Los griegos, como todas las culturas antiguas, inventaron los mitos griegos para entender su propia realidad, relatos fantásticos y explicativos que dieran origen a cosas tan simples como un fenómeno acústico o la simple vanidad, y es de estos relatos de donde nos viene el mito de Eco y Narciso, de la antigua cultura griega, y que luego fue recopilado en un libro de Ovidio, La Metamorfosis, y en él ha persistido hasta llegar a nuestros días, no solo por lo fantástico sino por lo mucho que sigue teniendo que ver con nuestra vida, al menos en ciertos aspectos.
El mito de Eco y Narciso relata la historia de un amor imposible, un hombre que no tiene ojos sino para sí mismo y una ninfa que ha quedado sin voz, ambos dotados de una belleza fabulosa, y que se ven condenados, por ello mismo, a su soledad: aquella termina encerrada en lo más profundo de una cueva, sin cuerpo que la mantenga, la pura voz que resuena a veces, mientras aquel termina ahogado o desfallecido por la pura inanición, rendido así ante su propia belleza. Te contamos el mito de Eco y Narciso con mayor profundidad a continuación, y te animamos también a que eches un vistazo a esta recopilación de Frases de mitología griega.
El amor imposible en el Mito de Eco y Narciso
El mito de Eco y Narciso va más o menos así: Eco era una ninfa dotada de una hermosa voz y una habilidad especial para las palabras, que era usada por Zeus para distraer a Hera, su esposa, cuando el rey del Olimpo salía en busca de mujeres que poseer. Hera no tardó en darse cuenta de este hecho, y cuando notó la complicidad de Eco la castigó dejándola sin voz y obligándola a comunicarse solo a través de las últimas palabras que otros hayan dicho en su presencia, condena eterna que Eco cargó sobre sus hombros. Dado su ruin destino, Eco se dedicó a vagar por los montes, sin sentido ni dirección, desdichada y desahuciada, hasta que un día se topó con un joven hermoso.
Narciso, por otro lado, era el más hermoso de los mortales: todas las mujeres lo pretendían, pero él no tenía ojos sino para sí mismo. Pasaba el día y la noche reconfortándose en su belleza, tan altiva como la de un dios, vanidad que lo llevó a recibir el castigo de la diosa Némesis, quien lo condenó a vivir perpetuamente enamorado de su propia imagen. Así, pues, embelesado de sí, Narciso vagó por los montes también, y un día Eco y él se toparon el uno con el otro, y ambos se fascinaron, pero cuando Narciso intentó hablar con Eco, esta no pudo decirle sino las mismas palabras que Narciso soltaba, y Narciso creyó que se burlaba y se marchó.
Para culminar su vida, Narciso se plantó en un arrollo, desde el cual lograba ver su reflejo, y Eco fue tras él, observándolo a la distancia. Mientras Narciso se observaba, le hablaba a su reflejo: «Qué hermoso eres, te quiero», le decía, y Eco se veía obligada a repetir las últimas palabras, «Te quiero», que Narciso confundía con la voz de su reflejo. «¿Eres tú quien habla, o soy yo?», preguntó Narciso, y la voz repitió: «Soy yo»; «Eres tan hermoso, ven a mí», pidió Narciso, y la voz repitió: «Ven a mí». El mito de Narciso culmina con él mismo echándose al agua, buscando su propio reflejo, y ahogándose en la búsqueda.
Todo aquello desdichó a Eco hasta llevarla a la locura, había matado a su amado, y el mito de Eco y Narciso termina no solo con Narciso ahogado, sino con Eco perdida en una cueva, donde se fue desvaneciendo, quedándose sin cuerpo, hasta que ya no fue nada: solo una voz que repite lo que decimos, cumpliendo con su eterna condena.
El Narciso Postmoderno
El mito de Eco sirvió a los griegos para explicar un fenómeno acústico, pero el mito de Narciso, principalmente, ha trascendido por ser la parábola que refleja el problema de la vanidad, y por eso es tan conocido en la actualidad, hasta llegar al punto de haber creado su propia palabra: el narcisismo.
La condena final de Narciso es una muestra de lo que pasa con el hombre vanidoso: vive solo, al querer estar perpetuamente por encima de los demás, al creer que nadie está a su altura, se vuelve inalcanzable en su propia arrogancia y está condenado a una vida donde todo lo que tiene es a sí mismo, y su soledad.
En la época moderna (o postmoderna), el Narcisismo es un complejo casi siempre presente en las redes sociales: la vanidad se ha vuelto parte de nuestra vida cotidiana, queremos mostrar siempre el mejor lado de la moneda, hacer ver nuestra vida algo que no es, o ver en las redes sociales vidas ajenas que no son lo que aparentan, pero que en el fondo encienden un deseo profundo de querer ser así.
No podemos, sin embargo, pretender abarcar todo el tema en este artículo, sino que simplemente planteamos el mito de Eco y Narciso como un espejo en el que tendríamos que vernos reflejados, para lograr, quizá, en un mundo donde la apariencia y el engaño están a la orden del día, vernos mejor a nosotros mismos.