Nelson Mandela, George Washington, Winston Churchill, Mahatma Gandhi o Simón Bolívar, son algunos de los nombres que, en contextos históricos muy diferentes y particulares, marcaron la historia de la humanidad. Pero ningún listado de grandes líderes estaría completo sin mencionar a la figura de Napoleón Bonaparte. Brillante militar, estratega y estadista, Bonaparte se auto consagró como el Emperador de Francia. La coronación de Napoleón, sus grandes batallas como la legendaria Waterloo y su espíritu de supremacía, lo llevaron a ganar tanta admiración como odio, aunque siempre con el máximo respeto. Sus amores fueron también asunto de interés. Hoy en Supercurioso nos animamos a profundizar en la historia de Josefina de Beauharnais, la esposa de Napoleón Bonaparte, e indagar en la verdad sobre el romance entre Napoleón y Josefina.
¿Quién fue Josefina de Beauharnais?
La historia de Josefina y Napoleón no sería en absoluto convencional. Viuda, con dos hijos de un matrimonio anterior y una reputación en la que sobraban los nombres de sus muchos amantes, llegó Josefina de Beauharnais a la vida de Napoleón, para convertirse en su esposa. El nombre completo de la mujer era Rosa Josefina Tascher de la Pagérie, y ostentaba el titulo nobiliario de vizcondesa de Beauharnais. Aunque se presentaba como una socialité, una mujer de mundo que imponía estilo y moda, y además no se ocupaba en ocultar sus libertades sexuales, venía de atravesar un difícil pasado.
Entre los años 1793 y 1794, durante la más fiera época de la Revolución Francesa, estuvo a punto de morir bajo el filo de la guillotina. Se salvó, pero su marido fue ejecutado. Fue así como quedó viuda, y al ser liberada de la cárcel, inició para ella una nueva vida. Junto a su amiga cercana, la española Teresa Cabarrús, más conocida como Madame Tallien, se convirtieron en referencia del estilo, la moda, las fiestas y la libertad sexual de la sociedad del momento. Entre sus amantes, Josefina de Beauharnais contaba a Paul Barras, uno de los máximos representantes del poder y el gobierno francés para la época.
Napoleón y Josefina: El nacimiento de una historia de amor
La historia de Napoleón y Josefina empezaría sabiéndola él amante de otro hombre. En efecto, la futura esposa de Napoleón compartía ocasionalmente el lecho con Paul Barras, que además de poderoso, era tenido por un hombre hábil, corrupto y libertino. En sus preferencias sexuales tenían lugar hombres y mujeres por igual. Fue justo en una fiesta organizada por Barras, cuando Napoleón, aún siendo un General de Brigada del Ejército francés, sin mayor fortuna ni méritos extraordinarios, conoció a Josefina de Beauharnais y quedó impactado por su belleza.
El romance entre Napoleón y Josefina pudo concretarse por un asunto muy simple. Su amante, Paul Barras, que estaba en aquel momento más interesado en un jovencito con quien iniciaba un romance, le cedió a Bonaparte a la mujer que terminaría convirtiéndose en su esposa. Tan sólo seis meses después de aquel primer encuentro, Napoleón y Josefina se unieron en matrimonio civil. Ella restó cuatro años a su verdadera edad, y él sumó uno. En el registro fue borrada la diferencia de cinco años que había entre ellos y cambiada por solo uno. Fue así como Josefina de Beauharnais se convirtió en la esposa de Napoleón Bonaparte durante trece años.
La pasión, las cartas y los desencuentros
En aquella particular relación, era Napoleón quien profesaba un amor plagado de pasión y de deseo. Muchos historiadores coinciden en que el sentimiento que expresaba Josefina de Beauharnais por su marido, era bastante más escueto e incluso escurridizo. A los pocos días de efectuado el matrimonio, él viajó a Italia. Desde allí le escribía a diario cartas a su esposa, en las que el erotismo y la pasión eran protagonistas. Napoleón era un hombre culto y de gran educación. A Josefina en cambio, jamás le interesó la lectura ni formarse en ningún área en particular. Y esto a la larga, sumado a sus deslices no poco frecuentes, terminarían por desgastar la relación.
En efecto, las cartas entre Napoleón y Josefina parecían exponer un amor recíproco, pero una vez él en la distancia, poco tardó ella en volver a su vida de frivolidades, fiestas y amantes. Mientras él le pedía viajar a Italia para reunirse, ella inventó un embarazo y un aborto que impedían su traslado. Tan intensa llegó a ser la desconfianza, que Napoleón envió a uno de sus oficiales a París, con el único objeto de vigilarla. Al fin Josefina viajó hasta Italia a encontrarse con su marido, pero haciéndose acompañar de un joven oficial llamado Hippolyte Charles, de quien se dice era su nuevo amante.
Acabada la campaña militar en Italia, Napoleón y Josefina volvieron juntos a París. Pero pronto vendría otra separación, esta vez de más de un año. Napoleón vivía una popularidad en ascenso, y con los triunfos conquistados en territorio italiano, apostó a la conquista militar de Egipto, donde vivió experiencias increíbles como la de dormir una noche en la Pirámide de Keops. A escala militar y política, la campaña fracasó, pero hubo una pérdida en aquel viaje, quizás mayor. Fue en 1798, en camino a El Cairo, cuando su amigo y ya general de brigada Junot, contó a Napoleón sobre las infidelidades de su mujer, y la existencia de Charles, su último amante. Sería en aquel momento que la historia de Napoleón y Josefina cambiaría para siempre. Él vio morir su amor por ella, mientras ella, paradójicamente, se enamoró de él.
A partir de la comprobación de la infidelidad de Josefina de Beauharnais, algo en el corazón de Napoleón cambiaría para siempre. En primera instancia no se divorció, pero perdió de plano toda su devoción, su amor y fidelidad. Pronto empezó a alejarse de ella, a maltratarla verbalmente, e incluso hay quienes aseguran que también físicamente. Aunque para terceros, Napoleón y Josefina seguían comportándose como marido y mujer, en la intimidad dormían en cuartos separados, y él solo la visitaba a su antojo. A pesar de ello, cuando en 1805 Napoleón se proclamó como Emperador de los franceses, también coronó a Josefina de Beauharnais como la Emperatriz.
Sin embargo, el tiempo pasaba y entre Napoleón y Josefina no lograban engendrar un hijo. El Emperador quería un heredero y no estaba dispuesto a sacrificar ese deseo. El 14 de diciembre de 1809 se divorció de ella. La dejó, pero fue generoso y mantuvo su título de Emperatriz, buenas condiciones de vida y una corte que la atendiera. En 1810, se casó con María Luisa de Austria, con quien tendría un hijo varón.
En resumen, la historia entre Napoleón y Josefina fue un mar de desencuentros. Mientras él la amaba con locura, ella se dedicaba a las frivolidades de la pasión. Cuando él la sacó de su corazón, ella quiso recomponer lo que ya no tenía arreglo. Pero en definitiva, Josefina de Beauharnais pasó a la historia como la primera esposa de Napoleón Bonaparte y la emperatriz de Francia. Sin duda, esta es una de esas historias de amor sin final feliz, de las que el mundo entero está plagado.
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