Suele decirse que Gran Bretaña es famosa por dotar a su país de construcciones realmente peculiares. Las excentricidades arquitectónicas son habituales en el arte de la decoración y, casi siempre, van de la mano del carácter extravagante del propietario que tenga el más sutil de los caprichos y el más acaudalado de los bolsillos. Witley Park es uno de esos maravillosos ejemplos que no podemos perdernos si, alguna vez y por casualidad, nos pasamos por Surrey.
La historia que hay detrás de esta construcción es el clásico ejemplo de una tragedia victoriana donde no está exenta la corrupción, la desgracia y el suicidio. Te invitamos a saber más.
El salón de baile oculto bajo la estatua de Neptuno
Estamos en Surrey, cerca de Godalming, ahí donde se halla el pequeño pueblo de Witley. Una vez aquí no tenemos más que preguntar por el parque, para que de inmediato nos lleven a una amplia superficie cercada por unas vallas de madera donde veremos un gran caserón y un lago. El secreto de este singular escenario se encuentra justo bajo la estatua de Neptuno. Ese dios de piedra que se alza solitario sobre el lago, custodiando aquello que hay bajo sus pies.
Pero ¿cómo accedemos al salón de baile? Muy fácil, hay una pasarela que te lleva a unas escaleras de hormigón en espiral, hasta llegar a un piso inferior, donde la temperatura es algo más baja. Es un pequeño recorrido dotado de misterio y encanto, se nota que el tiempo ha discurrido sagaz por este escenario ahora oxidado y un poco olvidado, pero del que podemos intuir igualmente su belleza. El agua brilla sobre la cúpula, ahí, en cuyo pico, sigue asomando la estatua gigante de Neptuno.
Whitaker Wright, el corrupto creador de Witley Park
Semejante capricho salió de la mente del señor Whitaker Wright, un hombre que hizo una notable carrera como estafador, alcanzando su punto máximo de éxito en 1890. Fue entonces cuando formó la «London y Globe», compañía que gestionaba un gran abanico de temas relacionados con acciones y bonos de la minería, de los que sacó notables beneficios engañando a la gente.
Su mayor capricho fue sin duda Witley Park. Alzó una casa estilo Tudor con 32 habitaciones, creó amplios jardines llenos de figuras y estatuas de bronce y realizó, sobre todo, el famoso salón de baile secreto bajo su lago. Un lago artificial que crearon más de 600 obreros tras arduas jornadas de trabajo, cambiando por completo el terreno. Una pequeña maravilla arquitectónica, que su dueño tenía como su más preciado tesoro. La casa -ese caserón inmenso lleno de lujos y más excentricidades arquitectónicas- fue destruida por un incendio en 1952 y posteriormente demolida. Queda una construcción adyacente que puedes ver en la imagen de abajo frente a una fuente. Como ves, se conserva en mejor estado que el propio salón de baile.
Nadie baila ya tampoco en el salón oculto bajo el agua, puesto que todo quedó suspendido en el olvido y el silencio cuando el señor Whright decidió quitarse la vida con cianuro. Sus estafas fueron descubiertas y la sentencia fue firme y podemos decir que hasta meritoria: se le condenó a ir a la cárcel y a confiscarle todas y cada una de sus posesiones. Pero Whitaker Whright ni siquiera llegó a pisar su celda, porque el 26 de enero de 1904, se suicidó de modo lento y agónico con una dosis de cianuro.
Decían que una de sus mayores aficiones era jugar al billar en el centro del salón de baile, ahí donde el reflejo del agua acompañaba cada uno de sus movimientos. Excentricidad, corrupción y poder de los que ya solo queda el testimonio oxidado de este parque inolvidable de Surrey.
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