Puede que conozcas el caso de alguien que haya llegado al mundo con uno o varios dientes. Puede que incluso, uno de tus hijos, o que tú mismo, fueras un recién nacido que ya mostraba en su boca alguna pieza dental. Tranquilo/a. No pienses en absoluto que se trata de algo inusual y fuera de lo común.
Se sabe que uno de cada 30.000 nacimientos tiene esta particularidad, por tanto, no es para nada un «expediente X». Ahora bien, a lo largo de la historia esta singular característica no ha sido precisamente bien aceptada por muchos países.
¿Te gustaría acompañarnos hoy en el «supercurioso» caso de los niños nacidos con dientes? Hay datos sorprendentes que vale la pena saber.
Bebés que nacen con dientes, algo terrible para muchas culturas
El ver a una criatura con dientes debe ser un aspecto bastante impactante para toda madre, en especial si tenemos en cuenta el tema de la lactancia. Los dientes, por término medio, salen entre los 6 y los 10 meses. Pueden haber muchas diferencias de niño a niño, no obstante, aparecen en ese momento vital en que la criatura debe empezar a hacer frente a alimentos un poco más sólidos.
Según los casos revisados por revistas de medicina como la «Journal of oral and maxilofacial patology«, estas particularidades suelen ser más frecuentes en niños que en niñas, y es habitual a su vez que aparezcan los caninos o los dientes centrales inferiores. Se conocen casos además de criaturas que han nacido con uno o dos dientes completamente desarrollados, siendo imágenes sin duda muy llamativas. Por lo general, se suele optar por extraerlos, puesto que existe el miedo de que los niños se los acaben tragando, porque la mayoría de las veces son móviles y no muy arraigados a la boca de la criatura.
Ahora bien, la pregunta es: ¿por qué nacen algunos niños con uno o varios dientes? Según nos explican los médicos los dientes empiezan a formarse en el útero de la madre, momento en el cual se inicia primero a endurecer el tejido de las encías.
Entre los 6, 10 o 12 meses, el niño o la niña ya empieza a sufrir las molestias de esas primeras denticiones, pero a veces, puede ocurrir que se produzcan pequeños edemas, o incluso un posicionamiento incorrecto de los dientes ya durante el propio embarazo, debido a algunas anomalías en el bebé como labios o paladares hendidos, que hacen que los dientes salgan antes de tiempo. También puede deberse a si la madre, por ejemplo, tiene falta de vitaminas, problemas endocrinos o ha padecido fiebres durante el embarazado. Es decir, no hay un único origen sobre esta curiosa característica.
Nacer con dientes no está bien visto por muchos países. A día de hoy la medicina ya ha corregido esas visiones fatalistas o mitológicas, pero en China, por ejemplo, no es algo que socialmente se vea bien por muchas personas. En el pasado, cuando un bebé llegaba al mundo con su reluciente dentición, se pensaba que iba a traer desgracias a la familia. Lo mismo ocurría en Polonia. Por su parte, en la India y en África, se mantenía la idea de que esos bebés eran criaturas demoníacas, signo directo de que la madre había sido poseída por algún tipo de demonio maléfico. Por su parte, en el folklore típico de Malasia, se tiene la opinión de que estos niños traen la buena suerte.
No nos sorprende tampoco que el propio William Shakespeare hablara de esta particularidad en sus obras. Lo podemos ver en «Henry VI» y en «Richard III». En ambas obras se describe a estos personajes a través de esta expresión «dientes tuvieras tú en tu cabeza, porque cuando él nació los tenía en su boca, signo de que iba a morder el mundo». La razón de esta expresión se debe a que en Inglaterra se pensaba que nacer con dientes era rasgo de «querer conquistar el mundo», de «querer morderlo con todas sus ansias». Curioso, ¿no esa así?
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