La mayoría de nosotros conocemos a alguien que siente absoluto terror ante la visión de la sangre. Esto les impide actuar eficazmente ante una herida e incluso les dificulta el acudir con normalidad a realizarse una analítica. Aproximadamente un 15% de la población siente aprensión a ver sangre y un 4% sufre auténtica fobia. En muchos casos el miedo no es al dolor, ya que pueden cortarse y no tener esa sensación de debilidad que conduce al desmayo, sino a la visión del sangrado posterior. ¿Qué ocurre en nuestro organismo para que tengamos esta reacción? ¿Por qué algunas personas se desmayan al ver sangre?
¿Por qué algunas personas se desmayan al ver sangre?
Lo que les ocurre a estas personas, según los expertos, es que en un primer momento sufren una situación de estrés o ansiedad que hace que tengan como respuesta la activación del sistema simpático. Cuando éste se activa hay un aumento del ritmo cardíaco, dilatación de pupilas y bronquios, boca seca y sudoración excesiva, entre otras cosas. Este cuadro ocurre en muchas fobias; lo que no pasa en ninguna más es que, acto seguido, esta respuesta simpática cesa bruscamente. Este apagón provoca una caída del ritmo cardíaco y provoca nauseas, mareos, palidez, estrechamiento de la visión como si se estuviese en un túnel y, a veces, se llega al desmayo porque la sangre no llega bien al cerebro. A esta reacción se le llama respuesta bifásica.
El hecho de llegar a desmayarse o no, depende también de la sensibilidad de los barorreceptores, que son los receptores de la presión que tenemos principalmente en la arteria carótida y en la aorta. Éstos dependen a su vez de factores como la edad, la hipertensión, el peso, el género, etc.
Este miedo se conoce como hematofobia y suele empezar en la infancia y en la adolescencia. Los hombres son más propensos a sufrirla que las mujeres y los jóvenes hasta los 30 años más que los que superan esta edad. Los expertos han buscado una explicación a esta respuesta fisiológica en la evolución. Por un lado piensan que el desmayo ante el sangrado producido por una herida en un ataque, podría tener como consecuencia que el atacante nos dejara en paz y se olvidara de nosotros y, por otro, que la disminución de la presión sanguínea que supone el desmayo, evitaría una hemorragia mayor a la vez que, al quedar tendidos en posición horizontal, facilitaría la circulación y la llegada de sangre al cerebro y por tanto la recuperación.
En conclusión, si eres de los que se desmayan al ver sangre, no debes sentirte acomplejado. Es una respuesta física más común de lo que te piensas, incluso se cree que en algunos casos pudiera ser hereditaria. Para solucionarlo, es necesario un tratamiento psicológico de la fobia que hará que mejore notablemente y nos sintamos más seguros en todas esas circunstancias que implican la visión de la sangre, como pueden ser una extracción, una herida, una pequeña intervención, etc.
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