Seguro que alguna vez -o muchas- has mandado o te han mandado a freír espárragos, al carajo o a la porra. Todas estas expresiones tienen en común el objetivo que pretenden alcanzar: echar a esa persona fuera de tu vista para que no te moleste más o dejarle claro tu enfado o disconformidad con algo que han dicho o hecho.

Pero en Supercurioso te contamos, además, el origen de cinco de las expresiones más utilizadas cuando queremos deshacernos de ese acompañante indeseable. Así sabrás qué penitencia es más adecuada para cada interlocutor.

«Vete a freír espárragos»

Con lo buenos que están, más que un castigo parece un premio, pero no es así. Y no, no tiene nada que ver con el hecho de que cuando comemos espárragos la orina huela mal.

La clave se encuentra en el verbo freír. Los espárragos son muy rápidos de cocinar cuando se cuecen, ya que sólo necesitan un hervor, así que para demostrar nuestro desaire mandamos al plasta de turno a freírlos, en lugar de hervirlos, para que se dedique a algo muy complicado e inútil.

Espárragos

Esta expresión proviene del siglo XIX y el sentido de la misma no ha variado con el tiempo.

También se puede utilizar la frase “Vete a esparragar”, es decir, a recoger espárragos, otra ardua tarea con la que castigar a la persona y perderla de vista.

«Vete al carajo»

Ya no aguantas más. Llevas un rato mordiéndote la lengua, pero al final estallas: “¡Vete al carajo!”, gritas a tu interlocutor. ¿Pero sabes exactamente dónde lo estás enviando?

Cuando el Imperio Español vivía sus años de expansión, los navegantes se dedicaban a surcar los mares en busca de nuevas tierras en sus carabelas. En el mástil, un vigía oteaba el horizonte sin descanso dentro de una canasta o cesta a la que estos marineros llamaban carajo por su parecido con el órgano sexual masculino.

Carajo

Y es que carajo, según la primera acepción de la Real Academia de la Lengua Española, es el miembro viril.

Por tanto, enviar a alguien al carajo significaba mandarlo a la soledad del mástil, aguantando los envites del mar, el sol, el viento y la lluvia. Allí eran condenados, durante horas e incluso días, los marineros que cometían alguna infracción y la expresión se popularizó hasta nuestros días con el sentido de disgusto o molestias.

«Vete a la porra»

Del mar al Ejército, porque la expresión “Vete a la porra” tiene un origen militar.

Según narra el general Luis Bermúdez de Castro en su obra Mosaico militar, de 1951, la porra a la que se refiere la expresión es “la porra plata que servía de puño a su largo bastón de enormes borlas de oro” que se giraba y se lanzaba al frente de la banda junto al Tambor Mayor.

Porra

Este estandarte, según establecieron las Ordenanzas militares de Carlos III, tenía que situarse en el centro del campamento y, además, los soldados arrestados por faltas disciplinarias se colocarían alrededor del mismo para recibir su castigo. Así, eran condenados y se les mandaba a la porra.

La expresión se trasladó al ámbito civil pero manteniendo el significado de ofensa y descrédito.

«Vete a hacer puñetas»

Las puñetas son un tipo de delicado y laborioso encaje que se usa, por ejemplo, en los puños de las togas de los jueces y juristas, sacerdotes y altos representantes de las universidades.

Puñetas

La dificultad y dedicación que conlleva confeccionar puñetas a mano, con aguja e hilo, provoca que se conciba como una tarea poco deseada y tediosa. Por eso, si mandamos a alguien a hacer puñetas queremos alejarlo por largo tiempo de nuestro lado y que así nos deje en paz.

«Que te den morcilla»

Terminamos como empezamos: con comida. Y es que la expresión “Que te den morcilla” solemos emplearla cuando queremos mostrar nuestro irritación con una persona.

Aunque parece el castigo más apetecible de todos los que hemos visto, lo cierto es que el más letal, así que te lo puedes reservar para enfados de gran calibre.

Morcilla

Esta frase hecha proviene del uso que se hacía de las morcillas para eliminar la rabia en los animales callejeros en la antigüedad. Los ciudadanos y autoridades, para evitar que esta enfermedad contagiosa se propagara, optaban por matar a los animales vagabundos.

Para ello les daban morcilla, sí, pero con estricnina en su interior, un veneno mortal. Y este es el manjar que ofreces cuando dices “Que te den morcilla”.

Estas expresiones son una muestra, pero hay muchas otras con el mismo significado o variantes según la zona geográfica. ¿Conoces alguna más?

Si te ha gustado este artículo, te recomendamos este otro post sobre “Aquí hay gato encerrado” y otras expresiones.