Existía un misterio que traía de cabeza a muchísimos científicos y era el de los vampiros de Polonia. Dos hallazgos, uno en Gliwice, con 17 tumbas de más de 500 años de antigüedad, cuyos cadáveres aparecieron con las cabezas separadas del cuello y situadas junto a otras partes del cuerpo, y otro en Drawsko, donde se encontraron 6 tumbas (en este caso de 400 años atrás) cuyos cuerpos tenían piedras en sus mandíbulas, avivaron los misterios alrededor de estos cuerpos maltratados tanto tiempo atrás. ¿Por qué este extraño ritual en los ocupantes de estas sepulturas?
Si hace 5 siglos se realizaban estas acciones en los cuerpos de los difuntos, era con la intención de evitar que los cadáveres pudieran ser reanimados, que pudieran volver a la vida más tarde. Estos hechos dieron lugar a cientos de historias y teorías que apuntaban a la existencia de vampiros y a muchos interrogantes entre la comunidad científica. Además le valió al cementerio de Gliwice el sobrenombre de «El cementerio de los vampiros».
El misterio de los vampiros de Polonia
Lo primero que los equipos de investigación hicieron fue intentar discernir quiénes pudieron ser los supuestos vampiros para dilucidar algo más de información sobre este ritual, sobre qué podía haber llevado a esta tradición: ¿eran extranjeros? ¿Gente de paso que despertaron el recelo de los habitantes de esas tierras? En absoluto. Los científicos se sorprendieron al analizar los restos y descubrir que los «vampiros» habían vivido en la zona antes de ser enterrados, eran locales.
¿Por qué matar a tus propios pobladores? ¿Qué te lleva a pensar que tu vecino es un vampiro? Los científicos sugieren que este tipo de enterramientos están relacionados con una epidemia de cólera que azotó la región durante aquella época (siglo XVII). Así mismo lo afirmó el coautor del estudio alrededor del tema, Lesley Gregoricka. Recordamos que el cólera es una enfermedad que se caracteriza por provocar terribles diarreas, que deshidratan a velocidad vertiginosa a quien las sufre, pudiendo causar la muerte en pocas horas en los casos más graves.
Tal y como comenta Tracy Bestsinger, quien también participó en el estudio, las historias de muertos que vuelven a la vida son verdaderamente antiguas y se remontan a los antiguos egipcios, griegos, babilonios y aún más atrás. Por lo que no es raro que la sombre del vampirismo rondara las mentes de los polacos de aquel entonces.
De hecho, los cuentos sobre «no muertos» circularon por todo el mundo desde al menos el siglo XI, aumentando las historias de vampiros a partir del siglo XVII a través de los periódicos. Cabe decir que el concepto de «vampiro» en el folklore polaco de entonces no encaja exactamente con el que tenemos a día hoy. El vampiro se consideraba un espíritu diabólico que, hasta 40 días «post mortem», devolvía el cuerpo a la vida para hacer daño a sus vecinos.
Pero, ¿quiénes podían ser vampiros? ¿Qué tiene que ver con el cólera? Entonces se creía que quienes eran susceptibles de convertirse en vampiros eran aquellos que no habían sido bautizados, quienes habían muerto de forma violenta, gente marginada en vida, deforme, aquellos que procedían de otras regiones y los fallecidos a causa de una epidemia. ¡Ahí está! «Fallecidos a causa de una epidemia», como la provocada por el cólera.
Epidemias y vampiros
Los científicos del estudio sugieren que la noción de «vampiro» pudo haber surgido durante algunas plagas y epidemias, en las que los incontables cadáveres quedaban expuestos y en descomposición durante mucho tiempo. La gente no comprendía lo que estaba sucediendo, se sentían superados por la magnitud de la tragedia y la teoría de los vampiros pudo haber sido una forma de dar fuerza a una respuesta que no tenían, para justificar tantas muertes.
En el caso de los cuerpos de Drawsko, no había signos de violencia o traumatismos graves en los cuerpos. Por lo que los científicos comenzaron a apoyarse en la teoría de que estas personas habían sido los primeros que cayeron en una de las epidemias de cólera. Estos serían, para el resto de habitantes, las personas con más posibilidades de volver a la vida como criaturas diabólicas: vampiros.
No obstante, en el caso del cementerio de Gliwice la cosa se complica. Los cuerpos habían sido decapitados, en concreto y según los análisis, con una espada. El verdugo había seguido un ritual especial y, además, les había situado la cabeza en otras partes del cuerpo, seguramente para que fuera imposible recolocársela. Lo trágico de estos casos es que al estudiar mejor los cuerpos, comprobaron que eran algo «distintos» a los hombres de la época: muchos de los cuerpos correspondían a hombres y mujeres mucho más altos o más bajos de lo normal, jorobados, con alguna malformación… Eran personas físicamente algo diferentes al resto a quien, según defienden los investigadores, no se dudó en acusar de «vampiros» cuando la epidemia de cólera empezó a azotar la zona.
De momento, los científicos continúan realizando investigaciones para poder aportar más datos sobre este misterio, que parece estar casi resuelto. La llegada de una enfermedad de comportamiento incomprensible despertó los instintos más básicos y las creencias más absurdas, hasta el punto de cobrarse vidas y de requerir de rituales macabros que, evidentemente, no tuvieron resultado alguno.