Ámbar. Exquisita piedra preciosa del color de los sueños que han quedado atrapados, fosilizados para siempre en unas lágrimas de resina dorada y ancestral, capaces de arrancar increíbles destellos, que van desde el dorado más puro hasta tonalidades más oscuras pero igual de fascinantes.
En su interior suelen contener fragmentos de tiempos muy remotos. Esta resina vegetal fosilizada, pudo atrapar en el pasado todo aquello que estuviera en la corteza de nuestras viejas coníferas, desde bacterias, hongos, hasta pequeños insectos como mosquitos o escarabajos.
Seguro que ahora mismo estarás pensando en aquella premisa que nos planteaban en Jurassic Park. ¿Sería posible por ejemplo coger la sangre almacenada por estos mosquitos y clonar al ser del que se alimentó? Hoy no vamos a centrarnos en esta idea, en esta posibilidad. Hoy nos vamos a quedar sólo en esta increíble piedra tan admirada por el hombre. El ámbar, ése oro del color de la miel tan preciado y soñado, cuyos reflejos misteriosos y tornasolados hacen que la mayoría de las veces se emprenda su búsqueda de modo ilegal.
Aunque en ocasiones, la naturaleza es benévola y lo hace emerger a modo de regalo. A modo de inesperado tributo, como lo que ocurrió hace muy poco en una zona de Rusia. Descúbrelo con nosotros.
Tormenta de piedras de ámbar en el Báltico
Ya sabes que en Rusia, suelen ocurrir fenómenos bastante peculiares. No hace mucho, por ejemplo, te hablamos en nuestro espacio del ya clásico acontecimiento de Tunguska sucedido a principios del siglo XX. Aunque lo que pasó a principios de este mismo año en Kaliningrago, no podemos catalogarlo como algo realmente «sobrenatural». Sobre todo, si tenemos en cuenta que es en esta zona del mundo donde según nos indican los expertos, suele encontrarse casi el 90% de las reservas de ámbar. Impresionante, no hay duda.
Lo maravilloso de este acontecimiento se produjo justo después de una intensa tormenta, de esas que hacía años no veían en la fría región de Kaliningrado. Tras poco más de una hora de un atronador festival de truenos y relámpagos, llegó una fría calma donde la lluvia fue perdiendo intensidad. Momento en que algunos vecinos de la parte más costera, la comprendida entre las ciudades de Pionerski y Svetlogorsk, aprovecharon para acercarse a la playa para ver si la tormenta había traído algún que otro destrozo.
Y fue entonces cuando empezó a escamparse la voz. La tormenta no había traído ningún desastre, al contrario, el mar, revuelto aún por la fuerza del viento, estaba trayendo un increíble presente a la costa. Ola tras ola, iba escupiendo un tipo de alga muy oscura entre la cual, iban adheridas numerosas piedras de ámbar. Los vecinos no podían creerlo.
No importaba la edad, niños, jóvenes y ancianos empezaron a correr hasta la playa para capturar aquellas piedras, en especial las de mayor tamaño. ¿Cómo evitarlo? El kilo de ámbar puede ir perfectamente desde 50 a los 200 euros el kilo dependiendo de su calidad. Una ofrenda del océano que nadie quiso desperdiciar. Pero repetimos, este no es un fenómeno aislado si tenemos en cuenta que es precisamente Kaliningrado unas de las zonas más ricas en ámbar.
El viento y el mar pueden unirse muy a menudo para lograr arrastrar hasta las costas parte de ese ámbar que se halla en las profundidades, restos de esas lágrimas de resina que aún persisten en el abismo marino como preciados secretos que el hombre ansía poseer. No es de extrañar pues, que en esta ocasión, no importara el frío, ni tampoco el riesgo. El oro del Báltico es siempre muy especial, lo que no es ya tan habitual es que esta vez las piedras conseguidas fueran de un tamaño muy considerable. ¡Toda una suerte!