Si vas a Nigeria, y tienes 5.000 euros en el bolsillo, puedes comprar tranquilamente un bebé, un poco menos si es niña. ¿Te extraña? Pues en este país africano es algo que sucede todos los días, desde hace años y a pesar de los esfuerzos policiales.
Fábricas de bebés
La extrema pobreza de Nigeria es caldo de cultivo para los crímenes más impensables, como éstos de vender a los bebés acabados de nacer como si se tratase de cualquier mercancía.
Estas bandas mafiosas, en las que colaboran médicos, policías, funcionarios de instituciones oficiales, y hasta políticos y banqueros de la vecina Niger, ocupan clandestinamente las llamadas “granjas de bebés” en las que fuerzan a mujeres, muchísimas jovencitas, a embarazarse y concebir niños para su posterior venta.
Y no se trata de esa modalidad de madre de alquiler, en donde una pareja contrata a una mujer para que geste un bebé formado con el óvulo y el espermatozoide de los padres biológicos; no se trata tampoco de embarazos precoces o no deseados, en los que las madres deciden dar a su bebé en adopción. No.
Se trata de auténticas fábricas donde estas mujeres, muchas de ellas en contra de su voluntad, se ven forzadas a procrear y parir niño tras niño, año tras año.
No especifican cómo las obligan, pero nos figuramos que las violan hasta que quedan embarazadas. Estremecedor.
Por supuesto que estos niños van a parar a casas de parejas que no pueden concebir, pero no siempre hay acuerdo previo y las mafias se ven obligadas a ofrecerlos en el “mercado” como cualquier otro producto, y por ello, con algo de interés, puedes contactar a los intermediarios en cualquier sitio público de Nigeria, que te garantizarán un bebecito recién salido del útero tan sólo por 5.000 o 5.500 euros, dependiendo del sexo.
Así le sucedió a Philip Obaji Jr., activista nigeriano que busca acabar con tan macabra actividad comercial. A él le garantizaron un bebé en menos de 24 horas, que estaba reservado para una pareja sueca, si pagaba inmediatamente, y a la pareja sueca le encontrarían otro, pronto.
Las razones
Como mencionamos al comienzo del artículo, la pobreza en la que están sumidos Nigeria y otros países de África Occidental obliga a muchas mujeres a optar por este “trabajo”, pero no es esto lo más importante, sino el hecho de que proliferan las granjas de bebés manejadas por médicos y funcionarios irresponsables, en donde las mujeres son tratadas como esclavas y donde los bebés son vendidos “como pan”.
En el 2013 la policía logró desmontar una de estas granjas hacia el sur del país, y rescataron a 32 mujeres jóvenes (algunas incluso en edad escolar), que declararon estar allí en contra de su voluntad.
Los médicos arrestados, sin embargo, se defendieron diciendo que sólo las ayudaban en sus embarazos no deseados y que sus bebés ya habían sido “colocados”. Ellas explicaron que les pagaban 150 euros por niña y 170 por niño, al ser vendidos los bebés.
Por supuesto, muchos de estos niños son vendidos en el mercado de la adopción ilegal, y van hacia Europa o a la misma Nigeria, pues existe un cierto estigma social en quienes no pueden tener hijos.
Pero hay otra razón, mucho más oscura y lúgubre, y por ello más alarmante, en la venta de los niños: los compran para utilizarlos en rituales de antiguas supersticiones.
Estos rituales exigen el sacrificio de un bebé y convertir su cadáver en polvo para que los hechizos sean potentes y poderosos, y así lograr la suerte que se busca… Una situación de pesadilla.
Iniciativas que no funcionan
Sea la razón que sea para que esta horrible trata comercial exista, el gobierno nigeriano se ha visto inútil en su esfuerzo por acabarla. De hecho, según un informe de la Unesco en 2006, el crimen de trata de personas en Nigeria es el tercero más común, después del desfalco financiero y el contrabando de drogas.
Es una mancha espantosa que se ha ido expandiendo a países vecinos, como Benin y Burkina Faso, e incluyendo Europa.
Sin embargo, el gobernador del estado de Enugu, al sur de Nigeria, puso en marcha un comité especial de acción para luchar contra las fábricas de bebés, y en la instalación del comité instó a funcionarios del Ministerio de Asuntos de Género a monitorear los casos de abuso y diseñar leyes efectivas para limitar la trata de niños. El problema principal es que muchos funcionarios de diversas agencias estatales están implicados en este crimen, lo que vuelve la solución aún más difícil.
No hay excusa posible ante esto, los niños no pueden ser puestos en venta y hay que denunciar los hechos donde un niño se vea comprometido. La codicia humana no tiene límites y por eso hay que perseguir y castigar a quienes se enriquecen con la miseria de los demás, especialmente con un sector tan vulnerable y frágil como la infancia.
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