En Supercurioso te hemos hablado del misterio de las Huellas del diablo, todavía no resuelto por la ciencia. Esta figura ha inspirado terror y ha generado historias y misterios que pondrían la piel de gallina al más valiente y escéptico. En esta ocasión te pediremos que permanezcas de pie durante todo el viaje, ya que no podrás sentarte en otro lugar que en «el Sillón del Diablo». ¿Estás listo para conocerlo?
El Sillón del diablo: Puro Conocimiento o… Muerte
Un sillón frailero aparentemente normal e incluso anodino entre los muebles religiosos del siglo XVI, si no fuera porque, incluso hoy en día, cuenta con una cinta que impide que nadie se acomode en él. Seguramente habrá quien al visitar el Museo de Valladolid, lugar en el que se encuentra, sienta la tentación de retirar la cinta y dejarse caer sobre él, pero eso es porque no conoce su historia.
Saturnino Rivera Manescau recogió los siguientes y terribles hechos alrededor de este sillón en 1948.
El origen del Mal
1550. Un reputado médico, Andrés de Proaza, asiste incansable a las primeras clases de la cátedra de Anatomía de España, impartidas por Alfondo Rodríguez Guevara, prestigioso cirujano de la época.
Seguramente disfrutaba tremendamente de las clases, tanto que quizá se llevaba la lección a casa. Sus vecinos poco a poco extendieron el rumor de que por las noches realizaba magia negra en el sótano de su hogar. Cuando se ponía el sol, los gemidos y murmullos empezaban a surgir del hogar de Proaza, mientras se teñía de rojo la zona del río que pasaba por detrás del edificio.
Todo habría quedado en habladurías, si no hubiera desaparecido uno de los pequeños del vecindario. Las autoridades escucharon los rumores y no dudaron en entrar en casa de Andrés de Proaza. Lo que allí encontraron era uno de los espectáculos más macabros que podemos imaginar: los restos del pequeño estaban allí, destrozados. Según confesara el mismo doctor, practicó la disección en vivo con él. De hecho, se hallaron también los cuerpos de varios animales, también diseccionados. Su sed de conocimiento lo había enloquecido, llevándolo cobrarse la vida de inocentes.
¿Qué tiene que ver todo esto con el sillón? Te preguntarás. De Proaza confesó que no había brujería en sus actos, pero que cierto nigromante le había regalado un poderoso sillón. Si un médico se sentaba él «recibiría luces sobrenaturales para curar enfermedades«, pero si se tomaba asiento 3 veces sin ser médico o destruías el sillón… La consecuencia era la muerte. Esta historia no ayudó a de Proaza que terminó siendo ahorcado por orden de la Inquisición. ¿Fue el sillón quien lo condujo a tan sangrientos actos?
La maldición del Sillón del Diablo continúa
El silencioso sillón pasó a manos de la Universidad, en concreto a un trastero donde lo encontró un bedel que decidió darle uso durante los largos tiempos muertos entre clases. A los tres días de haberlo encontrado apareció muerto sentado entre sus brazos. ¿Qué ocurrió? Se contrató a otro bedel. Puedes imaginar lo que pasó a los 3 días y dónde.
Ambas muertes hicieron que alguien recordara las palabras de Andrés de Proaza y se procediera a dejar el sillón en la capilla. ¿Cómo? Colgándolo del techo para que fuera imposible aposentarse en él nunca más.
Desde entonces, a pesar de haber pasado por varias colecciones y exposiciones, el Sillón del Diablo no ha vuelto a dar cobijo a nadie. ¿Qué ocurriría? ¿Te la jugarías e intentarías sentarte en él para obtener todo el conocimiento o, como nosotros, prefieres abstenerte?
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