Aristóteles, uno de los filósofos fundadores del pensamiento occidental, expuso una idea que pasó a convertirse en una de las más célebres frases sobre educación: «Aquellos que educan bien a los niños merecen recibir más honores que sus propios padres, porque aquellos sólo les dieron vida, éstos el arte de vivir bien.» En efecto, la educación es un camino que nos ocupa la vida entera, pero cuyas bases se asientan en la más temprana infancia. Filósofos y educadores ha habido muchos y brillantes, pero entre todos destaca el nombre de una mujer italiana, cuya visión particular y novedosa marcó un hito en la forma de educar a los niños. Se trata de la médico y pedagoga María Montessori.
Nacida en Chiaravalle, en la provincia de Ancona, Italia, el 31 de agosto de 1870, María mostró desde pequeña un intelecto brillante y una personalidad dispuesta a romper con los estereotipos de la época. No sólo fue la tercera mujer en graduarse como médico en su país, sino que fue un paso más allá. Su método educativo, nacido del seno de los entornos menos favorecidos de la sociedad, hoy está considerado una referencia de la educación de primer nivel, cambiando la esencia de su uso inicial. Acompáñanos en Supercurioso a conocer la vida de María Montessori y su extraordinario legado.
Quien fue María Montessori
Nacida en el seno de una familia burguesa y católica, María Montessori tuvo una ventaja notable en su infancia. Siendo su padre un estricto militar, aún reconocía en el hogar el derecho de las mujeres a educarse. Fue así como, tan sólo con catorce años, empezó a estudiar ingeniería. Luego pasó a la biología, para finalmente decidirse por la medicina. Fue revolucionario para la época su aceptación en la Facultad de Medicina de la Universidad de Roma «La Sapienza». De sus aulas egresó en 1896, a los 26 años. Luego complementó su formación con estudios de antropología, filosofía y psicología experimental.
Desde los primeros tiempos de su ejercicio profesional, Montessori empezó a mostrar interés por la salud y descripción psíquica y social del ser humano. Se incorporó como miembro de la Clínica Psiquiátrica Universitaria de Roma, y las experiencias allí vividas marcarían en rumbo que tomaría su profesión. Orientó su ejercicio a la pedagogía, experimentado con los procesos de educación y aprendizaje de los niños. El resultado fue el conocido Método Montessori, que aún hoy es referencia de vanguardia en las aulas.
En las conclusiones de sus trabajos, María Montessori estableció, por ejemplo, una clara relación entre el abandono infantil y la delincuencia juvenil. También, como parte de una sociedad deteriorada por la guerra y la brecha de clases, se incorporó en actividades que iban en pos del bienestar de los menos favorecidos, y en especial de las mujeres. Participó en congresos internacionales de renombre, en los que expuso sus ideas sobre cómo las condiciones de vida de los niños, se traducen en el bienestar social a largo plazo.
La inspiración de su método
“Si existe para la humanidad una esperanza de salvación y ayuda, ésta no podrá venir más que del niño, porque en él se construye el hombre.» En esta frase se refleja la esencia del pensamiento de María Montessori, y todo lo que hizo para lograr que su trabajo se tradujese en mejores condiciones para los niños, y una educación más acertada. El método que hoy se encumbra como parte de los sistemas educativos del más alto nivel, tuvo un origen y una inspiración muy diferente.
En el año 1898, Montessori empezó a visitar el manicomio de Roma. En sus instalaciones se encontró con una realidad abrumadora. Los niños que estaban allí internados, permanecían sucios, abandonados, y eran tratados como animales. Estos niños con enfermedades mentales eran tratados como «deficientes» o «retrasados». Los diagnósticos eran variados: discapacidades psíquicas, ceguera, sordera, autismo y epilepsia. En todos los casos, eran considerados incurables.
Con esta realidad como inspiración, María Montessori empezó a formarse ideas claras sobre la educación. Visitó reformatorios, en los que el trato que recibían los jóvenes no era mejor. Sus conclusiones se basaron en la necesidad de hacer de la educación una técnica de amor y de respeto, en la que se fomentara la independencia, la autonomía y la exploración de las potencialidades de cada niño. Decía que “la mayor señal del éxito de un profesor es poder decir: Ahora los niños trabajan como si yo no existiera.”
¿En qué consiste el método Montessori?
María Montessori se tomó el tiempo de experimentar sus teorías con los niños y jóvenes que habían sido marginados del sistema social. Los pequeños que visitaba en el manicomio jugaban con migajas de comida, pues no había ningún otro objeto en el sitio. De allí partió una de las premisas fundamentales del Método Montessori: el juego es la actividad central con la que los niños observan, investigan aprenden las dinámicas del entorno que les rodea.
Por lo tanto, el proceso de aprendizaje, más que inducido de manera obligatoria, es espontáneo y se desarrolla libremente. Con cada juego o experiencia los pequeños van adquiriendo conocimientos que acumulan y relacionan, dando pie al aprendizaje. En este sentido, el Método Montessori se sustenta en algunos parámetros fundamentales, que vemos a continuación.
- La educación es un proceso que ha de desarrollarse en el triángulo ambiente, amor y relación niño-ambiente. Esto implica que la educación ha de ejercerse desde el amor, el respeto y la libertad con responsabilidad.
- La afectuosidad ha de estar presente en el proceso educativo. La confianza y la paciencia soportarán el aprendizaje, pero éste también requiere de medios materiales propicios, como los juguetes, campos de juegos, entre otros.
- El proceso de enseñanza de María Montessori parte del respeto a la naturaleza del niño y a sus capacidades innatas para aprender, mediante la exploración, el juego y la curiosidad. En este sentido, la libertad de expresión y la posibilidad de errar y corregir son fundamentales.
- El Método Montessori considera la mente infantil como una esponja, con una actividad intensa e incesante y una capacidad ilimitada para aprender. La labor de padres y maestros es ofrecer las herramientas para que la mente del niño se expanda en libertad.
María Montessori se suma a la enorme lista de mujeres importantes de la historia, que con sus acciones, conocimientos, talentos, valentía y carácter, contribuyeron a generar cambios estructurales y positivos en la sociedad de la época en que vivieron. Terminamos este recorrido por su vida y obra, con una frase que resume la esencia de su pensamiento: “Todo el mundo habla de paz, pero nadie educa para la paz, la gente educa para la competencia y este es el principio de cualquier guerra. Cuando eduquemos para cooperar y ser solidarios los unos con los otros, ese día estaremos educando para la paz.”