En la naturaleza todo se trata de equilibrio. No es cuestión de provocar la muerte de unos animales o de sobreproteger a otros; la biodiversidad, la vida sobre el planeta, requiere de un balance entre los extremos.
Así sucede en el microcosmos que constituyen nuestro cuerpo y nuestra mente.
Ser triste o estar triste
Sin duda, toda la tendencia contemporánea del pensamiento positivo es “positiva”, en el sentido de que este nuevo aprendizaje para el ser humano puede orientarlo en su vida cotidiana.
La clásica premisa de “vaso medio lleno” o “vaso medio vacío” para aludir a conductas optimistas y pesimistas va en esa dirección, pues al mostrarle a alguien su propia tendencia hacia el pesimismo (o hacia el inveterado optimismo) hace que se dé cuenta, y cuando eso sucede la visión de los problemas toma otra dimensión.
Los científicos dedicados a este tema llaman la atención sobre la diferencia entre “estar triste” por alguna situación en particular (pérdida de alguien cercano, situación desfavorable, etc.) y “ser triste” como parte de nuestra personalidad. Más allá de las causas psicológicas que la generen, mantener la tristeza como estado natural libera en el organismo toxinas que lo envenenan y se instaura la depresión como enfermedad.
¿Qué sucede en el cuerpo cuando estamos tristes?
Definitivamente, la tristeza, en el buen sentido, nos hace más enérgicos, crecemos emocionalmente, nos permite crear fuerzas que nos ayudan a administrar las dificultades de la existencia y a enfrentarnos a ellas, para de ese modo modificar nuestra vida y hacerla mejor.
Según estudios realizados, las personas que asumen la tristeza, la viven y la encaran, tienen más posibilidades de cumplir con cosas superiores y obtener más éxitos, porque se han convertido en personas con más inteligencia emocional.
La tendencia actual de que la sociedad rechace la tristeza no es exactamente lo más provechoso para la salud del cuerpo emocional y físico. Tomar medicamentos para sobrellevar la tristeza no es, para nada, el mejor método, pues se convierten a la larga en un gran impedimento para que esa fuerza interior pueda nacer dentro de nosotros.
En tal sentido, lo verdaderamente saludable es “tomar al toro por los cuernos”, como quien dice, y con ayuda profesional, si es necesaria, vivir la tristeza, sentir el luto de la pérdida y aprender a manejar nuestros sentimientos.
La cosa es no caer en la depresión, de eso sí hay que tener mucho cuidado, porque una depresión profunda puede causarnos enfermedades físicas, emocionales y mentales.
La tristeza es sólo una más de las emociones que podemos sentir. Aprendamos a sentirla y a superarla, como la humanidad lo ha hecho en toda su evolución. Entonces, aprovecha los beneficios que la tristeza le da a tu salud. Y luego, ¡adelante!
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