El 12 de noviembre de 2014 se cumplió una etapa crucial de un viaje que comenzó hace diez años, en marzo de 2004, cuando la Agencia Espacial Europea –ESA, por sus siglas en inglés- lanzó a un largo camino a la sonda espacial Rosetta, con el propósito de interceptar un cometa del que sabemos desde fines de la década de los sesenta, el 67P/Churiamov-Guerasimenko.
La nave realizó un recorrido de más de quinientos millones de kilómetros, hizo algunas lecturas de la magnetósfera de Marte y finalmente se encontró con su objetivo en el vasto territorio que se encuentra entre el planeta rojo y Júpiter.
Una caída fríamente calculada
Nada fácil debió ser calcular hace diez años cómo haría Rosetta para aproximarse a un objeto que se desplaza a cincuenta mil kilómetros por hora, colocarse en su órbita y dejar caer un módulo que debería aterrizar en él y comenzar a enviar información sobre el cometa. Sin embargo, esto precisamente fue lo que sucedió el 12 de noviembre, cuando Rosetta se colocó en ruta de colisión con 67P y al encontrarse éste a 22,5 kilómetros de distancia soltó el módulo de aterrizaje, bautizado Philae, que después de dos intentos logró posarse sobre la superficie del cometa.
Philae no posee órganos de propulsión, por lo que era muy importante la posición de Rosetta al soltarlo; tardó siete horas y, aunque el aterrizaje fue exitoso –no se estrelló y los equipos ya están enviando información- no estuvo libre de dificultades y fallas: la más importante fue que no funcionaron unos taladros colocados en sus patas que debían aferrar el módulo a la superficie del cometa.
El módulo, del tamaño de una lavadora, pesa 110 kg, 27 de ellos corresponden a equipos científicos que ya están proporcionando información sobre la composición del cometa, como la de haber detectado presencia de moléculas orgánicas, algo que hasta cierto punto ya se esperaba.
¿El fin de la infancia?
Esta hazaña, resultado del esfuerzo y la cooperación de catorce países, se supone que va a proporcionar información que puede decirnos mucho sobre los orígenes de nuestro sistema solar. Ya de por sí dice mucho de lo que podemos ser y hacer como especie cuando no estamos sumidos en conflictos de todo tipo, y más de lo que seremos cuando superemos esta infancia malcriada y violenta.
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