Guardar un minuto de silencio ante una muerte o catástrofe es una tradición amarga, pero que tiene un curioso origen. En este articulo vamos a explicaros por qué guardamos un minuto de silencio como forma de respeto ante una desgracia. Para ello tenemos que remontarnos hasta el 11 de Noviembre de 1919, un año después del final de la Primera Guerra Mundial, la primera ocasión en la que se guardó silencio y que fue para recordar a las víctimas de dicha guerra.
Por aquel entonces el soldado y periodista Edward George Honey escribió una carta al periódico londinense Evening News. En esta carta proponía guardar 5 minutos de silencio el día 11 de Noviembre para recordar a las víctimas de la Primera Guerra Mundial tal y como se lo merecían. Edward consideraba que la forma en la que se celebró el fin de la guerra – bailando, bebiendo y festejando – no era la manera adecuada de honrar a los valientes y recordar a las víctimas. Este es un texto extraído de su carta:
«Sólo cinco minutitos. Cinco silenciosos minutos en memoria de la Nación. Un momento sagrado. El recuerdo a los gloriosos fallecidos que ganaron nuestra paz y de cuya fuerza y esperanza sale nuestra fe en el mañana. Puede realizarse en la iglesia si se quiere, pero también en la calle, en nuestros hogares, en nuestros teatros y en cualquier lugar donde los ingleses quieran. Sin lugar a dudas estos cinco minutos de silencio agridulce serán suficientes»
En un principio esta carta no tuvo mucha aceptación pero parece que, tras varias gestiones, la carta llegó hasta el rey George V. El rey George creyó que era una buena idea y dio su visto bueno. Se declaró el día 11 como el día de recuerdo silencioso por las víctimas de la primera guerra mundial, no obstante, en lugar de los cinco minutos que pedía Edward Honey, se realizaron dos.
Independientemente de los minutos que se guarden, es así como esta tradición ha perdurado hasta nuestros días.