El 23 de abril se celebra el día internacional del Libro y esto es para homenajear también a dos grandes escritores de la lengua española y del inglés: Miguel de Cervantes y William Shakespeare. La Unesco escogió este día para celebrar la creación de uno de los soportes fundamentales de la cultura humana, el libro, porque según la tradición ese mismo día, en 1616, coincidieron en la muerte ambos autores.
En un lugar de la cronología, entre dos calendarios
Claro, en la Unesco sabían que esto no era cierto, Cervantes ni siquiera murió el 23, murió el 22 y fue enterrado al día siguiente, y William tampoco murió el 23, sino diez días después, el 3 de mayo, si nos atenemos al calendario gregoriano.
La explicación es sencilla: Casi medio siglo antes, en 1582, el papa Gregorio XII modificó el calendario por el que se regían los países de la cristiandad, adelantándolo diez días, pero no todas las naciones acogieron esta reforma del calendario, y siguieron rigiéndose por el calendario juliano, establecido por Julio Cesar en el 46 antes de Cristo; entre ellas, Inglaterra, que adoptó el nuevo sistema en 1752. Por este calendario, el descartado, Shakespeare sí murió el 23 de abril, y Cervantes el trece (o más bien el doce).
Hombres de otros tiempos, hombres sin tiempo
La propuesta de vincular el Día Internacional del Libro surgió en parte gracias a la iniciativa de un escritor y editor valenciano, Vicente Clavel Andrés e inicialmente se celebraba el 7 de octubre, que era cuando se creía había nacido Cervantes.
Posteriormente se seleccionó el día de su muerte por haber mayor certeza en torno a esta fecha, o al menos eso creían entonces. La celebración de esta fecha comenzó en España en los años veinte, bajo el nombre de “Fiesta del Libro Español” y no fue sino hasta 1995 que la Unesco la adoptó como “Día Internacional del Libro”.
A pesar del error, no deja de ser justo este homenaje a la memoria de estos grandes escritores, que más allá de su obra fueron grandes potenciadores de sus respectivos idiomas y forjaron un territorio sin tiempo, donde podemos encontrarnos con Hamlet, Don Quijote, Sancho o Julieta, sin temor a equivocarnos.