«Entre los pecados mayores que los hombres comenten, aunque algunos dicen que es la soberbia, yo digo que es el desagradecimiento, ateniéndome a lo que suele decirse: que de los desagradecidos está lleno el infierno.» Así reza una de las más valiosas frases de Miguel de Cervantes. Y es que hablar de este novelista, poeta y soldado español, es hacer referencia a una de las plumas más legendarias y universales de todos los tiempos. En efecto, todos lo conocemos por ser el autor de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Pero además de ello, su propia vida e incluso su cuerpo estuvo lleno de peculiaridades. Entre ellas, siempre fue polémica la mano de Cervantes, que le valió el apodo de El Manco de Lepanto. Hoy en Supercurioso te contamos la anécdota de que Cervantes era manco. ¡Acompáñanos!
¿Cervantes era manco? Conoce la historia
En un lugar de Madrid de cuyo nombre no puedo acordarme, aunque muy cerca de la residencia real, no hace mucho —poco más de cuatrocientos años— se suscitó un duelo en el que resultó herido un maestro de obra, súbdito de este reino y de nombre Antonio de Segura. En respuesta a tal afrenta el rey, don Felipe II, emitió una providencia ordenando la captura del atacante, conocido como Miguel de Cervantes. Pero, ¿Se trata de nuestro Miguel de Cervantes?, ¿El creador de la novela moderna con Don Quijote y principal difusor de la novela corta con sus Novelas ejemplares? Si fue él otra sería la historia de su famosa herida en la mano, que dio lugar a la realidad de que Cervantes era manco, y por la que se le conoce justamente como el Manco de Lepanto.
La idea de que Cervantes era manco en nada tiñó de gris su talento, aunque si puede haber afectado su vida de múltiples maneras. Recordemos que el famoso autor nació en el lejano año de 1547, en Alcalá de Henares. Pasó su infancia y juventud trashumando con su familia por Valladolid, Córdoba y Sevilla, ciudades donde creció y estudió, hasta su llegada a Madrid en 1566. El suceso con el que comenzamos acaeció tres años después, pero antes veamos la versión oficial.
1. La mano de Cervantes, perdida en batalla
El mismo año del duelo en Madrid, 1569, Cervantes viajó a Italia, donde por un tiempo estuvo al servicio del cardenal Giulio Acquaviva y con el que recorre gran parte de este país, desde Sicilia hasta Milán. Pero su camino no era el del sacerdocio sino el de las armas. Por eso se convierte en soldado de la compañía del capitán Diego de Urbina, se embarca en la galera Marquesa y participa en la batalla de Lepanto, ocurrida el 7 de octubre de 1571. El resultado de aquel conflicto bélico fue que los turcos perdieron definitivamente el control del Mediterráneo.
Ese día de octubre la flota de la Liga Santa -integrada por España, Venecia y los estados pontificios-, comandada por don Juan de Austria, enfrentó a la flota turca. Sería el momento que definiría el futuro en el que Cervantes era manco. Como soldado, no estaba en su mejor momento. Tenía fiebre, motivo por el cual se le dispensó de participar en el combate. Sin embargo, se opuso a retirarse y participó en la batalla, batiéndose heroicamente y sufriendo varias heridas: dos disparos de arcabuz en el pecho que también alcanzaron la mano izquierda.
El herido fue trasladado de inmediato para recibir atención médica. Los siguientes seis meses los pasó en el hospital, donde las heridas del pecho fueron sanando de a poco. Pero la mano de Cervantes jamás se recuperaría por completo. De hecho, le quedó anquilosada a causa de un nervio que fue seccionado por un trozo de plomo, quedándole inutilizada de por vida. Pero jamás le fue amputada. Cervantes era manco, pero también antipopular en algunos grupos sociales. Cosechó unos cuantos enemigos y detractores a lo largo de su vida, mismos que propiciaron que, en virtud de su mano herida y deformara, se empezaran a hacer burlas con malas intenciones, de lo que derivó el apodo de El manco de Lepanto.
Quienes se han dedicado a estudiar los detalles del caso de la mano de Cervantes, hacen sus propias conjeturas y conclusiones sobre si Cervantes era manco. Es por ejemplo el caso del Doctor Antonio López Alonso, experto en Traumatología de la Universidad de Alcalá. El profesional, luego de un profundo estudio de los documentos y referencias históricas, concluyó que lo que sufrió Cervantes fue «una herida profunda, que no solo dañó la piel y el tejido celular subcutáneo, también a los músculos, a los nervios y fracturó los huesos. Pero la mano no fue amputada, sino que se le quedó como ‘en garra’. No podía ni sujetar un libro».
2. Otra versión que explica que Cervantes era manco
Las explicaciones al hecho de que Cervantes era manco no están unificadas. De hecho, existe otra versión que también ha sido muy difundida en el tiempo. Para conocerla, debemos volver al año 1569. En aquel momento, hacer uso de armas en las cercanías de la residencia real era un delito que se pagaba con arresto y amputación de la mano derecha. Aunque esta providencia haya tenido que ver con el padre de Don Quijote y Sancho Panza, es también probable que ésta no se haya ejecutado y haya sido el motivo por el que Cervantes viajó a Italia, donde eventualmente perdió el uso de la izquierda. Y si así fue tampoco pudo escapar de la prisión, pues años después, volviendo a España, cayó en manos de piratas musulmanes y pasó los siguientes cinco años viviendo como cautivo.
En todo caso, la mano de Cervantes no fue jamás impedimento para que su mente volara a los escenarios literarios más alucinantes, ni para que su mano sana avanzara veloz sobre el papel en blanco. Y tu, ¿Sabías que Cervantes era manco? ¿Crees que más bien la mano de Cervantes haya sido motivación para, paradójicamente, dedicarse a escribir? Déjanos todas tus opiniones en un comentario. ¡Estaremos deseando leerte! Si eres, como nosotros, un apasionado de la vida de este singular personaje, no te pierdas el artículo en el que te contamos cómo fueron hallados los huesos de Miguel de Cervantes.