Miedos. Suele decirse que son un mecanismo vital de supervivencia, un instinto que nos permite escapar de aquellas dimensiones que pueden hacernos daño. Nos mantienen alerta y activan nuestros sentidos. Es, por así decirlo, una emoción primaria donde se concentran no solo esos miedos racionales que nos evitan cometer errores o incluso poder sobrevivir, sino que en nuestra mente, habitan además todos esos miedos irracionales e incluso ingenuos que no nos atrevemos a expresar en alto.

¿Qué tal si hablamos hoy sobre ellos? ¿Sobre los miedos más divertidos y desconcertantes, a la vez que comunes? Estamos seguros que te vas a identificar con alguno…

1. Atravesar el pasillo por la noche para ir al baño y acabar corriendo

Es de noche. De pronto, te despiertas porque tienes sed o porque tienes la urgencia de ir al baño. Por la razón que sea, prefieres no abrir la luz del pasillo y debes acudir hasta el servicio o la cocina a oscuras… No pasa nada, eres una persona adulta. Así que empiezas a avanzar con seguridad en medio de esa dimensión oscura. Estás en casa, sabes que no hay nadie, que todo está bien, sin embargo, a cada paso sientes un frío en la espalda inexplicable.

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Poco a poco aceleras más tus pasos y acabas dando una veloz carrera que te haría ganar cualquier olimpiada, llegando casi sin aliento a tu objetivo. Tranquilo por haber salvado la vida ante ese asesino invisible que habita en toda casa por las noches.

2. Ese inquietante espejo de mi habitación

No sabes por qué, pero por las noches y en la oscuridad, los espejos adquieren un matiz algo terrorífico. Es posible que también tú tengas un espejo en tu armario vestidor, ese que observas por el rabillo del ojo cuando se hace de noche.

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En tu mente, se tejen extrañas imaginaciones. Piensas que en él se va a reflejar una persona igual a ti pero que no va a seguir tus mismos movimientos. Un yo extraño y maligno que te acecha y te vigila cuando apagas la luz…

3. El ser que habita debajo de las camas

En todas las casas y en todas las camas del mundo, habita esa criatura siniestra que asusta a todos los niños y también… A muchos adultos. Una especie de «Boogeyman» que habita no sólo en los armarios, sino también bajo las camas. Piensas que justo cuando te sientas sobre la tuya, alguien te va a coger los pies desde abajo. Imaginas que mientras duermes, algo va a sobresalir desde esas profundidades para alargar su mano huesuda y tocarte.

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Es posible que hasta antes de irte a dormir, des un ligero vistazo bajo la cama para asegurarte de que «no hay nada».

4. Ese ojo invisible que hay en todos los baños

Cuando estás en el baño, a veces, recuerdas la película de «Psicosis». ¿Y si hay alguien observándome? Miras a tu alrededor, en especial si estás en unos servicios públicos esperando que no exista ningún agujero misterioso.

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Entras a la bañera y cuando cierras la mampara o la cortina, vigilas de vez en cuando temiendo que aparezca una sombra que te sorprenda de pronto…

5. Miedo a bajar al sótano o al garaje por la noche

No sabes por qué, pero por la noche, cualquier escenario familiar o cotidiano adquiere de pronto una dimensión sobrenatural e inquietante. ¿Tengo que ir yo a por esa llave inglesa? ¿Necesitas justo ahora esa vieja caja de fotografías? Protestas en voz baja dando a entender que es más cansancio y desgana que otra cosa, sin embargo, sabes que no te gusta nada ir a estos sitios cuando es ya de noche.

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Las escaleras de ese sótano crujen. Temes poner la mano en la pared o la barandilla para no enredarte con las telarañas y estás pendiente de cualquier sonido, de cualquier viento frío que se arremolina a tus pies. No lo soportas más, cuentas hasta diez y bajas corriendo para coger lo que sea en un visto y no visto, casi sin respirar.

6. Las muñecas que cambian de posición por las mañanas

Es posible que tengas alguna muñeca en tu habitación. O puede que seas un buen coleccionista de figuras de superhéroes, ésos que marcaron tu infancia y que ahora coleccionas con fiel devoción. Te gusta admirarlos, cuidar que estén en un lugar destacado para que se vean bien. Sin embargo, por las noches, los ves de modo diferente. Justo cuando apagas la luz escuchas extraños crujidos, pequeños sonidos como si algo estuviera moviéndose a tu alrededor…

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No es más que la imaginación, te dices a ti mismo, sin embargo, cuando llega el amanecer hasta tu habitación y te levantas, no puedes evitar mirarlos para ver si permanecen en la misma posición que los dejaste la noche anterior… Y si ves que alguno de ellos ha cambiado, si descubres que tienen la cabeza ladeada o que se han adelantado unos pasos de su posición original, decides llevarlos a otra habitación. Por si acaso.

Y ahora dinos, ¿te identificas con alguno de estos miedos? ¿Tienes alguno más que no te atreves a decir? Si te ha gustado este artículo descubre también si padeces «coulrophobia»