Cientos de personas recorren distancias impresionantes para presenciar el pequeño cuerpo momificado de un bebé, al que llaman angelito milagroso. Se trata de un chiquillo que lleva más de una década visible al público en el noreste de Argentina (un país cuyas curiosidades puedes descubrir aquí) y que, según afirman los locales, es dador de milagros pero también es capaz de castigar a aquellos que supuestamente lo merecen.
Miguel Ángel, el angelito milagroso
La muerte de este angelito milagroso fue muy trágica. El pequeño Miguel Ángel Gaitán, que tanta adoración ha recibido en Villa Unión, Argentina, pereció a pocos meses de su primer cumpleaños a causa de una meningitis, en 1967.
Miguelito tuvo un entierro tradicional en un cementerio de la zona. Lo ‘extraño’ comenzó a ocurrir siete años después de su muerte, en el lugar donde reposaban sus restos. Una fuerte tempestad, en 1973, provocó que la tumba del chiquillo quedara completamente expuesta. Desde entonces, el sepulcro del niño fue reconstruido en más de cuatro ocasiones, pues, cada amanecer, los ladrillos aparecían distribuidos por todo el lugar, quedando el féretro nuevamente descubierto.
«Colocamos piedras y objetos pesados sobre la tapa, pero cada mañana la encontrábamos removida,» afirmó la madre del infante.
Esta historia comenzó a esparcirse como pólvora, y los habitantes de Villa Unión se encargaron de buscarle explicaciones divinas a los rarísimos hechos relacionados al ataúd del niño, cuyos restos se conservaban visiblemente intactos. En cambio los trabajadores del cementerio prefirieron culpar a las lluvias o a los fuertes vientos que azotaban el sitio, como causantes de los raros acontecimientos.
El niño que no quería ser sepultado
Tras varios intentos fallidos de proteger el ataúd de Miguelito, la madre del angelito milagroso creyó que probablemente estos incidentes eran reclamos de su difunto hijo para que fuese liberado de la fosa. «Finalmente decidimos que Miguel no quería ser cubierto, quería ser visto,» afirmaba la Sra. Gaitán, que con la ayuda de sus vecinos y familiares movió el ataúd al exterior y lo sustituyó por uno sin cubierta.
Poco después de esto, la leyenda del angelito milagroso tomó más y más fuerza. La gente se presentaba ante él para acariciarle la frente y rogarle que les concediera favores.
Así, Miguelito se fue convirtiendo en una atracción de Villa Unión y las historias sobre ‘milagros’ empezaron a reproducirse. Entre los casos más populares figura el testimonio de Daniel Saavedra, quien fue a visitar al angelito milagroso cuando cayó enfermo por una extraña enfermedad pancreática. Saavedra aseguraba que, a pocas semanas de su visita al panteón, se recuperó por completo.
Por otra parte, los locales advierten que la leyenda de Miguelito no es siempre sobre ‘milagros’, pues se dice que aquellos que osan de burlarse de él, pueden llegar a sufrir grandes pesares… a veces incluso fatales. Para apoyar esta versión, los habitantes de esta villa de La Rioja, la pequeña provincia argentina donde se encuentra Miguelito, recuerdan la historia de unos jóvenes que asistieron a la tumba de Miguel Ángel para hacer bromas sobre el estado de su cuerpo.
“Cuando quisieron poner el auto en marcha, el mismo no arrancaba. Tras varios intentos finalmente lograron que el motor encendiera; pero en el camino tuvieron un accidente y fallecieron. A Miguel Ángel hay que tratarlo con respeto y cumplirle las promesas; de lo contrario se enoja mucho,” contó un habitante de la Villa.
Para bien o para mal, el niño se volvió tan popular entre los locales que construyeron un panteón en su honor. Actualmente este panteón está lleno de flores, juguetes, fotos y otros obsequios que han sido ofrendados por millones de visitantes en muestra de devoción y respeto al angelito milagroso.
Doña Argentina, la madre de Miguelito, quien se dedicó a cambiarle la ropita al bebé milagroso con devoción, día a día, falleció recientemente a causa de un paro cardiorrespiratorio. Pero la tumba de este ‘dador de milagros’ todavía se mantiene gracias a la hermana del niño, Cristina Gaitán, y a sus más fieles creyentes.
No te pierdas: El Milagro de Bolsena, ¿por una bacteria?