publicado en Nature Communications, por desgracia, aún ha traído más malas noticias para el extremo norte de nuestro planeta. En todo el mundo, hay ciertas especies de algas que crecen en la nieve, desde los reinos de hielo de Groenlandia y la Antártida a las cimas de los Alpes europeos y japoneses. Estas algas verdes en realidad adquieren un tono rojo, al igual que la nieve que están residiendo. Esto puede parecer muy bonito, pero en realidad reduce drásticamente la reflectividad, o «albedo» de la nieve o el hielo.
Cuanto menor sea el albedo de la nieve, más calor va a absorber, y más rápido se derretirá la nieve. Así pues, en efecto, la presencia de esta alga está causando el denominado «bio-retroalimentación del albedo» que está acelerando la desintegración de la capa de hielo en todo el mundo. Como el gran análisis de este estudio de 21 glaciares en el Ártico europeo señala, este efecto de la nieve de sandía es cada vez más potente con el paso del tiempo.
Estas algas permanecen latentes en el invierno, y esperan a que el hielo inicie la descongelación en su medio ambiente para empezar florecer, reproducirse, creciendo en su entorno. Por desgracia, la aceleración con la que se derriten los glaciares está causando casi con toda seguridad que esta alga florezca antes, lo que significa que está reduciendo el albedo de la nieve y el hielo antes que nunca.
Es un ciclo de retroalimentación notablemente eficaz; las algas rojas puede reducir el albedo de la nieve hasta en un 13 por ciento. Y estas algas no están restringidas a ciertas regiones pequeñas de la capa de nieve; de hecho incluso las estimaciones más conservadoras indican que el 50 por ciento de la superficie de la nieve de los glaciares en esta región contiene algas rojas.
«Nuestros resultados señalan que el efecto albedo es importante y tiene que ser considerado en los futuros modelos climáticos«, aseguró la investigadora principal Stefanie Lutz, post-doctorada en el Centro de Investigación Alemán de Geociencias GFZ y en la Universidad de Leeds.
Los autores del estudio insisten diciendo que la cantidad de nieve es inversamente proporcional a la presencia de las algas, y que está claro que se trata de una amenaza para el Ártico, que tiene sus raíces en el calentamiento global provocado por el cambio climático. Parece que el Ártico nunca ha estado en una situación tan precaria como lo está hoy.
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