El virus del Zika transmitido por los mosquitos vectores del género Aedes, puede ser una pieza clave en la lucha contra uno de los tumores cerebrales más comunes y agresivos. Resulta sorprendente como un virus tan peligroso y que es capaz de causar daños irreversibles en algunos casos, puede convertirse en un potente aliado en la lucha contra el cáncer.
Zika: clave en la lucha contra tumores cerebrales
El glioblastoma es uno de los tumores cerebrales más comunes y agresivos. Su tratamiento siempre ha resultado un poco complicado por las características del mismo. De hecho, en la mayoría de los casos las personas fallecen antes del año del diagnóstico, incluso cuando se someten a tratamientos como cirugía y quimioterapia, entre otros.
Afortunadamente la ciencia parece haberse encaminado a desarrollar un prometedor tratamiento, cuyo factor principal es el virus del Zika. Pese a que este virus es uno de los más peligrosos, especialmente para las mujeres embarazadas, se ha descubierto que también podría ser determinante en la lucha contra uno de los tumores cerebrales más agresivos que existe y hay quienes aseguran que también podría llegar a ser efectivo contra otros tipos de cáncer.
El virus del Zika es el responsable del aumento de los casos de microcefalia en fetos y en bebés en América del Sur. Según un estudio llevado a cabo por un equipo liderado por Jeremy Rich de la Universidad de California, en San Diego, el virus podría actuar sobre las células madre del cáncer y destruirlas casi por completo. A diferencia del efecto negativo en la formación de los bebés, en los adultos las secuelas suelen ser mucho más suaves.
Los científicos indujeron en ratones de laboratorio el desarrollo del agresivo tumor glioblastoma. Posteriormente inocularon una cepa del virus Zika adaptada a los roedores. El resultado fue sorprendente, el virus tenía tendencia de infectar las células madre del glioblastoma y no a las células cancerígenas ya diferenciadas o a las células sanas. Como consecuencia el crecimiento del tumor se ralentizo de forma drástica.
Rich y su equipo se muestran optimistas ante este nuevo descubrimiento y creen que puede tratarse de un avance muy importante para el tratamiento de este tipo de cáncer. Sin duda alguna, las esperanzas de vida de las personas diagnosticadas con glioblastoma pudiera alargarse considerablemente. El siguiente paso es desarrollar uan cepa del virus que sea segura y efectiva para los pacientes con este padecimiento.
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