Todos los turistas que visitan Londres deben hacerse la foto de rigor ante el Big Ben y dentro de una de sus emblemáticas cabinas telefónicas, subirse en uno de sus autobuses rojos… y en uno de sus taxis. Igual que los taxis amarillos de Nueva York, los London Cabs, los taxis de la capital inglesa, son un icono de la ciudad.

Union Jack cab

La publicidad ha cambiado la imagen del taxi negro de los años 80, pero los míticos cabs siguen siendo uno de los vehículos más curiosos de las calles londinenses.

1. Su nombre

Empezamos por lo básico, el nombre. Todo el mundo conoce a los taxis de Londres como cabs, abreviatura de cabriolet. Los cabs recibieron este sobrenombre en referencia a la cabriola que había que hacer para salir de unos vehículos bastante altos (luegos veremos la razón de esta característica). También pueden llamarse Taxi, pero para diferenciarlos de otros vehículos que llevan taxímetro, nos quedamos con lo de cab.

2. The Knowledge

Así se conoce el duro examen que deben superar los taxistas londinenses, una especie de oposición en la que deben memorizar 320 rutas en un radio de seis millas (algo más de 9,5 km.) a partir de la estación de Charing Cross. O lo que es lo mismo, 25.000 calles y 20.000 puntos de interés, desde hoteles a tiendas o destinos turísticos. Cada taxista pasa entre dos y cuatro años preparándose para The Knowledge, pero menos de la mitad la superan.

3. ¿Verde o amarilla?

No hablamos de los nuevos colores de los London Cab, ya que según el patrocinador puedes encontrar un coche de prácticamente cualquier color que puedas imaginar, sino de las insignias que reciben los conductores una vez aprueban The Knowledge. Los que superan el examen y reciben una insignia verde pueden circular por toda la ciudad de Londres, pero si ves que el taxi lleva una insignia amarilla solo está autorizado a recorrer una parte de la ciudad.

4. ¿Por qué son tan altos?

Uno de los aspectos más sorprendentes de los Cabs es su peculiar forma, ya que son más altos que el resto de vehículos. ¿La razón? Por ley, deben ser suficientemente altos para que un pasajero se pueda sentar en el asiento de atrás sin quitarse el bombín.

Cab

Cierto que hace años que estos sombreros pasaron de moda, pero siempre habrá algún nostálgico que suba al taxi y no se lo quiera quitar.

5. Leyes estúpidas

El taxi londinense también cuenta con una legislación bastante peculiar. Para muestra, estas dos leyes absurdas. Tras el espectacular brote de peste bubónica, se prohibió a los infectados subir al transporte público, una situación que no cambió… hasta 1984. Entonces se renovó el Acta de Salud Pública y Control de Enfermedades, que permitía a los infectados subir al cab siempre que avisasen al conductor y este lo aceptase. Pero la cosa no acaba aquí, porque si acepta el viaje el taxista debe informar a las autoridades sanitarias y desinfectar el coche antes de que suba otro pasajero.

La segunda ley habla de las necesidades fisiológicas de los taxistas. Si trabajas en una oficina, puedes ir al baño cuando tengas una urgencia, pero en el taxi eso es bastante difícil. Por eso, según el Acta sobre Policía Ciudadana de 1847 un taxista puede orinar en la rueda trasera izquierda del vehículo siempre que toque la cabina con la mano derecha. Existe un debate público sobre si 170 años después, esta cláusula sigue en vigor o no, pero tranquilos: en pleno siglo XXI a ningún taxista se le ocurre orinar sobre su vehículo.

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