Somos muchas las personas que nos dejamos llevar por las emociones que la música nos intenta transmitir, ya sea por su letra, la melodía o incluso por el mensaje oculto que esconde en sus estrofas. La música es uno de los recursos más importantes con los que contamos para expresar lo que sentimos, incluso está comprobado que tiene una relación importante con el cambio del estado de ánimo, por lo tanto nos parece común escuchar decir a alguien que una canción nos puso contentos o tristes, pero ¿podrá una canción inducirnos al suicidio?
El origen de un sombrío éxito
El pianista y compositor Rezsö Seress de origen Húngaro, se dio a conocer por una melodía que pasaría a la historia como la más deprimente de todos los tiempos, desde su poesía hasta su tétrica composición musical, escandalizando a la población Húngara, Estadounidense y hasta en Inglaterra e Italia debido a la cantidad de suicidios que cometieron tras escuchar esta canción
El artista Rezsö Seress nace en Budapest el día 3 de Noviembre de 1899 y muere el 11 de enero de 1968, en una de las peores épocas de este país y en gran parte del mundo; sus obras reflejaban una era oscura donde el racismo, la discriminación y la crueldad rondaban en la mente del atormentado artista, sobre todo, su pesar se debía a que era de origen judío y gracias a esto su vida se tornó muy complicada, produciendo en él un pesimismo y miseria característicos.
Seress había sido talentoso desde joven, logró aprender a tocar el piano por sí mismo y practicaba constantemente en un restaurante de su localidad llamado Kispipa.
En 1933, la cumbre del estado mediocre e intolerante de Hungría provocaría en Rezsö la creatividad para crear la afamada canción “Gloomy Sunday” o como solían llamarla en su propio país “La canción húngara del suicidio”, se dice que esta canción es producto del desamor que Seress había vivido en ese momento, escribiéndola precisamente un domingo lluvioso en Paris.
El reflejo de una fluctuante época
La melancolía de las personas que vivieron esta época era tal que, el mensaje de la canción había sido interpretado por quienes la escuchaban como una sugerencia o respuesta a sus pesares, como la solución a todos esos conflictos, la cual era cometer suicidio. Cientos de personas comenzaron la oleada de suicidios al escuchar la melodía en las estaciones de radio, incluido el mismo Reszö, quien para este entonces había sobrevivido al holocausto nazi.
La decadencia de Rezsö había comenzado extrañamente tras sobrevivir a uno de los peores genocidios del mundo, después de esto subsistió por poco tiempo tocando en bares e incluso en un circo a cambio de un plato de comida con nada más que un organillo.
Para el año 1968, Seress intenta suicidarse arrojándose por la ventana de su departamento para nuevamente lograr sobrevivir, no obstante vuelve a intentar quitarse la vida en su cuarto de hospital ahorcándose con un alambre.
La leyenda se propaga
El famoso diario estadounidense “New York Times” dedicó una nota a este atormentado artista, relatando cómo la canción había logrado consumir la vida de su autor que, ayudado por el poeta Ladislas Javor, transmitía en sus estrofas el mensaje de rendición.
En Estados Unidos, Paul Robeson re interpretó la melodía adaptándola al inglés, sin embargo algunas difusoras la prohibieron, convirtiendo el tema en un tabú que, si bien no transmite un mensaje positivo ni motivante, refleja la depresión económica y social de una época tortuosa.
Aquí un verso de la canción:
El domingo es melancólico
En las sombras permanezco
Mi corazón y yo hemos decidido poner fin a todo esto
Pronto habrá flores y oraciones tristes,
Yo sé, que ellos no lloran,
Hazles saber que estoy feliz de irme
La muerte no es sueño,
Porque en la muerte te estoy acariciando
Con el último aliento de mi alma te estaré bendiciendo
Domingo melancólico
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