Tenemos una relación ambivalente con la naturaleza, que va desde la visión de plantas y animales con los que podemos mantener una relación armoniosa, y que además necesitamos para garantizar una existencia equilibrada, y por otro lado la jungla amenazante, llena de bichos y dispuesta a hacer retroceder la civilización y a cubrirla si se descuida.
La verdad está en un lugar intermedio entre estos dos polos, y así como hay animales peligrosos para el ser humano, también hay flora que puede ser perjudicial e incluso, como curiosidad, una planta que conduce al suicidio.
La planta que conduce al suicidio
En 1963 Ernie Ryder, un oficial del Servicio de Parques de Queensland, se encontraba caminando en una zona de esta región tropical del noreste de Australia, cuando rozó con su cara la hoja de una planta cubierta con una pelusa y conocida localmente como gympie gympie; lo que siguió a continuación fue sorprendentemente doloroso:
“Durante dos o tres días el dolor fue casi insoportable, no podía dormir ni trabajar, y continuó siendo bastante fuerte por los siguientes quince días. El escozor persistió durante dos años y se repetía cada vez que tomaba una ducha fría… No hay nada que pueda rivalizar con él… es diez veces peor que cualquier otro dolor”.
Ryder se topó con una planta perteneciente a la familia de las bien llamadas urticáceas, la dendrocnide moroides, también conocida como «mora de hojas de aguijón», o como “planta del suicidio”. Es una especie arbustiva presente en las selvas tropicales de Australia en Queensland y en Nueva Gales del Sur, pero también en Nueva Guinea, las Molucas e Indonesia, y la razón por la que es conocida como la planta que conduce al suicidio no es exagerada.
Desde los primeros testimonios de exploradores en el siglo XIX, hasta los encuentros de soldados con este arbusto, todos coinciden en que se trata de un dolor extremadamente insoportable, capaz de llevarte a los extremos: en 1866 un topógrafo, A.C. MacMillan reportó, mientras trabajaba en una carretera en North Queensland, que su caballo rozó una de estas plantas, “fue picado, se enojó y murió después de dos horas”; en 1920 el botánico holandés H.J. Winckler reportó muertes de seres humanos causadas con hojas de dendrocnide; y durante la Segunda Guerra Mundial hubo varios reportes de soldados inutilizados por el gympie gympie cuando apenas estaban en fase de entrenamiento, y de un oficial que no pudo soportar el dolor y se suicidó.
Los pelos que cubren las hojas y frutos de este arbusto, que suele medir entre 1,5 y 3 metros de altura, son huecos y contienen un aguijón de sílice cubierto por una poderosa neurotoxina, la moroidina; la locura dolorosa de dos semanas a dos años puede evitarse si apenas tocada la planta se extraen los pelos utilizando cinta plástica o una pinza, evitando que se desprenda el aguijón. También se recomienda aplicarse ácido clorhídrico (diluido en agua en una proporción de 10:1).
Aunque la gympie gympie se define como una especie colonizadora, es decir, que ocupa espacios donde la vegetación ha sufrido alguna clase de intervención, generalmente humana, hoy en día se considera en peligro de extinción. ¿Te anotarías en una lista de voluntarios para cuidarla?
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