Esta es la historia de una de las artistas más importantes de la vanguardia de principios del siglo XX, Sonia Delaunay. Una mujer maravillosa, pese a que por mucho tiempo quedó eclipsada bajo la sombra de su marido, también artista. No obstante, en los últimos años se ha venido reivindicando su figura, y por eso mismo en Supercurioso hemos querido formar parte de esta nueva ola que reivindica la figura de esta gran artista, contándote los pormenores de su carrera para que te animes a conocer su obra y su trabajo a fondo. ¿Te animas a conocer la historia de esta increíble pintora y diseñadora? Acompáñanos para que conozcas su asombroso recorrido y su historia de pasión por el color.
Sonia Delaunay y su pasión por el color
Sonia Delaunay y su esposo Robert Delaunay fueron 2 importantes artistas de la vanguardia de principios del S. XX. Sonia se ganó a pulso un nombre para siempre en la Historia del Arte, independientemente de su marido, como pintora y diseñadora de moda y de todo tipo de objetos. Sonia nació en Ucrania, en el año 1885, bajo el nombre de Sarah Ilínichna Stern, el cual quedó de lado bajo el seudónimo artístico que usó a lo largo de su vida. Comenzó su carrera como diseñadora, pero pronto supo diversificar su labor y, de un salto, se pasó al mundo del arte, desde el cual supo desarrollar muy bien sus habilidades ya no solo como diseñadora, sino como una artista amante del color. Sus obras son, sin lugar a dudas, testimonio de su gran pasión por el color, y hoy en día es rememorada con gran estima por muchos apasionados del color, la pintura y del diseño, ya que sus aportes en el arte fueron muchos. Vamos a repasar su historia.
1. Los comienzos de una vida dedicada al arte
Si hay una palabra para definir a Sonia Delaunay, esa debe ser versatilidad, y es que Sonia nunca se mantuvo quieta, sino que siempre estuvo innovando en el área artística a través de varios flancos: la pintura, escenografía, diseño de moda, decoración de interiores y hasta publicidad. Todo esto siempre atado a su pasión por el color, la cual supo involucrar que cada aspecto de su vida. De hecho, Sonia llevó el arte a ser parte fundamental y cotidiana de su vida, convirtiéndose en una artista completa y madura.
Sonia nació bajo el nombre de Sarah Ilinitchna Stern, en una casa judía en Odessa, Ucrania, para el año 1885. La pequeña Sarah había nacido en una familia modesta que vivía con muy poco, razón por la cual sus padres mandaron a Sonia, cuando solo contaba con 5 años, a vivir con un tío materno y su esposa en San Petersburgo: aquella sería una de las experiencias que marcarían su vida. En casa de sus tíos Sonia disfrutó de una buena educación, visitó y frecuento distintos países, frecuentó diferentes museos y fue adquiriendo, poco a poco, un gran amor por el arte que su tío sabía inculcarle. El tío de Sonia era abogado, pero, sobre todo, era un amante del arte plástico, razón por la cual la pequeña Sonia vivió rodeada de hermosas pinturas que desde muy niña llamaron su atención.
2. Al extranjero y al amor
Para 1903 Sonia partía a Alemania a continuar sus estudios, y allí se empezó a familiarizar con el arte contemporáneo de la época. Dos años después se traslada a París a estudiar en una academia de arte, donde hizo amistad con varios artistas que más tarde tendrían gran renombre. Para no volver a Rusia, por presiones familiares, se casa en el año 1909, pero no es sino hasta el año siguiente que consigue el verdadero amor cuando conoce a Robert Delaunay, quien se convertiría en su compañero de toda la vida. Como Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, lo que hace a esta pareja tan sólida y unida es su amor por sí mismos, por el otro y, fundamentalmente, por el arte, su gran espacio de encuentro.
La casa de que compartían Robert y Sonia Delaunay se convirtió en un espacio artístico, que frecuentaban distintos pintores de la época. Con el paso del tiempo, las obras de la pareja fueron mutando y, a la vez, abriéndose camino a través del mundo cultural de París. Sonia, más que a la pintura, fue virando hacia otros tipos de expresiones artísticas, objetos que parecían banales como una simple cobija o una funda para una almohada, pero que poco a poco fueron haciendo florecer su pasión artística y su entusiasmo por los colores. Así fue incursionando en otros espacios y otros medios de expresión.
3. Una vida dedicada al arte
Con el tiempo, estos pequeños objetos fueron llamando más la atención, y su estilo personal se fue desarrollando más y más. Cuando estalla la Primera Guerra Mundial Sonia y su esposo se encontraban en Madrid y, por las dificultades políticas que la guerra ocasionaba, decidieron asentarse entonces. Para entonces inauguran la Casa Sonia, una casa de modas que se convertiría en una de las más famosas de todo Madrid. Desde ese momento en adelante el crecimiento de la pareja Delaunay en el mundo artístico no pararía, hasta el punto que ambos, aunque con diferencias marcadas entre un artista y el otro, se convirtieron en los abanderados del Orfismo, una corriente artística caracterizada por explotar las formas lumínicas del color y que resultó ser completamente vanguardista en la época.
A tal punto creció el talento artístico y la fama de Sonia que, en 1964, se convirtió en la primera mujer a la que el Museo del Louvre le dedicaba una exposición. Pero este no fue su único logro, ya que el trabajo de Sonia Delaunay invadió muchos espacios que para ese entonces no parecían pertenecer propiamente al mundo del arte, y sus logros fueron muchos, tantos que llegó a trabajar incluso como ilustradora de libros, porque para Sonia ningún trabajo era demasiado chiquito ni demasiado grande como para que no pudiera desarrollar en él todo su arte.
Su vida siguió dando vuelcos. Más tarde volvió a París y allí se estableció hasta el día de su muerte, en el año 1979. Para entonces, ya tenía una trayectoria artística impecable y su nombre era conocido en toda Europa. Aunque su nombre se mantuvo asociado durante mucho tiempo al de su esposo, e incluso eclipsado por él muchas veces, hoy en día la recordamos por su gran trayectoria artística, y el nombre de Sonia Delaunay sigue, hoy en día, brillando con luz propia.
4. Lo que Sonia Delaunay nos dejó
La vida y obra de Sonia fueron sin duda de suma importancia. Aunque no se haya convertido en un ícono del feminismo moderno, la experiencia de Sonia en el mundo del arte ayudó a abrir camino para grandes mujeres que luego incursionarían en este mundo, y su obra es un ejemplo de cómo cualquier cosa, por banal que parezca, se puede convertir en arte. Sonia fue mucho más allá del simple hecho de pegar una banana en una pared y llamarlo un símbolo del consumo: sus juegos con el color, sus habilidades a la hora de pintar o bordar, sus juegos de luces, todo eso nos cautiva y nos llama la atención portentosamente, porque ella, como pocos, supo transformar algo aparentemente carente de significado en algo fantástico.
¿Qué te ha parecido nuestro artículo sobre Sonia Delaunay? ¿Conocías su vida? ¿Te gustaría conocer su obra? Déjanos tu opinión sobre esta increíble artista en los comentarios, ¡estaremos deseando leerte!