Ámbar gris. ¿Has oído hablar en alguna ocasión de este singular compuesto? No hace mucho te invitamos a conocer un curioso incidente sucedido en una región rusa, cuando en un día de tormenta, aparecieron de pronto en la playa numerosas piedras de ámbar, vieja resina fosilizada donde es habitual encontrar pequeños microorganismos.
Ahora bien… ¿Qué hay del ámbar gris? ¿Es resina también? En absoluto. Muchos biólogos lo llaman vulgarmente «vómito de ballena». La razón por la que prefieren llamarlo así es para no darle demasiada importancia, para evitar que se produzcan cazas indiscriminadas hacia los cachalotes en busca de esa secreción biliar de estos bellos animales, por la que se llegan a pagar hasta 50.000 euros por unos pocos gramos.
¿La razón? El ámbar gris es muy apreciado por el mercado de las perfumerías. ¿Sorprendido/a? Te damos seguidamente toda la información.
Ámbar gris o vómito de ballena
Nos quedaremos con la definición que nos dan muchos biólogos, en especial, para evitar que se comercie con el ámbar gris, con este fluido intestinal de los cachalotes que tanto aprecia la industria de los perfumes. Si bien es cierto que es común encontrarse con ámbar gris flotando en los océanos, hubo una época en la que se aprovechaba la caza de estos animales para obtener también esta sustancia.
Pero, ¿que es en realidad el ámbar gris? Para entenderlo pondremos un ejemplo. El «plato» preferido de los cachalotes son los calamares. Cuando los cazan en esas profundidades donde suelen habitar estas misteriosas criaturas, deben procesarlos a lo largo de nada más y nada menos que de cuatro estómagos. Es una larga secuencia orgánica mediante la cual, deshacer los restos del calamar a través de fuertes ácidos gástricos, donde al final, deben separarse todos esos elementos que no aportan nutriente alguno, como por ejemplo, el pico de los calamares. ¿Y cómo consiguen llevar estas piezas de desecho hasta los intestinos? Mediante un tipo de bilis, que al final, reacciona convirtiéndose en ámbar gris. Y el cual, puede llegar al exterior en muchas ocasiones.
Este singular «resto orgánico» puede encontrarse en las playas, flotando en el océano, u obviamente en el propio abdomen de los cachalotes. Aunque hemos de decir que hay personas especializadas en buscar ámbar gris a lo largo de las playas, dado los precios tan elevados que suelen pagarse por él, pero generalmente son muy pocos los gramos que logran «rescatarse» de las mareas.
Se dice también que cuando uno encuentra dicha secreción biliar del cachalote, reacciona ante el nauseabundo olor que desprende. Sin embargo, algo ocurre al cabo de unos segundos. El olor es embriagador y cuanto más lo hueles, más te embelesa. De ahí que sea tan apreciado por las empresas de perfumería. Su secreto está en un componente casi «mágico» llamado (-)Ambreino, un alcohol triterpeno que pesar de no tener olor, al entrar en contacto con el aire y el sol, va produciendo irresistibles compuestos volátiles de aromas increíbles. Pasa, por así decirlo, del olor más fétido a la fragancia más embriagadora. De ahí que en la industria de los perfumes sea tan deseado el ámbar gris, pero puesto que su comercio está prohibido, se recurre siempre a un compuesto sintético.
Sea como sea, preferiremos siempre quedarnos con dicho sucedáneo sintético, antes que promover que se intente obtener ámbar gris de algún modo que pueda hacer daño a los siempre increíbles y bellos cachalotes. ¿Estás de acuerdo?
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