Imagínate que estás en 1907, abres una buena mañana el periódico y te encuentras con el siguiente anuncio:
«Se buscan hombres para viaje peligroso. Sueldo escaso. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura el regreso. Honor y reconocimiento en caso de éxito.»
¿Qué harías? Seguramente pensarías que se trata de una broma o que un loco intrépido está planeando algo muy peligroso. De cualquier manera es probable que no aceptaras la propuesta de este anuncio y que siguieras leyendo el periódico tranquilamente.
Pero en 1907 los barcos estaban hechos de madera y los hombres de hierro. Nada más y nada menos que 5.000 osados aventureros respondieron a la llamada de Ernest Shackleton, un irlandés obstinado con conquistar el polo Sur.
¿Quién era Ernest Shackleton?
Ernest Shackleton fue un explorador de origen irlandés, un aventurero a la vieja usanza cuyo ímpetu es equiparable al de Cristobal Colón, James Cook o Marco Polo.
En su infancia y juventud Ernest Shackleton pasaba las horas leyendo, era una de sus mayores aficiones y gracias a la lectura cultivó una gran curiosidad por los misterios que esconde nuestro planeta. Su alma aventurera le hizo proponerse una meta: alcanzar el Polo Sur, una meta que nadie había conseguido por aquel entonces. Esta es la historia de cómo se convirtió en uno de los principales personajes de la «edad heroica de la exploración de la Antártica».
El primer contacto que tuvo Ernest Shackleton con la Antártida fue en la expedición británica Discovery que se desarrolló entre 1901 y 1903. Shackleton era el tercer oficial de la nave capitaneada por Robert Scott. Se trataba de una expedición muy poco preparada, no tenían experiencia polar y durante el desarrollo de la misma se cometieron muchos errores. De cualquier modo lograron establecer un nuevo récord al alcanzar la latitud 82º 17′. A pesar del récord, el sabor de la misión fue amargo: murieron más de 20 perros envenenados por comida en mal estado, algunos miembros de la misión sufrieron congelaciones e incluso escorbuto. Shackleton acabó muy debilitado, pero sabía que esta no sería su última visita a estas frías tierras.
Cuándo volvió a casa, lo hizo como un héroe, ganó fama y reconocimiento y es por ello que le resultó relativamente fácil poner a unto una nueva expedición al continente helado. En este caso, Shackleton lideró la expedición a bordo del navío Nimrod. Su objetivo: Alcanzar el polo Sur. Durante este viaje también se encontraron con multitud de impedimentos, entre ellos encallar el barco en el hielo a 26 km de la base. El mal tiempo y otras dificultades hicieron que la expedición se quedara a 180 km del polo Sur, se encontraban en mal estado y es por ello que decidieron volver.
La tercera incursión
La tercera incursión es sin dudas la más conocida por la sucesión de despropósitos que se vivieron. Para esta misión Shackleton publicó su famoso anuncio en el periódico Times buscando «hombres para viaje peligroso».
Pero antes de partir, Shackleton, recibió una mala noticia: Un explorador llamado Roald Amudsen, de una expedición Noruega, consiguió alcanzar el polo Sur convirtiéndose en el primer hombre en lograrlo. A Shackleton le habían arrebatado la meta, pero lejos de desanimarle, le inspiró para ponerle un objetivo aún más ambicioso a su tercera misión: Cruzar toda la Antártida de costa a costa y pasando por el polo Sur, ¡Más de 3.000 kilómetros de ruta!
El barco con el que zarparon para completar tan honorable hazaña fue el «Endurance», que traducido al español significa «resistencia», una capacidad física que seguro que iban a necesitar en abundancia los 28 tripulantes de este buque rompe-hielos.
