Al intestino se le conoce como el segundo cerebro, pues contiene tantas neuronas como la médica especial y establece una comunicación bidireccional con el cerebro. La encargada de modular la comunicación es tu microbiota.
Hasta no hace muchos años todo lo que estaba relacionado con el estado de ánimo, la conducta o la salud mental solo estaba centrado en el cerebro, pero las investigaciones han ayudado a comprender la relación existente entre nuestro intestino y el cerebro, así como en muchas situaciones de nuestra vida diaria.
Esto ocurre en los siguientes ejemplos:
● Cuando nos encontramos en una situación que nos produce estrés, se produce diarrea o el estómago se cierra.
● Si estás enamorado, sientes mariposas en tu estómago
De igual forma, tener una visión positiva o negativa de la vida ayudará o perjudicará al sistema inmunológico y la salud.
Todo se encuentra interrelacionado y lo cierto es que las investigaciones en este sentido parecen explicar los motivos por los que las emociones nos llegan a afectar no solo a nuestro cerebro, también a un intestino que sufre las consecuencias.
¿De qué forma se comunican el primer cerebro con el segundo?
La totalidad de microorganismos que forman tu microbiota vincular el intestino y cerebro con unas sustancias químicas que se llaman neurotransmisores, ácidos grasos de cadena corta y las hormonas. Esta clase de neurotransmisores terminan actuando como si de palabras químicas se tratase para que intestino y cerebro puedan llegar a entenderse.
El caso es que cuando existe una disbiosis o desequilibrio en tu microbiota y emociones por distintas causas, como puede ser el estrés, una mala alimentación, o por tomar muchos antibióticos, se produce un proceso inflamatorio que puede llegar a generar un mayor nivel de ansiedad, estrés y diversos trastornos mentales.
¿Cómo podemos mejorar el estado de ánimo mediante tu microbiota?
● Alimentación: debe ser pre y probiótica, de tal forma que se eliminen los tóxicos en la alimentación para así asegurar un adecuado aporte del aminoácido triptófano que es el precursor de la serotonina.
Algunos alimentos ricos en triptófano son el pavo, pollo, leche o queso. No olvides siempre que tu dieta la supervise un profesional especializado.
● Gestión emocional: tendrás que autorregular la forma en la que percibes las diversas situaciones que producen estrés. Todo ello se realiza con técnicas de Mindfulness o terapias de psicología.
● Actividad física: los estudios realizados muestran que responde bien la microbiota al ejercicio de actividades deportivas de manera regular que, además, ayudan a luchar contra el sedentarismo.
● Consumir PREbióticos y PRObióticos: como suplemento, puesto que ayudan a la estabilidad del medio intestinal.
¿De qué manera afecta el estrés a la microbiota?
Existen estudios que se han realizado actualmente que mantienen que el estrés tiene unos efectos importantes en la propia composición de la microbiota intestinal. Los efectos consisten en alteraciones en la motilidad del intestino, el transporte de las mucosas, la función de barrera intestinal y la percepción de las vísceras.
Como nos han comentado los expertos médicos del blog Tu Equilibrio y Bienestar, donde puedes encontrar diversos consejos y cuidados para la salud, la microbiota precisa de una serie de cuidados que sin duda permiten una mejor gestión de las emociones.
Al final, la microbiota no deja de ser un ecosistema bacteriano que tiene que encontrarse en las mejores condiciones. En este apartado es donde entras tú, pues si comienzas a realizar ejercicio físico, cambias tu estilo de vida por uno más saludable o mejorando tu alimentación, esto se verá reflejado en un beneficio para tu microbiota y verás como podrás tener una mejor calidad de vida.