¿Qué es lo primero que has sentido al ver la imagen que encabeza este artículo? ¿Ternura? ¿Repulsión? ¿Extrañeza? Las obras de esta artista australiana ensalzan un conglomerado de emociones y sensaciones muy difíciles de definir. No a todo el mundo le gustan. Hay quien siente inquietud y evita mirarlas, rehuye de ellas como si se sintiera herido. Ofendido.
Patricia Piccinini es una artesana del hiperrealismo, ahí donde modelar extrañas criaturas a medio camino entre la fragilidad y lo antinatural. Entre lo artificial y lo humano.
Estamos seguros de que te encantará saber más sobre estos peculiares seres…
Arte, medicina y biotecnología
Patricia Piccinini nos plantea un reto. ¿Y si llegara un día en que fuera lícito la manipulación genética? ¿Y si pudiéramos crear nuevas criaturas a medio camino entre lo humano y lo animal? Estos híbridos que ella misma nos trae de modo tan magnífico, son una metáfora a esta idea. Una invitación a la reflexión.
No tenemos más que pensar en una cosa muy patente en nuestra sociedad. Las personas nos dejamos llevar por unos cánones de belleza en los cuales, todos acabamos siendo casi semejantes: mismas medidas físicas, mismos cuerpos, mismas simetrías. Buscamos la perfección. Al mismo tiempo, la tecnología se está humanizando a velocidades imparables. Dentro de nada, en nuestros hogares tendremos esos androides también de rostros perfectos listos para cumplir un sin fin de tareas domésticas.
Patricia Piccini nos trae el caos genético, ahí donde lo humano se mezcla con lo animal. Ahí donde la ternura asoma en ocasiones como algo amenazante. Y no, no deja indiferente a nadie. De algún modo, esta artista única consigue combinar su admiración por la medicina con la biotecnología, trayéndonos pequeños retos a nuestra mente, a nuestros valores incluso. Porque, ¿qué es lo que sientes cuando observas a estos seres?
Vemos criaturas deformes, seres a medio camino entre la dulzura y la malformación. Un mundo de ciencia-ficción que podría llegar a ser posible si algún día, se diera total libertad a la manipulación genética y a la experimentación. Si esto ocurriera, ¿cómo nos sentiríamos? ¿Dejaríamos que esas criaturas formaran parte de nuestra cotidianidad? ¿Que jugaran con nuestros hijos?
Dilemas a parte, las obras de Piccini son realmente asombrosas. Su realismo es espectacular y casi nos dan ganas de alargar la mano para acariciar a estos seres excepcionales. Están elaborados a base de silicona, vidrio, plástico y cabello humano. Las miradas, parecen tener vida. Parecen estar dotadas de una sensibilidad única que nos invita a pensar, a sentir. A emocionarnos y asustarnos en algunas ocasiones.
Patricia Piccini suele exhibir sus obras en numerosas galerías de todo el mundo. Según ella misma explica en sus entrevistas, le gusta ver a la gente discutir sobre «sus criaturas». Es muy consciente de que hay personas que a los pocos minutos de entrar en la galería, salen al instante asqueados. Incapaces de asumir todas aquellas formas, todas aquellas malformaciones y seres antinaturales. Otros, en cambio, los atienden con ternura e inician interesantes conversaciones sobre el concepto del ser humano y su relación con otras especies. Sus obras son, pues, una clara invitación a la reflexión y al debate.
¿Cuál es tu opinión? Antes de que nos des tu comentario te invitamos a ver el siguiente vídeo para conocer un poco más su obra.
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