La mayoría de nosotros podríamos mencionar sonidos que nos molestan especialmente e incluso en ocasiones llegan a alterar nuestra paz interior. Sin embargo hay personas en las que esos sonidos pueden causar una profunda ansiedad e incluso desencadenar conductas agresivas. Cuando esos sonidos que no se toleran están producidos por el cuerpo de otras personas la reacción psicológica que acarrean se denomina Misofonía. Puede tratarse de sonidos producidos por la boca al sorber, beber o masticar o por la utilización de algunos objetos. Acompáñanos a conocer algo más sobre la misofonía, cuando los sonidos corporales resultan intolerables.
Misofonía, cuando los sonidos corporales resultan intolerables
El término Misofonía fue acuñada por dos otorrinos estadounidenses en el año 2000. Con él querían designar lo que parecía un trastorno psiquiátrico de la personalidad de carácter obsesivo-compulsivo que iba unido a la producción de sonidos con el cuerpo, siempre provenientes de otro ser humano o en algunos casos también de una mascota. La psiquiatría no ha reconocido aún el término oficialmente en sus clasificaciones como trastorno psiquiátrico, ya que es de reciente aparición.
Además de la misofonía existen otros trastornos relacionados con los sonidos como la hiperacusia y la fonofobia en los que también indagaremos.
La misofonía
Los psiquiatras que están estudiando este trastorno piensan que puede estar causado por «experiencias negativas asociadas a sonidos específicos». A diferencia de la hiperacusia que produce dolor ante los sonidos cotidianos, la misofonía solo surge ante sonidos muy concretos. En la revista Current Biology publicaron un artículo en el que se demostraba que los sonidos desencadenantes provocan en el que sufre misofonía reacciones fisiológicas como un aumento del ritmo cardíaco o de la sudoración.
La persona que sufre misofonía tiene una respuesta emocional negativa cuando oye determinados sonidos y esta puede ser leve o grave. Cuando es leve suele producir únicamente incomodidad o una ligera irritación, pero si es grave ocasiona rabia e incluso ataques de pánico que pueden conducir a iniciar una pelea o una huida. La misofonía produce en la persona que la padece un impedimento para tener relaciones interpersonales fluidas y limita mucho la actividad social. Los pacientes saben que esos sonidos no molestan a otras personas, pero no pueden hacer nada para evitar su reacción. La opción que adoptan con más frecuencia es alejarse de todo aquello que produzca el sonido que desencadena en ellos la misofonía o enmascararlo con música. Si el caso es grave se aconseja acudir al especialista para iniciar algún tipo de terapia ya que puede convertirse en un gran impedimento para la convivencia.
Aquí tienes una lista de los desencadenantes más comunes de la misofonía:
- Sonidos relacionados con la boca y la comida: mascar chicle, morder hielo, sorber, eructar, masticar, ruidos al besar, tragar, chasquear la lengua, rechinar los dientes, aclarar la garganta, y muchos más.
- Sonidos relacionados con la respiración y la nariz: gruñidos, gemidos, una respiración fuerte o demasiado suave, resoplidos, ronquidos, estornudos, toses, bufidos, respiración congestionada, hipo, bostezos, silbidos y pitos producidos por la nariz , etc.
- Sonidos del entorno habitual: los clicks de los mensajes, los sonidos de un teclado, el tic-tac de un reloj, el percutor de un bolígrafo, rasgar papel, etc.
- Sonidos de envases: arrugar una bolsa o estrujar un botella de agua de plástico o cualquier envase de alimentos.
- Automóviles: sonido del ralentí, de los intermitentes, llaves que golpean la columna de dirección,…
- Sonidos de objetos y utensilios: golpear de los platos entre sí o con los cubiertos, las monedas que entrechocan en los bolsillos, el chancleteo, el run-run del aire acondicionado, etc.
- Sonidos de animales: grillos, ladridos, ranas, gatos lamiendo algo, perros rascándose y muchos más relacionados con las mascotas.
La misofonía, además, puede ser desencadenada no sólo por sonidos, sino que en ocasiones tiene desencadenantes visuales.
La misofonía según su gravedad se clasifica en una escala del 0 al 10 según los síntomas que produce. En el cero está la persona que reconoce el sonido, pero no le produce ninguna molestia y en el 10 aquellos a los que les provoca una violencia tal que les lleva incluso a utilizar la agresión física contra el que lo causa, sea persona o animal y en algunos casos contra sí mismo.
La hiperacusia
La hiperacusia, también llamada también algiacusia, es un síndrome que produce en el que la padece dolor al oír sonidos cotidianos. En algunos casos los ruidos o sonidos más habituales se convierten en intolerables e impiden al paciente llevar su vida con normalidad. El tratamiento en estos casos consiste en ir habituando lentamente al oído, empezando con un volumen prácticamente inaudible, a esos sonidos que causan dolor.
La fonofobia
La fonofobia, conocida también como ligirofobia, es un miedo irracional hacia los ruidos y sonidos fuertes. No tiene nada que ver con un trastorno auditivo. La intensidad del sonido provoca en las personas que la padecen ataques de ansiedad. Sienten gran temor ante todo tipo de aparatos que emiten sonidos fuertes de manera repentina como pueden ser las alarmas o las sirenas.
¿Habías oído hablar de la misofonía? ¿Conoces a alguien que la padezca? ¡Comparte tu experiencia con nosotros!