Nada hacía presagiar los problemas con los que se iba a encontrar la expedición en su trayectoria. Todo comenzó cuando el 19 de Enero cuando el Endurance quedó atrapado en un banco de hielo. Shackleton ordenó desembarcar y montar una base con la esperanza de que la llegada de la primavera permitiera el desbloqueo de la embarcación…pero nada más lejos de la realidad. La primavera provocó grandes movimientos de placas de hielo que trituraron el casco del Endurance y provocaron su hundimiento.
Casi no habían comenzado la misión y ya se habían quedado sin barco y en una posición muy peligrosa. Por suerte, las dotes de liderazgo de este irlandés consiguieron levantar la moral de sus hombres y transportando lo poco que habían podido salvar del barco y sacrificando a sus perros para alimentarse, pusieron rumbo a la isla de Paulet donde se suponía que encontrarían almacenes de suministros. Mientras avanzaron se dieron cuenta de que se encontraban a la deriva, estaban caminando por una enorme placa de hielo que flotaba en las gélidas aguas del mar de Weddel. Esperaban que la placa de hielo los llevase a tierra firme, pero no fue así. De hecho esta placa se partió en dos y fue entonces cuando Shackleton ordenó embarcar en los botes. Después de 5 peligrosos días en ellos consiguieron llegar a la isla elefante, allí Shackleton perdió varios dedos por congelación al cederle los guantes al fotógrafo de la expedición.
La isla elefante era un lugar hosco y deshabitado que no podía ofrecer refugio ni alimentos a la expedición. Shackleton tuvo que tomar otra importante decisión: Abandonar la isla en bote para llegar a las estaciones balleneras de las islas Georgias del Sur, a más de 1300 kilómetros de distancia.
En el bote Shackleton y cinco de sus hombres pusieron rumbo a las estaciones balleneras. Durante dos semanas quedaron a merced de las tormentas marinas que amenazaban con destrozar el barco y cuando llegaron a la isla, lo hicieron a la parte Sur, una zona totalmente deshabitada. Se vieron obligados a dejar el bote y a andar más de 36 horas para llegar a la estación ballenera y pedir ayuda. Cuando llegaron Shackleton se puso manos a la obra para organizar un equipo de rescate para ayudar a los hombres que había dejado atrás. Después de unos días de lucha contra el hielo y las condiciones climáticas, por fin lo consiguieron.
Un hombre adicto al peligro
Cuando volvió de esta expedición se encontró con una Europa sumida en la Primera Guerra Mundial. A pesar de que no lo llamaron nunca a filas, insistió en alistarse para luchar en el frente, por suerte no se lo permitieron.
Aburrido de una vida de charlas y conferencias sobre su última expedición, decidió realizar otra más. Consiguió financiación para comprar un ballenero y emprender una aventura con algunos de sus antiguos compañeros del Endurance. Pero la tragedia le sobrevino antes de llegar a la Antártida, a la altura de Brasil, Ernest Shackleton murió de problemas cardiacos.
Y así es cómo acaba la épica historia de Ernest Shackleton, una vida aventurera que lo convirtió en toda una personalidad de aquella época.
El misterio de la anuncio en el periódico
La historia de este explorador irlandés ha llegado hasta nuestros días no sólo por lo increíble y trágico de sus aventuras sino también gracias al anuncio que publicó en el periódico Times. Un anuncio considerado por muchos como uno de los de los discursos más gloriosos y que mejor captan el alma de los bravos aventureros.
El problema es que este anuncio, que se ha convertido con el tiempo en uno de los textos más virales en internet en cuanto a aventuras se refiere, probablemente nunca existió.
Varios investigadores han revisado la hemeroteca del periódico Times y no han encontrado ningún anuncio como este, ni parecido. Además, los investigadores han rastreado este anuncio en otros medios de comunicación, en las notas personales de Shackleton e incluso en las de sus allegados y nunca han encontrado una referencia a este anuncio. Cómo curiosidad adicional, desde hace más de 12 años hay una web que ofrece 100$ a quién pueda dar una pista sobre la existencia de este anuncio…por supuesto, tampoco se ha encontrado respuestas.