Desde niños en casa y en la escuela nos enseñan normas de educación para vivir en sociedad. Dejar sentar a los mayores y embarazadas en el autobús, no escupir, utilizar los cubiertos correctamente, no decir malas palabras… y muchas otras. Muchas de estas reglas son de sentido común y en general las conoce y respeta casi todo el mundo. Sin embargo, parece que el llamado «Salvaje Oeste» era realmente montaraz a juzgar por las curiosas reglas para viajar en diligencia de la «Wells Fargo Stagecoach». Acompáñanos a conocerlas, seguro que te sorprenderán y algunas te divertirán.
Reglas para viajar en diligencia
Desde mediados del siglo XIX y hasta principios del siglo XX hicieron furor en todo Europa y América los llamados Manuales de Urbanidad. Uno de los más populares fue el de el venezolano Manuel Carreño que incluso es citado en varias novelas. Naturalmente, en EE.UU. también existían esos manuales o conjuntos de normas de convivencia, pero al parecer era necesario recordárselas a los viajeros de las diligencias.
El transporte en diligencia era prácticamente la única opción para moverse por el Salvaje Oeste y comportaba viajes largos, polvorientos e incómodos, compartiendo un espacio reducido con mercancías y posiblemente más de 10 compañeros de viaje. Estas reglas son las que en 1877 publicó el Omaha Herald, tomadas de la Wells Fargo:
– Se pide que los pasajeros se abstengan de beber alcohol, pero se especifica que si han de beber necesariamente, compartan la botella con los otros pasajeros.
La compañía hacía una reflexión sobre el egoísmo de no compartir. ¡Alucinante!
– Se pide a los usuarios varones que no fumen puros o en pipa, ya que este olor es repulsivo para las féminas presentes. Se permite mascar tabaco siempre que se escupa por la ventanilla a favor del viento y no contra él.
¡Es fácil imaginar las consecuencias si se escupía a contraviento!
– Si hace frío, la compañía proporcionará mantas de piel de búfalo. Las mantas deben ser compartidas por todos los pasajeros.
La Wells Fargo amenazaba con hacer viajar al infractor de esta norma al lado del conductor, en el exterior del vehículo. Si hacía frío, mejor compartir, seguro que en el pescante era mucho peor.
– Si se duerme, no ronque fuerte ni use el hombro de su compañero como si fuera una almohada. Este acto puede ser mal entendido por el otro viajero y provocar fricciones.
Una vez dormido, es difícil controlar el volumen del ronquido, así que esta regla para viajar en diligencia parece de difícil cumplimiento.
– El viajero puede llevar consigo armas de fuego para utilizar en caso de emergencia. No deben dispararse por placer o para abatir animales salvajes durante el trayecto, ya que el ruido asusta a los caballos.
Debía ser algo común que los pasajeros disparasen por la ventanilla, para hacer puntería en plena marcha.
– Si los caballos se descontrolan se debe mantener la calma. Si se sale del carruaje por miedo se quedará, además de posiblemente herido, a merced de los elementos, los indios y los lobos hambrientos.
Evidentemente, ¡mejor no saltar de la diligencia con los caballos desbocados!
– Durante el trayecto se prohíbe hablar de los atracos a diligencias y de los levantamientos de los indios.
Para no atemorizar más a los sufridos viajeros, la compañía consideraba que era mejor evitar temas escabrosos.
También se pedía a los pasajeros que no dijeran malas palabras si habían niños y mujeres, que no preguntasen continuamente cuanto faltaba para llegar y que fueran educados y caballerosos con las damas. A los infractores de estas reglas para viajar en diligencia se les echaría fuera del vehículo y deberían llegar caminando hasta su destino.
¿Qué te han parecido estas normas para viajar en diligencia? ¿Crees que en los transportes públicos de hoy en día también sería necesario recordar algunas normas de comportamiento? Si te ha interesado este artículo, quizá quieras leer: