Nubes de nácar o nubes nacaradas, formaciones satinadas de magia que se elevan en los escenarios más fríos de nuestro planeta. Son como pinceladas suaves en un cielo tranquilo, ahí donde bailan las tonalidades pastel, los rosa claro, los azules celeste, los ocre iridescentes…
En realidad, son nubes estratosféricas polares y aparecen en los polos, sobre todo durante el invierno austral y el invierno boreal. Son preciosas, no podemos negarlo, pero es una belleza de doble filo, son como rosas con espinas, como telas de araña que la cosmoecología estudia cada día para intentar comprender el efecto invernadero.
Te damos toda la información sobre las nubes nacaradas en este artículo. ¿Nos acompañas?
Las inquietantes nubes nacaradas o nubes estratosféricas polares
Estas nubes hechas de fantasía y belleza caprichosa, se forman entre los 15 y 30 kilómetros de altura y en el momento en que la estratosfera alcanza entre los -50 y los -70 °C. Así pues, nos será muy complicado ver estos fenómenos en nuestros países de origen, a no ser, claro está, que por ejemplo que vivas en Noruega, o que seas un científico en la Antártida que esté estudiando los efectos del cambio climático.
Ahora bien, pero ¿por qué tienen estas nubes mala fama entre la comunidad ecológica? Básicamente porque sus cristales de hielo actúan como catalizadores de los gases de efecto invernadero emitidos por los aerosoles y clorofluorcarbonados. Hablando claro: a pesar de la gran belleza de esta nubes, son ellas las que hacen que perdamos el ozono de la estratosfera.
Pero… ¿cómo lo hacen? La verdad es que resulta tan inquietante como curioso:
- Los procesos químicos que se suceden en estas nubes consiguen que ciertos gases como los clorofluorcarbonados y los aerosoles que todos tenemos en casa, actúen como destructores del ozono.
- Provocan que sus radicales libres dañen de forma casi terminal el ozono estratosférico.
- Poco a poco, y debido en mayor parte a la acción sucedida en el interior de estas nubes, el agujero del ozono en las zonas polares se va haciendo cada vez más grande, dejando que la radiación nos afecte con mayor intensidad.
Los clorofluorocarbonos (CFC) son la principal causa de la destrucción del ozono. Así pues queda claro que hasta que las distintas potencias no hagan cambios en sus políticas industriales, y se busquen nuevas formas de producción, el peligro siempre rondará sobre nuestras cabezas, en esa estratosfera que día a día, nos podrá proteger un poquito menos de las radiaciones solares.
Podríamos decir que en el fondo, estas preciosas nubes nacaradas del Ártico, no tienen la culpa de actuar como catalizadoras gracias a sus cristales de hielo. No son ellas las auténticas responsables del cambio climático. En realidad, somos nosotros.
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