Es posible que tú mismo, seas un afortunado de los que pueden recordar el instante en que vinieron al mundo. En que nacieron. Pero la realidad es que es un hecho muy poco común, por no decir imposible. Una cuestión que siempre nos ha llenado de dudas y misterio. ¿Por qué somos incapaces de evocar ese intenso momento en que salimos del vientre de nuestra madre?
Y más aún… ¿Por qué no recordamos muchas cosas de nuestra infancia más temprana? Todo tiene una explicación sencilla para mentes curiosas como la tuya. Te lo descubrimos a continuación.
La revolución neuronal en nuestra infancia
Las personas somos incapaces de recordar ese periodo en que fuimos bebés, en que todo era nuevo para nosotros y el mundo se abría con mil sensaciones, formas y colores. Un caos absoluto que debíamos aprender a procesar poco a poco para tener una imagen de ese escenario al que, el destino, nos había hecho llegar.
Si hacemos un pequeño retroceso al pasado e intentamos evocar cuál es nuestro primer recuerdo, es posible que te llegue sin saber por qué, un olor, o una imagen difusa. Tu madre sosteniéndote en brazos, un rostro extraño que te habla.,, Son muchas las personas que suelen tener recuerdos similares a este patrón. Pero ¿por qué no podemos recordar esos días del mismo modo que recordamos, por ejemplo, nuestra adolescencia?
Todo se debe a nuestras neuronas y a esa estructura cerebral encargada de la memoria: el hipocampo. Ha sido un equipo de científicos de la Universidad de Toronto (Canadá) quienes nos han mostrado unos datos realmente interesantes sobre el tema. Durante esos primeros meses de vida experimentamos una auténtica y revolucionaria «neurogénesis» en nuestro hipocampo. Es decir, se crean infinidad de nuevas neuronas, millones y millones, y este proceso tan intenso y tan lleno de energía impide a los bebés que puedan asentar recuerdos duraderos. Es algo demasiado intenso, demasiado rápido.
Puede que este dato te llame la atención, puede que pienses que a más neuronas más memoria, pero en el caso de los bebés en sus primeros días de vida no es así. Esta «neurogénesis» alcanza sus picos antes del nacimiento y después de él. Son tantas las neuronas que aparecen, que van, por así decirlo, superponiéndose las unas a las otras borrando los recuerdos existentes para asentar experiencias más significativas a medida que crecemos. Es como si borraran lo que no es importante para dejar espacio a cosas más nuevas.
Más tarde, y a lo largo de la infancia, esta producción decae de modo significativo. Lo que prima ante todo en esos primeros momentos es la necesidad cognitiva de aprender, así que solo se quedarán aquellos recuerdos que nos ayuden a evolucionar y a madurar. Lo que verdaderamente sea «significativo». Mientras, todo ese proceso de crecimiento neuronal irá borrando la mayoría de esos primeros meses de vida.
La importancia del lenguaje para el recuerdo
El lenguaje es clave para asentar recuerdos. Y ésta, es sin duda una de las teorías más aceptadas sobre por qué somos incapaces de recordar esos primeros meses de vida. Son muchos los experimentos que se han llevado a cabo para averiguar hasta qué momento son capaces de retroceder los niños en su memoria, saber cuál es su recuerdo más temprano.
Todos mostraron recuerdos claros y objetivos justo en el momento en que habían adquirido competencias lingüísticas. Instantes en que el lenguaje ya se asocia más fuertemente al recuerdo y a nuestra capacidad para evocarlo. Es un principio que los científicos explican de modo sencillo: «Cada persona olvidaría todo lo que no hubiera sido capaz de narrar en el momento de vivirlo». Pero eso sí, no se descarta la posibilidad de que, efectivamente, muchos de nosotros podamos recordar momentos en los que aún no sabíamos hablar. Pero solo serán sensaciones, imágenes fugaces…
¿Y tú? ¿Cuál es el primer recuerdo que tienes de tu vida? No dudes en dejarnos un comentario y explicárnoslo.
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