No es la primera vez que escuchamos alguna historia sorprendente cuyo protagonista es un perro. Pero este caso es especial.
Arthur es un perro que se ha convertido en todo un superviviente. No sólo porque su vida ha tenido un final feliz, sino por el esfuerzo que hizo para lograr aquello que quería. Un ejemplo de perseverancia y fuerza, un ejemplo de cómo no hay que darse por vencido. ¿Te atreves a conocer a Arthur?
El equipo de Adventure Race
Adventure Race es un deporte extremo que combina las siguientes actividades: senderismo, bicicleta de montaña y kayak. Pero esto no es todo. Estas actividades se desarrollan en tres zonas geográficas distintas: los Andes, el Pacífico y la selva Amazónica.
Un equipo sueco participaba en este Campeonato Mundial de Carreras de Aventura en la selva Amazónica cuando se les sumó un nuevo participante: Arthur.
La selva del Amazonas
El equipo se encontraba en la selva del Amazonas realizando un descanso cuando un perro se les acercó. Uno de los integrantes del grupo, Mikael Lindnord, se compadeció del perro que, sin duda alguna, estaba abandonado y perdido y le dio algo de su comida. Pero jamás se hubiesen imaginado que este perro los acompañaría a lo largo de toda la competición.
Cuando Mikael compartió su comida con el animal este lo tomó como una invitación. A partir de este momento pasó a formar parte del grupo. Tanto es así, que sus integrantes decidieron ponerle un nombre: Arthur.
Fuerza y perseverancia
Las pruebas por las que el equipo tenía que pasar no eran fáciles. La resistencia y el rendimiento eran factores muy importantes. Es por ello por lo que el equipo quiso evitarle este padecimiento a Arthur, quien no se encontraba en las mejores condiciones físicas. En varias momentos intentaron que el perro no los siguiera.
Una de esas ocasiones fue cuando el equipo tenía que montarse en kayak para poder seguir su ruta. Arthur, aún agotado y débil, nadó al lado del equipo negándose a estar solo de nuevo. Fue entonces cuando Mikael subió a Arthur al kayak. A partir de ese momento supo que se había ganado un amigo y que no iba a intentar separarlo más del equipo.
Un final feliz
Tras seis duros días, el equipo finalizó su travesía. Arthur fue llevado a un veterinario para posteriormente ser adoptado por Mikael. Tras 690 kilómetros recorridos, resistiendo a todas las adversidades y perseverando en su afán de no abandonar al equipo, Arthur consiguió un amigo y un final feliz.
Emocionante, ¿verdad? Lo que es capaz de hacer un perro por no sentirse solo, por tener un poco de cariño a pesar del rechazo. ¡Qué grato saber que tanto esfuerzo valió la pena! Aunque no hay que olvidar a todos aquellos que no tienen la misma suerte.
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