Viajar por el mundo es una experiencia maravillosa, pero algunos lugares hay que visitarlos con precaución. En una ocasión, en Supercurioso, os hablamos del pozo de Jacob, el peligroso agujero azul, de Texas. Hoy queremos acercarnos a la campiña inglesa para descubrir otro de esos lugares, aparentemente inofensivos, pero que son una trampa mortal.
El arroyo de Bolton tiene fama por ser uno de los lugares naturales más peligrosos del planeta. De apariencia completamente inofensiva, transcurre por el condado de Yorkshire, en Inglaterra y no se sabe de nadie que haya sobrevivido a sus aguas.
El peligro real
Si te pierdes en esta histórica zona de Inglaterra puedes acercarte a visitar la increíble abadía de Bolton. Unas ruinas escalofriantes que hacen volar nuestra imaginación. La parroquia sigue en pie pero una parte del convento nunca se acabó, dejando una estampa de una singular y desasosegante belleza.
No lejos de allí encontramos «The Strid» en el arroyo de Bolton. La gente que cae en él no sobrevive, incluso los cuerpos, en la mayoría de casos, no se recuperan. Desde que en 2010 pereciera un niño de 8 años, el lugar está fuertemente vigilado para disuadir a posibles «valientes». El peligro es real y no hay que dejarse engañar por la apariencia inofensiva del arroyo.
La explicación
Si caminas por la vera del río Wharfe observarás que tiene una anchura de unos 9 metros. Si sigues por su orilla verás que al acercarte al punto llamado «the Strid«, en poco más de 90 metros, se ha convertido en un arroyo. La anchura del llamado Arroyo de Bolton tiene menos de 2 metros. ¿Dónde ha ido a parar el agua?
El agua no ha desparecido. Se ve obligada a transcurrir por un espacio muy estrecho y a una tremenda velocidad. Con el tiempo ha ido socavando el fondo y los lados del lecho del río creando un sinfín de cuevas subterráneas peligrosísimas. La profundidad, casi abisal, las corrientes y los remolinos que se forman en el agua, lo convierten en una trampa mortal.
La gente del lugar y los carteles que han puesto las autoridades locales advierten del peligro de intentar saltar de una orilla a otra. Si resbalas y caes, la muerte es segura. Sin embargo, a veces, las advertencias son inútiles. La gente no puede creer que las tranquilas aguas, que sólo parecen cubrir hasta la rodilla, sean mortales.
La Leyenda
Cuenta la leyenda que a mediados del siglo XII, un joven llamado Guillermo de Romilly, intentó saltar de una orilla a la otra del Strid. El chico resbaló, cayó en el agua, y pereció. Su madre, Lady Alice de Romilly, donó los terrenos que rodean el arroyo para que se construyera el Priorato de Bolton en memoria de su difunto hijo. El poeta del romanticismo inglés, William Wordsworth, inmortalizó los hechos en un poema.
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