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Velocirraptores y ranitas
Es un tema que ronda a muchos espectadores desde que vieron la exitosa producción de Steven Spielberg, Parque Jurásico, estrenada en 1993 y ya parte del patrimonio cultural de millones de amantes del cine fantástico. En este filme se plantea que los dinosaurios, que en principio eran todos hembras estériles, comienzan a reproducirse porque tenían ADN de una rana que puede cambiar de sexo cuando es necesario para la supervivencia de la especie.
En realidad, tal vez no se puedan clonar y reproducir dinosaurios, pero sí hay ranitas que pueden cambiar de sexo.
¿Pez payaso o payasa?
No es una estrategia común en la naturaleza, pero el uso del cambio de sexo no es algo completamente anormal como mecanismo de reproducción y supervivencia. Las especies que pueden cambiar de sexo en algún momento de su vida son llamadas “hermafroditas secuenciales” y un ejemplo de ellas puede ser una especie de los arrecifes conocida ampliamente también gracias al cine, y estamos hablado del pez payaso (al que pertenecen los protagonistas de Buscando a Nemo), conocido científicamente como Amphiprion ocellaris. Estos peces forman colonias en los arrecifes, con machos de diversos tamaños liderados por una hembra, que suele ser el espécimen más grande.
Cuando ésta muere el ejemplar macho más grande cambia de sexo y toma su lugar en el cardumen.
Otros peces adoptan este comportamiento, aunque se trate de una estrategia inversa, como la del tordo limpiador (Labroides dimidiatus), donde es el macho el que mantiene una colonia de hembras, y al morir éste una de las hembras cambia de sexo para ocupar su lugar.
Otras especies marinas, como las estrellas de mar, algunos moluscos y gusanos pueden dar el salto entre géneros cuando hace falta.
El salto de las ranas: ¿natural o provocado?
Aunque en algunas especies de ranas arborícolas el cambio de sexo puede ser una estrategia natural, en años recientes esta práctica se ha detectado en un número mayor de anfibios, cuando se encuentran todavía en la fase de renacuajos.
Investigaciones realizadas en distintos países han llegado a conclusiones similares: los anfibios están siendo afectados por la creciente contaminación de las aguas y especialmente por la presencia de gran cantidad de estrógenos (comunes en aguas de América del Norte, Europa y otras regiones industrializadas del mundo).
Cuando el cambio de sexo es forzado lleva a la extinción
La presencia de estrógeno en el agua hace que los renacuajos machos se conviertan en hembras y, al ser todos los renacuajos hembras, las posibilidades de reproducción desaparecen. Este fenómeno, generado por la polución humana, podría llevar a muchas ranas a compartir el destino de los dinosaurios: la extinción.
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