La ciencia médica ha recorrido un largo camino de procedimientos casi mágicos, con pócimas, extrañas recetas que involucran partes de animales y otros métodos cuestionables para alcanzar la evolución con la que hoy cura enfermedades mortales y simples sin emplear tales excentricidades en el intento.
Al conocer estos 6 tratamientos médicos de la Antigua Roma te aliviará haber nacido en tiempos más modernos: son descabellados y, peor aún, ¡no funcionaron!
6 tratamientos médicos de la Antigua Roma increíbles
1. Dolor de cabeza
Si de aliviar el dolor de cabeza se trataba, en la Antigua Roma le confiaban la solución de este mal a los animales.
Uno de los tratamientos para combatir la jaqueca consistía en ungir la cabeza del enfermo con un vino para nada común, pues el licor con supuestos poderes medicinales debía contener un camaleón para que la fórmula fuese efectiva.
También se creía que el roce de la trompa de un elefante, en el área afectada, podía quitar el malestar. Y si la trompa tenía un poco de flema, mucho mejor. Los médicos de la época consideraban que el remedio era más potente si el animal había estornudado.
2. Nauseas
Para acabar con las nauseas existían varias alternativas entre los tratamientos médicos de la Antigua Roma, pero los romanos tenían un favorito: beber vino en cantidades exorbitantes.
Si los romanos eliminaban las arcadas pero en lugar conseguían una terrible resaca al día siguiente, aunque es probable que la creativa medicina arcaica contara con una solución también para eso (seguramente igual de extraña).
Quienes no podían tomar vino como pócima contra las nauseas eran las mujeres embarazadas. En sustitución a este remedio debían comer o tomar jugo de granadas, y si no funcionaba, tomar leche materna, preferiblemente de una madre que haya destetado a su bebé o que diera a luz a un varón.
3. Flatulencias
Los romanos solían sufrir de flatulencias feroces con bastante frecuencia. Todo, posiblemente, a causa de los mismos tratamientos médicos de la Antigua Roma que provocaban este efecto secundario.
Para atacar los gases intestinales, una de tantas recetas médicas era consumir excremento de pollo. Por suerte -o por desgracia- podían optar por otro remedio beneficio para controlar las flatulencias, como ingerir una mezcla de betún de zapatero con albahaca. Sin embargo, si se usaba a menudo, el paciente podía caer en coma o sufrir de demencia.
4. Acné
Los adolescentes de la Antigua Roma también sufrían y se acomplejaban por los molestos granitos, así que se aventuraron a probarlo todo, literalmente, para eliminarlos.
Entre tantos intentos para erradicar el acné surgió usar carne de cocodrilo para eliminar manchas, puntos negros y rojeces, darse baños no tan perfumados de aceite y queso amargo y usar jugo de mirra en una mezcla con casia y miel. Cuando nada de esto era eficaz para librarse del acné, debían tomar el consejo de un médico de la época llamado Teodosio de frotar sus rostros con un pañuelo mientras observaran a una estrella fugaz, quizá para que les concediera un milagro.
5. Epilepsia
En el presente, la epilepsia continúa siendo un reto para la ciencia. Sin embargo, los romanos antiguos estaban convencidos de que tenían la solución definitiva a esta enfermedad con sus métodos dudosos.
La persona afectada realizaría un ritual curativo que se basaba en tomar agua extraída de un muelle y luego colocar el cráneo de un hombre muerto. Acto seguido, el enfermo debía comerse a una bestia asesinada por un arma de hierro, y que además el armamento haya sido utilizado para matar a un hombre.
Al parecer, las enfermedades más complejas demandaban cumplir con una serie de singularidades para encontrar la sanación. Si nada de lo anterior funcionaba, confiaban en la efectividad del agua de testículos de jabalí o de oso para prevenir ataques.
6. Incontinencia
Entre tantos hechos insólitos en la médicas de la Antigua Roma, quienes sufrían de incontinencia tomaban un vino preparado con el pene rostizado de un cerdo. Cuando el “vino porcino” lograra embriagarlos, debían orinar sobre la cama de un perro mientras pronunciaban en latín: “esto lo hago para que no moje la cama como lo hace un perro”.
Si el paciente era un niño, era recomendado consumir un hervido de ratones para curar la incontinencia.
¿Te aventurarías a probar los tratamientos médicos de la Antigua Roma para comprobar su efectividad? ¡Coméntanos qué piensas de ellos!. No sólo eran extravagantes al intentar solucionar problemas médicos con su ciencia arcaica, también lo eran con su paladar, conoce cómo era la Cocina y banquetes en la Antigua Roma.
Imagen: Peter Dargatz.