¿Sabes lo que es un gafe? ¿Alguna vez te ha pasado que el día que decides no llevar paraguas, llueve? o ¿has ido caminando por la calle cuando de repente pisas goma de mascar con tus zapatos nuevos? Si tu respuesta es sí, probablemente seas un gafe. En sí esta palabra se refiere a una persona que tiene mala suerte. Pero no te sientas mal, todos hemos tenido días malos en los que nada parece funcionar. Por eso, hoy te queremos compartir este artículo de SuperCurioso sobre el origen de la palabra Gafe y tres historias de personas que, sin lugar a dudas, son unos verdaderos Gafes.
¿De dónde surge la palabra Gafe?
Según la RAE, un gafe es una persona que «atrae la mala suerte (…) que impide o dificulta cualquier diversión» Si esta expresión te parece extraña, quizá conozcas alguno de sus sinónimos, el más común es cenizo, aunque también están otros como aguafiestas, agorero, mufa o yeta.
Para encontrar el origen de la palabra gafe, debemos remontarnos a la época en la que las enfermedades infecciosas no tenían remedio, por lo que los enfermos y contagiados debían ser rehuidos de los demás. De allí data la primera referencia escrita a esta palabra. La podemos encontrar en el libro «Tesoro de la Lengua Castellana o Española» (pág. 421) de Santiago Covarrubias (1611). En este se lee: «(…) para cuando lleguemos a la palabra Lepra, cuya famosa especie es la del Gafo.» «Engafecer, tener lepra, vocablo antiguo.»
Entonces, la gafedad era un tipo de lepra. Esta enfermedad provocaba, entre otros síntomas, que los dedos de las manos se deformaran hasta quedar tiesos y tener una curvatura marcada, en ocasiones, esta curvatura también sucedía con los dedos de los pies. Esta particular deformidad de los dedos recordaba a un gancho, por lo que a las personas que padecían de aquella enfermedad se les comenzó a llamar «Gafos».
El significado de la palabra Gafo comenzó a cambiar hacia el siglo XX junto con los conocimientos que se tenía sobre la lepra. Esta enfermedad, que se consideraba altamente contagiosa, fue estigmatizada por muchos siglos. La gente les temía a los leprosos y los rechazaban, pues nadie quería estar cerca de ellos. Pero, con el tiempo, se descubrió que la lepra era tratable y de bajo contagio. A pesar de no ha sido erradicada, se han encontrado posibles curas (actualmente se trata con antibióticos comunes) y se descubrió que el contagio solo se daba en situaciones muy específicas.
Igualmente, la palabra Gafo, que se cree que era una expresión de origen árabe o hebreo, comenzó a tener sus inflexiones, propias de toda lengua, hasta ser propiamente la palabra gafe. Ahora, esta nueva palabra no se usaba para designar a los leprosos, pero sí mantenía el significado de ser una persona con quien nadie se quiere juntar o acercar. Un gafe ahora era quien se contagiaba de la mala suerte, por lo que si te acercabas a un gafe, también serías maldecido con la mala suerte.
3 Increíbles Historias de Gafes
Ahora que hemos cubierto el origen y evolución de la palabra gafe, entremos en detalle sobre la historia de tres gafes que se han dado a conocer entre la sociedad por su mala suerte. Esperamos te diviertas con estos curiosos relatos y desaciertos de los mayores gafes de la historia. Anímate un poco, que de seguro estas personas lo han pasado peor que tú.
1. John Lyne, el hombre más gafe del mundo
Uno de los casos más increíbles de gafes es el de John Lyne, incluso se le apodó como el «hombre más gafe del mundo». Este hombre tuvo desventuras desde el día en que nació, pues fue prematuro y los doctores le diagnosticaban pocos días de vida. Con el tiempo, los pulmones de John se desarrollaron completamente y logró superar su primer desafío. No fue mucho después que la mala suerte volvería a buscar a John, pues con tan solo 18 meses, tuvo el infortunio de beber por completo una botella de desinfectante. Afortunadamente, se le hizo un lavado se estomago y sobrevivió.
Su suerte de gafe continúo en su infancia cuando cayó de un carro de caballos y fue atropellado por una furgoneta que, milagrosamente, le pasó por encima sin hacerle daño. Luego, a los 12, un rayo cayó sobre su bicicleta y a los 14 estuvo a punto de ahogarse y se rompió un brazo al caer de un árbol. Lo más gafe de todo es que cuando iba de camino al hospital, la ambulancia chocó con un coche. Además, años después, fue atropellado por un autobús. La historia se vuelve aún peor cuando decide trabajar como minero.
2. Tsutomu Yamaguchi
De seguro sabes que durante la Segunda Guerra Mundial cayeron dos bombas atómicas sobre Japón, en dos de sus ciudades más importantes: Nagasaki e Hiroshima. Pues en este escenario es donde se desenvuelve la historia de nuestro próximo gafe, el ingeniero Tsutomu Yamaguchi.
Este hombre es el único que se ha registrado como víctima de las dos terribles bombas atómicas. Tanto en el primer bombardeo como en el segundo, este hombre se encontraba a tan solo tres kilómetros del lugar de detonación. Con la primera bomba, sobrevivió aunque sufrió graves quemaduras. Ante este grave accidente decide regresar a su ciudad natal; Nagasaki. Allí fue víctima de la segunda detonación, aunque igualmente sobrevivió. Sin duda, fue un suceso muy desafortunado, pero, para haber sobrevivo a dos ataques nucleares, hay que tener un poco de suerte.
3. Melanie Martínez
A Melanie Martínez la han apodado como la mujer más desafortunada de Estados Unidos. Pues, en su vida ha perdido 5 de sus viviendas a causa de diferentes huracanes. La primera casa la perdió contra el huracán «Betsy» en 1965. Varios años después, en 1985, perdió su segundo hogar debido a los estragos del huracán «Juan», en la tercera ocasión el culpable fue el huracán «George» en 1998 y luego, ya en el 2005, el huracán «Katrina» la encontró y la dejó sin hogar.
Ante esta situación tan peculiar y desafortunada, un programa de televisión quiso recaudar fondos para que Melanie pudiera reconstruir su vida y su hogar. Aunque esto parecía ser la fortuna sonriéndole, todo fue en vano, ya que en el 2012 el huracán «Isaac» inundó su casa dejándola inhabitable. Además, en esta ocasión el huracán casi acaba con su vida. Lo más sorprendente de la historia de Melanie es que, a pesar de todos estos malos ratos, dice que no se considera la mujer más desafortunada del país, pues vive muy feliz junto con su familia en un nuevo departamento.
Estas han sido las tres historias de los gafes más conocidos en el mundo. Ante estas accidentales coincidencias, nos preguntas si realmente estos gafes tienen muy mal suerte o si, por el contrario, cuentan con demasiada buena suerte para escapar de los males que los persiguen. Lo cierto es que todos hemos tenido esos días malos en los que nos sentimos como un verdadero gafe. ¿Qué piensas tú? ¿Conocías el origen de esta peculiar palabra? Y, si por casualidad, conoces a un gafe o tu mismo has tenido que enfrentarte a la mala suerte, cuéntanos tus historias en los comentarios. ¡Nos encantaría leerte!