Las turquesas tienen un aire místico, parecen arrancadas del cielo para después, haber sido sumergidas en un profundo lago. Tienen una esencia pura y hablan de tierras antiguas, de tierras con historia que saben de dioses y de viejos reyes.
Se sabe que los yacimientos más apreciados de turquesas suelen estar en el sudoeste de los Estados Unidos, extendiéndose desde Arizona, California, Colorado, Nuevo México e incluso Nevada. Su color verde azulado fue muy apreciado, a su vez, por otro punto algo más distante en el mapa: Egipto.
Solían extraerlas del país de las Turquesas, la península del Sinaí, donde a día de hoy siguen existiendo varias minas y yacimientos que nos dan testimonio de esos bellos regalos que suele esconder la Madre Tierra. De hecho, este mineral compuesto a base de aluminio y cobre es tan apreciado y buscado, que estamos ya algo acostumbrados a ver muchas imitaciones, las cuales, suelen despistar incluso a los expertos.
Para no despistarnos nosotros también te invitamos a conocer más cosas sobre estas piedras tan bellas. Pero antes dinos… ¿Son también tus favoritas?
La magia ancestral de las turquesas
Para muchas tribus de Indios Americanos, las turquesas eran piedras sagradas. Es posible que pienses en ellas como los ornamentos más clásicos que solían lucir a modo de collares y pulseras, sin embargo, eran mucho más que eso. Las turquesas eran también «medicina».
Los Navajos la usaban en polvo para crear llamativos dibujos en las rocas. De ese modo, atraían la lluvia. Y aún hay más, se han encontrado numerosos enterramientos en México donde las turquesas se colocaban para proteger el espíritu de los fallecidos. Son piedras protectoras, piedras de gran poder capaces de invocar a los dioses para que actúen como mediadores para defender al ser humano y sus almas.
Si un indio americano alzaba su hogar en un espacio determinado, lo iniciaba situando una turquesa. Sobre ella ya podía edificar lo que deseara: su casa, su pueblo, una familia.. Nunca faltaba una turquesa tampoco en las bolsas de los chamanes, o en el cuchillo ceremonial de los Aztecas.
Podríamos decir también que a pesar de su trascendencia, sigue siendo un mineral difícil de conseguir. Se encuentra en regiones desérticas y para extraerlas, se debe hacer casi siempre a mano y con laboriosidad, aunque en ocasiones también se han conseguido muchas al extraer cobre a gran escala con grandes maquinarias. Todo depende de la mina en cuestión.
Veamos ahora unos datos igual de interesantes sobre las turquesas:
- En el antiguo Egipto, las turquesas se asociaban a la diosa Hator.
- Para los árabes es la “piedra de la suerte”.
- Se la considera también un amuleto para todo viajero: nos protege de las caídas e incluso de ataques o eventos naturales o sociales que impliquen algún riesgo.
- Crea armonía en la pareja. Ahora bien, dice la vieja tradición que en el momento en que desaparezca el amor en alguno de los dos miembros, la turquesa pierde su color.
- Nos ofrece equilibrio emocional y calma a la vez que estimula nuestra área creativa.
- En general, según las viejas tradiciones, todas las piedras azules traen la fortuna a las personas.
Las turquesas han sido las predilectas para los cuellos de los gobernantes del Antiguo Egipto, también para los Incas, Moches, Aztecas, así como para los chinos la Dinastía Shang. Eran el complemento ideal para la plata, para el oro o el coral, esa pieza indispensable para las máscaras, cuchillos y escudos… Aunque a día de hoy, sean casi siempre ese adorno ideal para anillos y collares.
Así que dinos… ¿Tienes turquesas? ¿Son también tus piedras favoritas? Recuerda, si te ha gustado este artículo, tal vez te interese saber qué es el ámbar gris.