¿Has oído hablar de la terapia del silencio, un novedoso método para curar? Aquí en Supercurioso te explicamos de qué se trata.
La terapia del silencio. Ningún ruido, eso es todo lo que nuestro cerebro necesita
Los que meditamos con cierta frecuencia conocemos el poder terapéutico del silencio y las inmensas bondades que trae a nuestro organismo, desde el punto de vista emocional. Pero ahora, un grupo de científicos alemanes descubrió una faceta increíble de la ausencia de ruido –externo e interno, el más difícil–, y es que el silencio ayuda enormemente a la regeneración cerebral.
La neurogénesis, descubierta recientemente, ha dado nueva fuerza a las investigaciones dirigidas a buscar lo que podría originar el nacimiento de nuevas neuronas, y en este contexto, un equipo de científicos del Centro de Investigación de Terapias Regenerativas de Dresde descubrió el impacto que el silencio imprime en el cerebro; mediante un experimento con ratones, a los que se les suprimía todo tipo de ruidos durante dos horas diarias, los científicos comprobaron que en la región del hipocampo –relacionada con la memoria, el aprendizaje y las emociones– crecían nuevas células. Este descubrimiento fue tanto más sorprendente por cuanto hasta hace poco se pensaba que las neuronas no se regeneraban, y tal cosa significaba que, desde el punto de vista cerebral, estábamos condenados a un proceso de envejecimiento forzoso e inevitable por causa de la desaparición o muerte de nuestras neuronas.
Se dieron cuenta de que estas células se diferenciaban y se integraban al sistema nervioso central, y allí podían cumplir distintas funciones. Tal hallazgo le ha dado un giro al enfoque del silencio, pues ya muchos terapeutas han decidido incorporarlo como una herramienta terapéutica, no sólo para calmar el estrés, sino para propiciar la regeneración cerebral. Unos diez minutos diarios de silencio ayudan, además, a conservar la memoria.
¿Y qué es lo que sucede? Cuando descansamos, se activa en el cerebro una especie de “red” que evalúa la información obtenida a lo largo del día, guardándola o desechándola; en ella trabajan distintas regiones del cerebro, que lo hacen por debajo del nivel de conciencia. Otro grupo de investigadores de Harvard descubrió que esta red se activa cuando estamos en silencio y con los ojos cerrados (ya que es fácilmente “distraída” por cualquier estímulo exterior); sabemos desde el colegio que el sonido está compuesto por ondas, éstas producen vibraciones en los huesecillos del oído, que a su vez transmiten tal movimiento a la cóclea –donde se convierten en señales eléctricas que finalmente llegan al cerebro–; el organismo está diseñado para reaccionar inmediatamente a dichas señales, aunque estemos dormidos, y por eso un ruido provocará que la amígdala se active e indefectiblemente estimulará la producción de cortisol y adrenalina, hormonas que aumentan los niveles de estrés.
El silencio, en contraparte, baja estos niveles, tiene el efecto inverso al ruido, sanando y relajando tanto nuestro cuerpo como el cerebro. En la Universidad de Pavía, Italia, comprobaron que apenas dos minutos en completo silencio proporcionaban en pacientes con altos niveles de estrés mayor disminución de la presión sanguínea y aliviaban más que escuchar cualquier música relajante.
Cultivar el silencio en las grandes ciudades puede resultar sumamente difícil, tomando en cuenta los ruidos “naturales” que conviven en una urbe: tráfico, gritos, motores encendidos, fábricas, industrias… Sin embargo, es posible encontrar rincones –en nuestra casa o en algún parque urbano– donde, con ayuda de pequeños tapones para los oídos, aislarnos un rato de los sonidos y llevar a cabo esta terapia del silencio.
Nada de música ni de ruidos de agua, sólo silencio. Será la mejor terapia para eliminar el estrés y regenerar nuestras neuronas. ¿Qué te parece la terapia del silencio? Es una excelente manera, y gratuita, de curarnos.
Te recomendamos nuestros artículos La terapia del lloro en Japón, Abrazar árboles podría ser bueno para tu salud, la terapia del abrazo o la beneficiosa terapia con delfines.