Lo sabemos, todos tenemos claro que somos diferentes, únicos y especiales. Sin embargo, a lo largo de nuestra vida pasamos esas épocas en que nos esforzamos en ser iguales al resto. Lo hacemos para obtener los mismos beneficios: integración a un grupo en el colegio o instituto, no ser tachado de «raro», sentirnos parte de algo o de un determinado número de personas, tener unos mismos ideales…
Somos seres sociales, criaturas que necesitan de la interacción cotidiana, no hay duda, sin embargo, es posible que en tu caso siempre hubiera algo que te dijera «eres diferente y no tienes por qué esforzarte en ser igual a los demás». Y a pesar de que ello hizo que en más de una ocasión te sintieras solo, no te importó en absoluto. Porque eras y «eres feliz» siendo único, auténtico: tú mismo.
Ser único está bien, es un modo de aportar autenticidad a un mundo quizá demasiado normativo y estandarizado. Aunque claro está, a veces, ello implica no sentirse del todo integrado. Veamos ahora qué características suelen definir a este tipo de personalidades que disfrutan siendo auténticas.
Siempre tuviste claro que no deseabas ser igual al resto
En ocasiones podemos verlo incluso en las aulas. Hay niños que están integrados en un amplio grupo de amigos: visten igual, llevan los mismos complementos, ven las mismas series y escuchan la misma música.
Ahora bien, es posible que en tu caso, ya desde que tienes uso de razón, eras ese inquilino de las últimas filas al que todos consideraban el raro o la rara. Vestías de modo diferente, nadie entendía tus gustos y veías al resto como personas insípidas que te aburrían enormemente.
Sabes que ser diferente te permite ser más libre
Estás libre de las modas, de los modos de pensamiento tan rutinarios, de las costumbres más deterministas, de la educación más normativa, e incluso de la política más clásica. Tu personalidad te hace ver y sentir el mundo de otro modo: eres más libre.
Pensar y sentirse diferente hace que en ocasiones, te pases gran parte de tu vida justificando muchas cosas. Explicándole a tus padres por qué quieres esto y no lo otro, defendiéndote de la gente indicándole que eres feliz de esa forma y no de otra. Ahora bien, siempre llega un momento en que comprendes que no debes justificarte, que no debes explicar a nadie lo que eres, lo que quiere o lo que vas a hacer. Y eso te hace aún más libre.
Te ríes del resto porque son todos iguales
Ya lo dijo Kurt Cobain: Se ríen de mí porque soy diferente. Yo me río de ellos porque son todos iguales. Y eso es algo que sabes desde siempre observando a los demás. Seguro que tienes un amigo o una hermana que se esfuerza cada día por vestir a la moda, por hacer esto y lo otro para agradar a alguien.
Y tú, te ríes en silencio compadeciéndolos, porque los ves sufrir, e incluso hacer cosas en contra de su voluntad sólo por agradar, sólo porque no les señalen.
Por muy diferente que seas… siempre hay alguien que encaja con tus particularidades
Si pensabas que eras la criatura más extraña del mundo, un buen día acaba apareciendo alguien que duplica tu extrañeza. Y conectáis, así, sin más, como dos universos singulares colapsando de pronto, permitiendo que todo encaje, que toda partícula sea armónica y perfecta.
Te sentiste solo/a durante mucho tiempo por ser ese punto discordante en un un jardín clones, pero ahora dispones de esa pareja o de ese grupo de amigos con el que disfrutar, con el que ser aún más creativo y sin tener que dar explicaciones a nadie de por qué eres así.
Eres único, eres especial y eso es bueno para el mundo, porque solo las personas que piensan diferente suelen aportar grandes cosas. Y además, no olvides que se necesita mucho valor para convertirse en lo que realmente llevas dentro de ti.
Y ahora dinos… ¿te identificas con alguna dimensión de las planteadas? ¡Ten por seguro que ser diferente es algo positivo! ¡Eres único/a! Si te ha gustado este artículo, descubre también las características que definen a las personas introvertidas.