Estamos hablando de Inteligencia Emocional. Aquí no hay pruebas estandarizadas ni coeficientes que determinen esa inteligencia que en ocasiones, queda reducida a una cifra, sin explicarnos cuál es nuestro fuerte: ¿Es la música, es el arte, es la ciencia? ¿O somos genios en todas las áreas?
En esta ocasión queremos hablarte de la Inteligencia Emocional, esa que -en cierto modo- determina nuestra auténtica felicidad, el saber disfrutar de la vida teniendo un buen autoconcepto y sabiendo a su vez, dar felicidad a los demás.
¿Crees que eres Emocionalmente Inteligente? Descúbrelo
Como ya sabes es Daniel Goleman el auténtico gurú que gracias a sus múltiples publicaciones, nos ha acercado hacia ese mundo donde poder desarrollar nuevas habilidades con las que ser un poco más aptos en este mundo tan complejo y en ocasiones, despersonalizado.
Pensemos por ejemplo que un líder que entiende de emociones, sabrá gestionar mucho más a sus trabajadores. Una persona feliz es más productiva. Y no hablemos ya del poder de las emociones en el mundo de la publicidad y el márketing.
Así pues, hoy desde Supercurioso queremos darte 5 claves para que descubras si eres emocionalmente inteligente.
Sabes gestionar tus emociones
Saber gestionar emociones no significa en absoluto esconder o controlar. Es algo más. Hay quien por ejemplo se deja llevar por su ira, se siente enfadado y proyecta su enfado en los demás.
La persona emocionalmente inteligente se parará a pensar primero por qué siente lo que siente. No lo negará. Desgranará cada emoción para analizarla con calma y descubrirá, por ejemplo, que lo que siente no es rabia, sino tristeza. Tristeza porque ha sido rechazado, porque su pareja, por ejemplo, lo ha dejado.
Lejos de controlar o esconder la tristeza la aceptará, la asumirá y día a día, la dejará ir. Las emociones deben comprenderse, asumirlas y canalizarlas poco a poco de forma saludable, sin causar «efectos colaterales» en los demás.
Sabes empatizar
Tienes una habilidad especial para «calzarte en los zapatos de los demás». Intuyes de inmediato el sufrimiento, el miedo, o el impacto que actos o palabras en los demás.
Es una sensibilidad clave con la cual, poder respetarnos mejor los unos a los otros y saber, que podemos hacer daño a quienes nos rodean.
Te conoces a ti mismo
El arte de conocerse a uno mismo requiere tiempo, no hay duda. Y requiere también haber pasado por alguna que otra experiencia. Sin embargo, un ejemplo de ello está en saber que hay determinadas cosas que debemos evitar porque no son buenas para nosotros:
- Sabes que hay personas de las que no deberías enamorarte porque te traerían sufrimiento.
- Sabes, por ejemplo, que eres una persona introvertida, y no te importa decirle a los demás que este fin de semana prefieres quedarte en casa. Aunque ello no quita que en otro momento te apetezca mucho.
Sabes tomar decisiones
No te precipitas. Eres consciente de que puedes equivocarte, pero ello no quita que desees intentarlo porque la vida es atreverse pero conociendo bien tus limitaciones y las oportunidades que tienes ante ti.
Sabes trazar planes, valorar diversos aspectos y motivarte día a día para alcanzar tus sueños. Te centras en lo que es importante.
Te responsabilizas de tus actos
Te has equivocado, lo sabes. Has fracasado en algo y no sólo lo sabes, sino que lo aceptas. Ahora bien, asumir actos, errores y fracasos es algo vital en nuestro día a día porque nos obliga a aprender, y a asumir nuevos retos por un camino más acertado.
Te responsabilizas, por ejemplo, de que le has hecho daño a alguien. Has dejado de querer a tu pareja. Ser responsable en este ejemplo es ser sincero con esa persona y no esconder o disimular el desamor. Una relación requiere responsabilidad y tú lo sabes, eres responsable.
Para concluir, estos no son más que 5 ejemplos básicos de lo que supone ser emocionalmente inteligente. Ahora bien, algo que debemos tener claro es que nadie nace siendo emocionalmente inteligente, son habilidades que se desarrollan, que se aprenden y que día a día vamos madurando.
Sería muy recomendable que todos pusiéramos en práctica esos pilares, porque la mayoría de las veces «ser muy inteligente» no sirve de nada si no sabemos ser felices, si no sabemos querernos a nosotros mismos y hacer felices a los demás,
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