La Warfarina es uno de los anticoagulantes más comunes del mundo. Es ampliamente recetado por los médicos, pero ¿sabías que este componente es un potente veneno para las ratas? Continúa leyendo y descubre cómo la Warfarina se convirtió en uno de los accidentes más afortunados de la historia de la medicina.
Warfarina: ¿el veneno de ratas que prescriben los médicos?
La historia de la Warfarina se remonta a los años 20 del siglo pasado. Para aquél entonces, un grupo de granjeros se mostraban seriamente preocupados por el hecho de que su ganado se moría sin explicación alguna. Los hechos ocurrían en las praderas de Canadá y al norte de Estados Unidos, y en pocas palabras, las vacas que parecían sanas sufrían hemorragias internas y se desangraban en pocas horas.
Los expertos descubrieron que las vacas sufrían estas hemorragias cuando se alimentaban de heno de trébol de olor, especialmente cuando el clima era húmedo. El veterinario canadiense Frank Schofield, patólogo del la Escuela de Veterinaria de Ontario, descubrió que las vacas morían cuando habían consumido el heno infectado con moho.
Schofield llevó a cabo un experimento para comprobar su teoría. Dicho experimento consistió en alimentar a un grupo de conejos con heno seco y a otro grupo con heno húmedo y mohoso. Lamentablemente el segundo grupo corrió con la misma suerte que las vacas. Desde entonces la enfermedad fue conocida como “la enfermedad de trébol de olor”.
Otro veterinario que trabajaba en la Estación de Agricultura Experimental de Dakota del Norte, en Fargo, Minnesota, Lee M. Roderick, descubrió que la enfermedad era prevenible. En este sentido, bastaba con no alimentar el ganado con heno mohoso y si era demasiado tarde, hacerles una transfusión de sangre de otra vaca sana.
Sin embargo, un granjero de Wisconsin estaba completamente desesperado porque era pleno invierno y sus vacas no paraban de morir, así que se dirigió a la Estación de Agricultura Experimental en Madison. Allí encontró todo cerrado, a excepción del edificio de bioquímica, donde estaba el agrónomo Karl Link. Link le indicó al granjero que debía hacerle transfusiones de sangre a sus vacas, pero el hombre no podía hacerlo ya que era muy pobre y no contaba con los recursos ni equipos necesarios.
Después del encuentro con el granjero en 1933, Link y su equipo se dedicaron a aislar el anticoagulante del heno de olor. Después de seis años lo lograron y nombraron al compuesto dicumarol. Años después, Link comenzó a plantearse la posibilidad de utilizar el dicumarol como un veneno para las ratas. No pasaría mucho tiempo antes de volverse el pesticida más exitoso del momento, pesticida que fue nombrado como Warfarina.
Pero no fue sino hasta 1951 cuando se descubrió el potencial de este veneno como un anticoagulante para el ser humano. Un joven recluta del Ejército de los Estados Unidos intentó quitarse la vida consumiendo durante 5 días seguidos Warfarina. Al ver que no moría se dirigió a la clínica de la base en donde le atendieron, le hicieron una transfusión de sangre y le inyectaron grandes dosis de vitamina K para ayudar a coagular la sangre. El hombre se recuperó por completo.
Desde ese instante la Warfarina pasó de ser un exitoso pesticida contra ratas a un anticoagulante oral recetado a los seres humanos para prevenir tromboembolismo y trombosis.
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