¿Te ha sucedido que estás esperando para ir al baño o que te das cuenta de que tu vejiga está al límite y necesitar orinar ya, y por alguna razón comienzas a moverte y te parece que si lo haces podrás aguantar más sin terminar en desastre? La respuesta a este movimiento es muy sencilla en realidad.
¿Por qué nos movemos tanto o «bailamos» cuando tenemos ganas de orinar?
Orinar es una función vital del cuerpo humano. Es una de las pocas maneras en las que somos capaces de excretar el exceso de materiales de desecho de nuestro cuerpo.
Como seguramente ya sabes, la orina se produce en los riñones durante el proceso de filtración de la sangre. Los materiales de desecho presentes en la sangre conforman una parte importante de nuestra orina. A continuación, se pasa a la vejiga a través de los uréteres, donde se almacena hasta que te levantes a expulsarlo. Cuanto más tiempo se aguante, más presión experimentará tu vejiga, ya que continuamente insta a aliviar esa presión, ya que en este punto de tu cuerpo la actividad es constante. Necesita eliminar para acumular de nuevo.
Cuando la vejiga está llena, una sensación incómoda de urgencia se apodera de tu mente. Sin embargo, si no hay una forma inmediata y civilizada de aliviar las ganas que tienes de orinar, asumes que vas a tener que «aguantar» un poco más. Este conflicto interior, entre la mente y las necesidades orgánicas, desencadena una serie de comportamientos de desplazamiento rítmico y el acto de bailar es uno de ellos, de hecho, se trata del más común.
El doctor Peter Lechman comentó algunas de las teorías sobre por qué tenemos este comportamiento.
La primera es que hacemos cosas rítmicas cuando nos enfrentamos a un conflicto. La idea es que se trata de algo exclusivo de la naturaleza humana, que crea este comportamiento rítmico que le ayuda a lidiar con la ansiedad del conflicto.
La teoría siguiente es el efecto de la distracción. Algo duele o molesta, así que la reacción es hacer otra cosa para distraerte de este sentimiento.
Cuando tenemos ganas de orinar, el impulso que tenemos es buscar la distracción que nos da el movimiento, y así «aguantar un poco más», ¿no?
Hay un número infinito de maneras que la gente usa para suprimir una necesidad fuerte de orinar. Éstas incluyen golpear ligeramente sus pies, tamborilear sus dedos, andar de un lado a otro, o tararear, pero la realidad es que permanecer tranquilo ayudará a aguantar las ganas de ir al baño por más tiempo.
¿Te habías preguntado alguna vez esto? Ya ves que todavía no hay una respuesta definitiva, pero todo tiene que ver con su efecto calmante y con una especie de estrategia para engañar al cerebro, que insiste en que necesita vaciar la vejiga inmediatamente.
¿Tú también bailas cuando tienes ganas de orinar, pero te ves obligado a aguantar?
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