El oscuro pasado de Estados Unidos ha sido eclipsado por los muchos avances y mejoras tanto de su gobierno como de su ideología; sin embargo, algunos de los sucesos más aterradores de la historia han tenido cabida entre sus pobladores, particularmente entre la burguesía, dejando entrever anécdotas escalofriantes e indignantes entre las que podemos destacar la de la siniestra figura de Madam Delphine Lalaurie, quien torturó y sodomizó esclavos negros durante varios años.
El origen de la Dama Oscura
De ascendencia irlandesa, nacida en el año 1775, Marie Delphine Macarty hija de una familia adinerada y de alta sociedad, miembros de los llamados Créole (Sociedad de blancos inmigrantes europeos) siempre se vio rodeada de riquezas y lujos.
La bella y astuta Delphine, siendo muy joven, ya había logrado conseguir una fortuna aún mayor, convirtiéndose -tras la muerte de su primer esposo- en administradora de una plantación de azúcar que tuvo gran éxito. Posteriormente, la adinerada y popular Madame Delphine, gracias a su último matrimonio en 1831 con el médico Leonard Louis Nicolas LaLaurie, varios años más joven que ella, logra apropiarse una mansión ubicada en el número 1140 de la calle Royal Street (Barrio Francés ubicado en Nueva Orleans, Louisiana), donde tendrían lugar la tortura y muerte de cientos de esclavos negros, así como la decadencia de la familia Lalaurie.
En el tiempo en el que Delphine residió en los Estados Unidos, la esclavitud de la raza negra era común. El racismo de la época otorgaba el derecho a los blancos de poseer personas de color, así como de intercambiarlos e, incluso, venderlos al mejor postor. Madame Delphine Lalaurie era, entre las familias más acomodadas, una de las más influyentes comerciantes en el tráfico de negros debido a sus grandes aptitudes financieras.
La mansión de los Lalaurie había sido remodelada con los materiales más finos de la época, añadiendo un tercer piso y un espacio únicamente para la comunidad de esclavos que ahí habitaba.
El nacimiento del “Monstruo de Nueva Orleans”
Según el historiador Harriet Martineau, quien recopiló diversos testimonios de los esclavos que pertenecían a Madame Lalaurie, el maltrato que éstos recibían a manos de la adinerada socialité era bastante notorio entre los pobladores del lugar. Había personas que incluso comentaban que la mayoría de sus esclavos se encontraban extrañamente delgados y lucían enfermos. Sin embargo, curiosamente, muchos de los que asistían a las celebraciones y lujosas fiestas que se realizaban en la mansión afirmaban que la actitud de Delphine era de amabilidad y preocupación por sus esclavos. No obstante, la crueldad de Madame Lalaurie se llegó a sospechar en ciertas ocasiones. Un incidente tuvo como testigo a un abogado, amigo de la familia Lalaurie, que afirmó haber visto a una de las esclavas, de aproximadamente 12 años, salir corriendo horrorizada de la mansión ya que tenía miedo de que su ama le arrancara la piel, siendo su único crimen el haber halado el cabello de su señora mientras la cepillaba.
En la ley del estado de Louisiana, se prohibía aplicar escarmientos severos y crueles a los esclavos “de casa”. No obstante, existen diversos relatos que explican cómo Madame Lalaurie ejercía el poder sobre sus esclavos, castigándolos por medio de la privación del alimento durante varios días, enterrándolos vivos y, así mismo, aquellos que eran vendidos por sospecha de robo, eran asesinados y enterrados en los pantanos, por lo que nunca llegaban a sus destinos.
El descubrimiento de una mente perturbada
En el año de 1834, un incendio provocado por una de las cocineras favoritas de Delphine, una esclava de 70 años de edad que a modo de suicidio comenzó el incendio por temor a ser torturada por su ama, descubre los horrores de las prácticas sádicas que realizaba la dueña de la mansión. El tercer piso había sido utilizado como cámara de tortura, donde pudieron observarse terribles escenarios que impactaron e indignaron a la sociedad.
Cuerpos desnudos y mutilados colgaban del techo, hombres y mujeres de color con diversas heridas se dispersaban por el lugar. El Juez Jean Francois Canonge atestiguó que había visto en aquella cámara a una mujer desnuda que se encontraba atada a la pared por un collar de fierro con espinas, en su espalda podían verse las heridas causadas por el uso de un látigo e instrumentos de hierro que la habían marcado al rojo vivo. Uno de los relatos explicaba que a Delphine Lalaurie le gustaba hundir sus manos en los cuerpos hasta penetrar la piel, para después consumir la sangre que emanaba de las heridas. Múltiples esqueletos humanos fueron encontrados en el patio trasero de la mansión, así como en un pozo seco que se encontraba cerca de la misma.
Tras enterarse de aquellos hallazgos, los pobladores de esta región saquearon la mansión robando joyas y demás objetos de valor. Se presume que Madame Lalaurie huyó a Paris encontrando la muerte en un accidente de caza en el año 1842, no obstante esta información queda un tanto en duda, ya que la terrible “Bruja de Royal Street” cambió su nombre y nadie pudo constatar realmente su paradero. Actualmente la mansión es visitada por decenas de curiosos ya que se ha convertido en un famoso museo y se considera la mansión más embrujada de la región.
Racismo y locura
Las preguntas que nos atañen son ¿cómo puede alguien desencadenar actos tan deplorables? ¿Qué elemento convierte el desprecio racista de la época en cientos de sanguinarias torturas y asesinatos?
Estas preguntas pueden contestarse gracias a dos posibles teorías. Debemos entender, en primer lugar, que la cultura y las creencias de la época obligaban a los pobladores, en este caso estadounidenses, a ver a la raza negra como una raza inferior, donde todo lo “malo” y diferente radicaba en el color de la piel. Sobre todo en las altas esferas de la sociedad, por lo que podemos pensar que Delphine Lalaurie justificaba sus actos demenciales en el odio que cultivado en la sociedad hacia los esclavos.
Como hemos visto en muchos otros casos, la diferencia o el cambio de lo que conocemos y estamos acostumbrados genera ansiedad y la necesidad de volver a lo común y lo aceptable. Es también necesario resaltar que un elemento importante en la pérdida de la cordura de Madame Lalaurie radica en la inmensa riqueza que había acumulado, ya que con esta obtenía no sólo poder económico, sino el poder de dominar a otras personas, según lo que ella creía. Es así como Lalaurie decide dominar y rebajar a sus esclavos, convirtiéndolos en nada al asesinarlos y torturarlos cruelmente, ejerciendo de esta manera una forma de deplorable poderío.
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